Hitos, luchas y reivindicaciones en una muestra que capta los contrastes de la vida democrática

La exposición reúne imágenes de la sociedad argentina desde los 80 a la actualidad, en una antología que revela la complejidad de las cuatro décadas de democracia en la Argentina. Puede visitarse desde este miércoles en el Centro Cultural Kirchner

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La muestra "Sistemas de representación.
La muestra "Sistemas de representación. Fotografía y democracia 1983-2023" reúne imágenes de la sociedad argentina desde los años 80 hasta la actualidad (Télam)

En una nueva antología fotográfica que apunta a radiografiar la complejidad y los contrastes que trazan las cuatro décadas de democracia en la Argentina, a partir del miércoles se exhibe en el Centro Cultural Kirchner (CCK) una muestra con imágenes contrastantes que vinculan los reclamos por los desaparecidos, la represión y la vida placentera de integrantes del jet set, junto a hitos históricos como la guerra de Malvinas, el retorno a la democracia, el atentado a la AMIA, el crecimiento del neoliberalismo y la reciente pandemia.

La muestra, que reúne imágenes de la sociedad argentina desde los 80 a la actualidad, tiene lugar en un contexto donde parecen haberse puesto a prueba algunas de las conquistas, reivindicaciones y certezas que trajo la vida democrática: en el mundo –y ya no solo en la Argentina– la tolerancia a todo tipo de expresiones ideológicas supone hoy una habilitación para el crecimiento de los discursos de odio, la violencia, el negacionismo y las posiciones extremistas.

Titulada Sistemas de representación. Fotografía y democracia 1983-2023, la exhibición, ubicada en la sala 607 del sexto piso del CCK, se inicia con un prefacio integrado por imágenes icónicas del fotoperiodismo argentino que se transformaron en emblema de la lucha por los derechos humanos, como la foto de Adriana Lestido donde se observa la foto de una integrante de Madres de Plaza de Mayo que reclama por su hijo, o “El siluetazo” de Eduardo Gil, de 1983. A estas se suman fotos de Eduardo Longoni, donde aparece Jorge Rafael Videla arrodillado en actitud de rezo, en una homilía en la Catedral Metropolitana; una manifestación de integrantes de organismos de Derechos Humanos en una Plaza de Mayo inundada por efecto de una lluvia incesante, de Daniel García, y la imagen de un hecho de represión donde integrantes de las fuerzas de seguridad se llevan a la rastra a un joven.

La exhibición en el CCK
La exhibición en el CCK expone fotografías realizadas por Adriana Lestido, Eduardo Longoni y Marcos López, entre otros (Télam)

En oposición a este universo, aparecen fotografías de Lucrecia Plat y Daniel Merle que reflejaron con sus cámaras figuras del jet set porteño en los boliches Mau Mau y New York City, disfrutando de música, cócteles y encuentros sociales. “Es el contraste de gente que la estaba pasando muy bien y otra parte de la sociedad que no”, dice el curador Francisco Medail, en una recorrida junto a la agencia Télam. Imágenes de Alicia D’Amico bajo el título “Podría ser yo, los sectores populares en imagen y palabra”, configuran una síntesis en relación a los 80, donde las imágenes corresponden a “un registro heterogéneo de la sociedad donde hay esperanza por un lado, en relación a la infancia en un contexto democrático, y a las primeras luchas feministas que hacen contraste con la desocupación, la realidad de jubilados empobrecidos, la lucha de los obreros fabriles, la asistencia a través de la Caja PAN, que permite hacer una síntesis de lo que fueron esos años, explica Medail.

Las 25 fotos de este sector de la muestra forman parte de un un proyecto por el que D’Amico fue convocada para un libro de los sociólogos Elizabeth Yelin y Pablo Vila que se propusieron registrar a los sectores populares en ese momento. Imágenes de Lucila Quieto, hija de Carlos Quieto, militante de Montoneros desaparecido en dictadura, está presente en un collage que hace la artista, con fotos de su padre y de ella misma, con las que busca recuperar una figura de su padre, que para ella fue una ausencia constante.

