La ciudad de Córdoba tiene muy presente, al menos en sus paredes y carteles publicitarios, las elecciones provinciales del domingo 25 de junio. Las calles se llenaron de afiches, pintadas, e incluso enormes carteles publicitarios por donde uno circule. Debajo de esa fachada, el centro de la capital mediterránea deja ver su larga historia en edificios de épocas coloniales, muy bien conservados y con un permanente trabajo de recuperación del patrimonio cultural, pero también la historia reciente en los espacios de memoria, como el D-2 o Departamento de Informaciones de la Policía cordobesa, situado a metros de la plaza San Martín.
Como centro privilegiado del territorio continental, Córdoba es también una referencia ineludible para ver qué novedades, potencias y tensiones tiene un espacio tan fértil en nuestro país, como la escena teatral. El tiempo es escaso para conocer las salas independientes o para hablar con los y las teatristas, pero se puede comprender la dimensión de la actividad al ver como ha quedado el Teatro Comedia, que se incendió hace más de 15 años y que, gracias a la decisión del gobierno municipal, reabrirá sus puertas en los próximos días; o al hablar con Marcelo Castillo, productor del grupo La Cochera y director de Girart, el mercado de las artes escénicas y la música más importante del centro del país, que cuenta los muchos proyectos de intercambio de la escena de nuestras provincias con el resto del mundo.
Lo mismo sucede al escuchar el entusiasmo que tiene Franco Morán, representante provincial en el Instituto Nacional del Teatro, sobre lo que están produciendo jóvenes creadores en todo el territorio cordobés, pero también en provincias cercanas como San Juan o La Rioja. Unas pocas horas en la ciudad permiten entender que nuestro país teatral tiene mucho para contar, mostrar y producir, más allá de lo que se conozca en una Buenos Aires que, obstinadamente, parece mirar para otro lado.
Llegada desde su Santa Fe natal, Gladis Contreras asumió la dirección del Teatro Nacional Cervantes en octubre de 2021. Es la primera mujer en ejercer el máximo cargo en el único teatro público nacional, con la particularidad que no viene del ejercicio artístico, es gestora cultural, y tampoco ha desarrollado su carrera en Buenos Aires. Desde que asumió definió que su gestión pretende estar marcada por una impronta federal, impulsando en este sentido proyectos novedosos y repensando los programas ya existentes.
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Uno de sus proyectos es la Red Federal de Teatros, que incluye salas estatales, provinciales, municipales, gremiales, universitarias y de colectividades, que han recibido subsidios directos para mejora de equipamiento e infraestructura y formación de personal para el trabajo escénico. Otro de los proyectos fue la actualización del programa TNC Produce en el país, que comenzó hace algo más de una década.
Como parte de esta política de afianzamiento de la perspectiva federal, el jueves 15 de junio se estrenó en Córdoba la segunda de siete obras seleccionadas para la temporada 2023. Se trata de Mientras los filósofos duermen, dirigida por el reconocido teatrista Paco Giménez, que se presenta en la sala Azucena Carmona del Teatro Real.
En diálogo con Infobae Cultura, Gladis Contreras explicó cuáles son las ideas que sostienen este proyecto. “El Cervantes produce en el país, es un programa que se viene haciendo desde hace 12 años. Nosotros pretendemos profundizar esta federalización. Para mí, que soy de una provincia, es muy importante sostener que la producción sea igual que la que podemos hacer en el Cervantes. Tanto en términos de modos de producción, como económicos, porque lo que acá, en Capital y en el teatro oficial, es muy normal, no lo es tanto en las provincias”, afirma.
Y agrega: “En una provincia, aunque el teatro no oficial te llame, jamás te paga un sueldo, pero no porque no quieran, sino porque a veces no pueden los municipios o las provincias. Además, en cada localidad se produce con recursos del lugar. Esto quiere decir que el señor que vende maderas en la carpintería de la zona, va a vender, el que vende los clavos, lo mismo; el que construye algo va a ser del lugar. Todo esto tiene un movimiento económico, y además un movimiento cultural. Cuando esto sucede en una localidad chica, está involucrada toda la localidad”.
En el mismo sentido se expresó el director de la obra, Paco Giménez. “Esta propuesta del Teatro Nacional Cervantes es muy importante”, confirmó el creador y director del grupo de teatro independiente La Cochera, que el próximo año cumplirá 40 años y con el que desarrolló el proyecto. “A pesar de que yo trabajé mucho en Buenos Aires, siempre lo hice como parte de un equipo adaptado al teatro profesional de allá. En este caso se trata de producir acá, con nuestro equipo y nuestros proyectos, pero con condiciones que no son habituales. Para nosotros es muy relevante contar con los contratos que nos hacen, con la difusión que nos garantizan y con la cantidad de funciones que vamos a contar. Esta cruzada federal debería haber sido siempre así, desde hace muchos años. Esperemos que sigamos trabajando de este modo”. Mientras los filósofos duermen tendrá funciones de jueves a domingo a las 20:30 hasta el 30 de julio. Las localidades tienen un valor de $ 500.
La selección y curaduría de los proyectos que finalmente se estrenarán estuvo a cargo de Maite Aranzábal, María de los Ángeles “Chiqui” González y Carlos Leyes. Sobre los 109 proyectos evaluados destacaron lo siguiente: “Lo maravilloso de este proceso de selección, es la multiplicidad y su complejidad, la manera en que impacta en las propuestas, el territorio, las edades y formaciones artísticas, más las fusiones de distintos campos creativos que buscan lo nuevo entre lo cotidiano y lo simbólico, en la dramaturgia y también en la relación con los espectadores. Aparece muy claramente la búsqueda de la diferencia sexo/ genérica, los movimientos sociales, el feminismo, el trabajo perdido, la resistencia, el pasado de lucha y el futuro incierto. Se acentúa una nueva concepción de género y hay cruce con la danza, las tecnologías, el mundo de la imagen y el cine, la experiencia sensorial, la presencia de la muerte y los caminos sin final que propone imaginar, para darle tiempo y espacio a lo posible y lo imposible.”
