Un Kandinsky expoliado por el nazismo, centro de una disputa entre sus herederos y un banco alemán

“La vida colorida”, una pintura al temple de 1907, fue sustraída por los nazis durante la ocupación de los Países Bajos, según se determinó en el litigio entre los herederos y el banco alemán que posee el cuadro

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El cuadro “La vida colorida” de Kandinsky. Imagen proveída por el museo Lenbachhaus Museum de Munich, Alemania. (Lenbachhaus Museum via AP)
El cuadro “La vida colorida” de Kandinsky. Imagen proveída por el museo Lenbachhaus Museum de Munich, Alemania. (Lenbachhaus Museum via AP)

Una comisión independiente alemana recomendó que una pintura de Wassily Kandinsky que actualmente es propiedad del banco estatal de Baviera sea devuelta a los herederos de una familia judía que originalmente poseía la obra de arte.

Se puede recurrir a la comisión en casos de litigios sobre la restitución de bienes culturales confiscados por los nazis, especialmente judíos. En el caso de los herederos de Hedwig Lewenstein Weyermann e Irma Lewenstein Klein contra el Bayerische Landesbank, la comisión aconsejó que se devolviera a los herederos el cuadro de 1907 La vida de colores, del artista ruso Kandinsky.

Las recomendaciones de la comisión no son vinculantes, pero en la mayoría de los casos son seguidas por las partes una vez que han aceptado recurrir a ella para resolver el conflicto.

La gran pintura al temple muestra a un grupo de personas vestidas de colores en un prado, algunas comiendo o tocando música, mientras otras parecen bailar.

Wassily Kandinsky
Wassily Kandinsky

En su conclusión, la comisión dice que, desde noviembre de 1927, el cuadro pertenecía a Hedwig y Emanuel Albert Lewenstein, un matrimonio judío residente en Ámsterdam, y formaba parte de su extensa colección de arte. El cuadro se subastó el 9 de octubre de 1940 -pocos meses después de que la Wehrmacht alemana ocupó los Países Bajos- en una casa de subastas de Ámsterdam.

Antes de la subasta, la obra había sido prestada por la familia Lewenstein al Museo Stedelijk de Ámsterdam, de donde fue sustraída el 5 de septiembre de 1940 por orden del marchante de arte Abraham Mozes Querido, según informó la comisión en un comunicado.

“A pesar de años de investigación”, la comisión dijo que no había podido seguir el rastro del cuadro. “No se ha podido demostrar por iniciativa de quién se vendió el cuadro como parte de la herencia Lewenstein a la casa de subastas Frederik Muller & Co. en la subasta”, dijo la comisión.

Añadió que la obra fue adquirida por Salomon B. Slijper, cuya viuda la vendió al Bayerische Landesbank en 1972 por 900.000 florines neerlandeses. Desde entonces, ha estado en préstamo en la Staedtische Galerie im Lenbachhaus y en el museo Kunstbau de Múnich.

La obra había sido prestada por la familia Lewenstein al Museo Stedelijk de Ámsterdam, de donde fue sustraída el 5 de septiembre de 1940
La obra había sido prestada por la familia Lewenstein al Museo Stedelijk de Ámsterdam, de donde fue sustraída el 5 de septiembre de 1940

En el momento de la subasta de 1940, los hijos de Hedwig y Emanuel Albert Lewenstein -Robert Gotschalk Lewenstein y Wilhelmine Helene Lewenstein- habían emigrado a Estados Unidos y a la entonces colonia portuguesa de Mozambique, respectivamente. Sólo Irma Lewenstein Klein permaneció en Ámsterdam: era la esposa separada de Robert. Sobrevivió a la ocupación nazi y a la Segunda Guerra Mundial.

En la disputa sobre la propiedad del cuadro, el Bayerische Landesbank sugirió que Irma Lewenstein Klein lo había sacado a subasta en relación con su acuerdo de divorcio. Los demandantes, sin embargo, opinaban que la subasta del cuadro tuvo lugar en relación con la ocupación de los Países Bajos por los nazis y la persecución sistemática de la población judía que siguió.

Tras estudiar las pruebas históricas, la comisión concluyó que “el cuadro fue incautado como consecuencia de la persecución”. “La familia Lewenstein e Irma Lewenstein Klein fueron perseguidos como judíos” desde el comienzo de la ocupación alemana de los Países Bajos en 1940, declaró.

“No hay pruebas que apoyen la suposición de que Irma Lewenstein Klein dispusiera la entrega del cuadro por voluntad propia”, añade el comunicado. No hubo reacciones inmediatas por parte de los herederos ni del banco estatal bávaro.

Fuente: AP

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