La muestra fotográfica busca representar
La muestra fotográfica busca representar la complejidad y los contrastes de las cuatro décadas de democracia en la Argentina (Télam)

La emblemática foto del Río de la Plata de Marcelo Brodsky, militante de Derechos Humanos cuyo hermano fue desaparecido en dictadura, también aparece en esta conmovedora muestra. Al igual que las del tucumano Julio Pantoja, quien retrata a jóvenes hijos de desaparecidos. La densidad del clima de la ESMA, antes de su transformación en lo que hoy el Centro Cultural Haroldo Conti, aparece rescatada en bellas imágenes de Inés Ulanovsky, quien rescató ambientes y momentos previos a la intervención de lo que fue ese sórdido espacio.

La icónica fotografía de Julio López con los ojos cerrados, de Helen Zout –santafesina que reside en La Plata– también forma parte de esta exhibición que evoca los Juicios por la Verdad, en los que por testimonios de las víctimas surgieron procesos penales a represores y criminales como el cura Cristian von Wernich y el policía Miguel Etchecolatz, junto a otros responsables del Terrorismo de Estado cometido en la Argentina. Zout recuerda que visitó varias veces a Julio López en su casa donde mantenían largas conversaciones y “en medio de ese relato él cerraba los ojos recordando, a veces parecía que se iba a poner a llorar”.

La muestra fotográfica también evoca
La muestra fotográfica también evoca los Juicios por la Verdad, apartado en el que se encuentra la icónica fotografía de Julio López con los ojos cerrados realizada por Helen Zout (Télam)

Junto a esta imagen, se observa la casa de un represor, intervenida con impactos de pintura por integrantes de Hijos, en un momento cuando en los 90, luego de que un grupo de represores fueron beneficiados con la prisión domiciliaria o la sanción de las leyes de Obediencia de Vida y Punto Final. La guerra de Malvinas y las imágenes de los veteranos en la cámara de Juan Travnik junto a fotografías de Gerardo Dell’ Oro, quien viajó a las islas y realizó una impactantes fotografías, donde hasta se cuela el frío, la oscuridad y el misterio de un territorio insular vedado a los argentinos.

Los 90 se inician con fotografías de Marcos López, con imágenes de su serie “Pop latino”, que incluye “La ciudad de la alegría” (1993): la multiplicación de pancartas con el rostro de Carlos Menem, en un momento que comenzaba su largo mandato presidencial, daba a estas grotescas puestas en escena un tono decididamente político. López transformó la propaganda triunfalista del gobierno en farsa, con la promesa presidencial de un ingreso sin escalas al primer mundo. Otra de sus obras, “Carne argentina” –una hamburguesa que irónicamente responde a una empresa multinacional– “contrasta con fotografías de la represión del 19 y 20 de diciembre de 2001, en la Plaza de Mayo para jugar con la idea del liberalismo y la libertad de importaciones carne argentina, donde además se ve un graffiti que dice dólar, explica Medail.

Las imágenes vinculan los reclamos
Las imágenes vinculan los reclamos por los desaparecidos, la represión y la vida placentera de integrantes del jet set, junto a hitos históricos como la guerra de Malvinas, el retorno a la democracia, el atentado a la AMIA, el crecimiento del neoliberalismo y la reciente pandemia (Télam)

Cerca de estas, en “El cuarto oscuro de la memoria”, Hugo Aveta hace un proceso sobre la imagen de la represión del 2001 logrando una fotografía fantasmagórica donde aparecen difuminadas las figuras de integrantes de la policía montada por la calle, yendo hacia un fondo que se abre en una luz verde. Junto a estas fotografías, un video de Gabriela Golder recuerda el saqueo de un supermercado chino del 2001. En cámara lenta se ve cómo el dueño saca la mercadería a la calle para evitar que destruyan el lugar y la gente se sube a la montaña de mercadería, logrando imágenes muy impactantes. Santiago Porter, en un trabajo vinculado a la AMIA, hace retrato de familiares y de un objeto que perteneció a la víctima, tematizando a la persona que murió. Un ejemplo es el caso de Silvina Rodríguez, asistente social que trabajaba desde hacía 8 años en la Amia, el viudo y la hija, una cámara.