Además de la obra estrenada el jueves en Córdoba, el 5 de mayo se estrenó De quién es el mar, de Astrid Urban en Santa Rosa, La Pampa y seguirá en cartel hasta el 30 de junio. Luego se estrenarán Otilia Buenaventura, proyecto de Luis Serradori en Monte Caseros, Corrientes; Los establos de Su Majestad, proyecto de Víctor Arrojo, en Las Heras, Mendoza; Hedda Gabler, proyecto de Edgardo Dib, en la ciudad de Santa Fe; Los lugares cambian, de Rodolfo Pacheco, en San Salvador de Jujuy, y Deus Ex Machina, de Ezequiel de Almeida, en Mar Azul, Provincia de Buenos Aires.
González Tuñón y el capitalismo
Mientras los filósofos duermen está basada en la obra teatral La cueva caliente de Raúl González Tuñón, publicada en 1954 y de la cual no se registran representaciones previas en los archivos consultados. El popular poeta fue un conocido militante comunista, y eso es parte del origen de la obra en que se basó este trabajo de Paco Giménez y el grupo de La Cochera. “Estaba en mi memoria una la mención a La cueva caliente que me había hecho una compañera en los años ‘70″, cuenta el director, “y el recuerdo se reavivó hace poco, cuando una amiga me lo regaló. Lo retomé mientras buscaba un texto para el grupo ‘Los que dijeron Oh!’, con el que trabajamos desde más hace 20 años. Al encararlo nos dimos cuenta de que este texto tiene muchos personajes y es complicado de abordar. Entonces respeté la fábula, pero recreando mucho del texto y recortando bastante su desarrollo. Para este trabajo fue fundamental la asesoría literaria de Eugenia Cabral, que nos dio a entender las asociaciones del texto, quién era González Tuñón y por qué escribió en los años ‘50 sobre el capitalismo”.
“La obra es una combinación de poesía y teatro y para nuestros ojos de hoy es excesiva. En tiempos de brevedad le hemos dado un tratamiento que nos permite retomar la parte política del texto y recuperar lo poético desde una propuesta más performática”. Esa mirada sobre la obra que plantea Paco Giménez es certera y esa poética del exceso, así como la iconografía farsesca, hacen que la fábula termine perdiendo frente a la potencia de la puesta en escena que construyó el director. El trabajo tiene en el uso de las luces y las sombras una de las claves en la construcción del mundo de la obra.
La historia ocurre en un tiempo y lugar ficticio en el que la primera revolución industrial convive con la hiper concentración extrema del dinero. Los jefes del hampa se reúnen para hablar de la crisis que atraviesan: no se pagan rescates a los secuestradores, la gente no tiene dinero que robarle, los mendigos son totalmente ignorados, los burdeles están vacíos. Invirtiendo las ideas de una sociología de bolsillo, estos parias del mundo no son hijos de las crisis económicas, sino que crecen en la prosperidad. Muertos de hambre, deciden enfrentar al Rey del dinero, dueño de todo en la ciudad, para exigir que mejore las condiciones de vida de la población. Así se recuperaría la rentabilidad del delito. Entre todos constituyen una alianza para derrotar a los obreros revolucionarios, aun cediendo a algunos reclamos, pero manteniendo la propiedad de los bienes.
Desde el primer momento luz y sonido se apropian de la construcción del mundo, subterráneo y oculto en los márgenes de la ciudad. El trabajo actoral se nutre de variados recursos corporales, y las voces por momentos adquieren materialidad y generan espacialidad. El espacio adquiere volumen y movimiento con recursos simples: una gran mesa, unas sillas, y distintas fuentes lumínicas (linternas, velas, antorchas). Con ellos, Giménez reconstruye el mundo y las tensiones entre el Rey del dinero, los reyes del hampa y los obreros revolucionarios. En medio de todo, ocurre la tradicional historia de amor entre la hija del todopoderoso y el líder de los trabajadores. Está contada con distintas escenas de mucha belleza, ya en el suelo, jugando con telas, ya a través de sombras proyectadas sobre una tela, entre otros dispositivos. En otros momentos cierto barroquismo se apropia los recursos escénicos siguiendo lo excesivo del texto y entonces no resultan a favor de la narración. A veces, mientras los filósofos duermen, en sus pesadillas, la racionalidad adquiere formas impredecibles.
Paco Giménez siempre fue un creador destacado por su libertad creativa y el riesgo que asume en cada una de sus puestas. Aquí no deja de apostar a ese modelo de trabajo, y el resultado es una combinación entre dos autores, González Tuñón y él mismo, cuya poética surge de decisiones de ese tipo. Frente a la opacidad de los trabajos que buscan el resultado esperado y la repetición, esto merece celebrarse.
Mientras los filósofos duermen se presenta en el Teatro Real (San Jerónimo 66, Córdoba Capital) de jueves a domingo a las 20.30 hs. El elenco integrado por Ernesto Salas, Mónica Morea, Sapo Heredia, Marcelo Trujillo, Jorge Ismael Juarez, Karina Juric, Javier López, Dimas Games, Josemar Bravo, Mario Gorostidi. Asistencia de dirección: Natalia Buyatti. Asistencia literaria: Eugenia Cabral. Escenotecnia: Pablo Chiaretta. Producción local: Marcelo Castillo. Dirección: Paco Giménez.
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