Los 90 el cuerpo como disidencia, donde se destacan obras de la serie “Cóctel”, de Alejandro Kuropatwa, quien murió en 2003 de sida, y él con esas imágenes –una de las cuales es un pimpollo rosado con una pastilla en la parte superior– evoca el famoso cóctel contra la enfermedad, logrado en 1996, con el que se logra indetectabilidad del virus. Las imágenes vuelven sobre el juicio a las Juntas, con obras de RES, quien “va al juicio contra Massera y con una cámara de placa antigua dispara en el momento en que le dictan la condena a perpetua al dictador. Massera aparece sentado en el banquillo de los acusados con cara de póker y varios genocidas más”, explica Medail.

Fotografías de Agustina Triquet recuerdan un acuartelamiento de la policía de Córdoba en 2013 y hechos de justicia por mano propia de la población, que aparece también en registros de cámaras de video, a lo que se suma un karaoke con una canción que reproduce el tema “Beso a beso”, de la Mona Giménez, pero con una letra que toma lo que gritaba la gente en esos linchamientos públicos, como “Matá a ese negro, matá a ese negro”.

La exhibición "Sistemas de representación.
La exhibición "Sistemas de representación. Fotografía y democracia 1983-2023" está curada por Francisco Medail (Télam)

El primer cacerolazo de 2012 que se hizo en el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, aparece en imágenes de Cecilia Estalles, fundadora del Archivo de la Memoria Trans. La artista sube el álbum a Facebook, y junto al éxito que recoge su registro también recibe amenazas, teniendo que dar de baja el álbum. Cuando se decide el gran cacerolazo del 8 N –en queja porque se pueden comprar hasta 2500 dólares por mes– muchos colegas se solidarizan con Estalles y surge el colectivo M.A.F.I.A. (Movimiento Argentino de Fotógrafxs Autoconvocados).

Imágenes icónicas de Federico Paladino, que llevan por título “88 pedazos”, representan el registro de las piedras que se tiraron el día que la población protestó contra la reforma jubilatoria del macrismo, en diciembre de 2017, demostrando el poder popular ante una política de ajuste, y la defensa de ciertos valores. La pandemia aparece con imágenes de Flavia Da Rin, quien en marzo de 2020 previsualiza de manera irónica y humorística esos largos meses de encierro. Hace autorretratos que, con mucha posproducción, parecen dibujos, en los que aparece tirada en la cama, fumando y comiendo al mismo tiempo, vestida con jogging, junto a pastillas de Rivotril. “Es una forma de traer la pandemia a la muestra sin caer en imágenes tan vistas, que desde el humor invitan a sanar”, dice Medail.

La muestra termina con un epílogo de dos imágenes: una de Gabriel Valansi, quien con un lenticular, que da la sensación de una imagen en movimiento, toma la foto de una explosión de la bomba de Hiroshima donde hay árboles que se incendian en un furioso tono naranja, logrando una imagen bastante catastrófica, que aparece en contraposición a un collage digital de Manuel Fernández, casi surreal, donde hay un pilar en el medio de un mar revuelto. “Estas piezas vienen a hacernos pensar cómo salimos de la encrucijada actual: tratando de ponernos de acuerdo en el medio de la tormenta o, por el contrario, prendiéndonos fuego”, concluye Medail.

*La muestra podrá visitarse en el CCK, ubicado en Sarmiento 151, de la Ciudad de Buenos Aires.

Fuente: Télam S.E.

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