El Teatro Colón será el centro de un acontecimiento –así, a secas, “acontecimiento”– este martes 13 y miércoles 14. Por varias razones, se podría decir. La primera (y que se puede comprobar rápidamente al revisar la programación mensual del teatro más importante del país) es la representación por primera vez de la ópera Einstein on the Beach, creada por Robert Wilson y Philip Glass en 1976 y que se ha convertido ya en un clásico de la música contemporánea. Será el estreno no solamente argentino, sino latinoamericano.
Se debe aclarar que no se trata de una ópera al estilo Verdi, por señalar algún compositor célebre y consagrado, sino de la primera ópera minimalista llevada a los grandes escenarios. Por caso, Philip Glass formaba parte de una camada de músicos jóvenes seducidos por el minimalismo y llevaba, en su primera época, esa atmósfera musical a límites extremos. Robert Wilson tampoco escapaba a las audacias de la vanguardia en su rol de dramaturgo y director teatral. Einstein on the Beach consagró a ambos.
Esta es la primera vez que se realiza una puesta de la obra en el país, dirigida por Martín Bauer y con la dirección musical del francés Léo Warynski. Desde 2018, los autores de Einstein on the Beach permiten que se hagan puestas distintas de la original de 1976 y, ni lerdos ni perezosos, los hacedores locales de la ópera minimalista fueron por todo. De esta manera, el cine –tanto mediante proyecciones de piezas especialmente filmadas para la ocasión como el uso de las cámaras en vivo durante las funciones– será responsabilidad de Alejo Moguillansky, uno de los directores jóvenes más respetados en el mundo audiovisual y ganador del BAFICI en 2022 por su película La edad media, entre otros galardones.
El coreógrafo Carlos Casella es un artista multifacético -desde musicales en la calle Corrientes y espectáculos performativos- que se hace cargo del diseño de la danza en el escenario central del teatro. El reconocido tenor venezolano Iván García –quien esta vez no cantará, sino que será el narrador del texto original–. Las prestigiosas actrices Analía Couceyro y Maricel Álvarez, que provienen de la escena independiente, conforman el grupo de intérpretes centrales de la obra. Una primera plana a la que hay que agregar el coro, el cuerpo de baile, la dirección de iluminación y una orquesta que le da vida a la partitura de Philip Glass.
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De qué se trata Einstein on the Beach
Esta es la esencia misma de Einstein on the Beach: una ópera minimalista sin trama cuyo centro brinda la posibilidad de que el espectador encuentre una experiencia estética. ¿Pero de qué trata Einstein on the Beach? Bueno, como la noventosa serie Seinfield, trata sobre nada. Es decir, desde la imagen del genio de la física del siglo XX cuyos conocimientos, a la vez, fueron esenciales a la hora de desarrollar la bomba atómica, en la arena frente al mar; se desarrolla un guión que dividido en cuatro actos y nueve escenas que apuntan desplegado en el escenario mediante las diversas disciplinas que se dan cita y que deberían propiciar una experiencia personal a cada espectador. Al leer el guión y haber visto representaciones filmadas en diversas oportunidades, este cronista tuvo una sensación similar a ver por primera vez Mulholland Drive, de David Lynch, aquel magnífico film que se estrenó en la Argentina bajo el título El camino de los sueños. ¿Se podría decir que es una traslación contemporánea en el campo de la ópera de aquella frase fundadora del surrealismo: “El encuentro fortuito de una máquina de coser y un paraguas en una mesa de disección”? Quizás.
Lo cierto es que cuando la obra se estrenó en 1976 en el Metropolitan Opera House de New York la crítica publicada en The New York Times decía: “La música de Mr. Glass es sensacional, literalmente. Es casi más monótono que el de Bach —sí, hay elementos de fuga— y, lo que es más importante, a veces casi tan interesante. Usa frases musicales repetitivas como luces que parpadean constantemente, y usa el ruido como si fuera música”. Y luego: “La belleza visual de la obra no se puede enfatizar lo suficiente. Cada momento de una obra de teatro de Wilson es un cuadro o una imagen, y siempre extraño. En una escena, no sucede nada, excepto que un rectángulo de luz se levanta gradualmente, casi imperceptiblemente. Asciende al cielo y desaparece. Y eso, curiosamente, es arte. Es teatro. Si miras algo, miras en trance. Hay aquí una tensión dramática que el teatro rara vez logra.”. Para finalizar: “Nunca lo olvidarás, incluso si lo odias. Lo cual es un atributo muy raro en la obra de arte. Hoy en día”.
Infobae Cultura conversó con Martín Bauer, director de la puesta argentina de Einstein on the beach, para conocer un poco más acerca de qué se podrá encontrar el espectador en el teatro Colón, este martes y miércoles.
—La música de la obra, que se estrenó en 1976, fue compuesta por Philip Glass y parece marcar un lugar especial en su propia trayectoria ¿Cuál es tu impresión?
—En mi recuerdo aparece el Philip Glass de una etapa minimalista que para mí es la más rica, que quizás terminó con este Einstein y que después tuvo una etapa que se podría llamar maximalista absolutamente. Por eso también la importancia de esta ópera, que es una creación conjunta con Robert Wilson, que hacía cosas en conjunto con Allen GInsberg, con David Bowie, que en esa época le ponía un carácter experimental al asunto escénico. Einstein on the Beach fue muy discutida. Es una ópera que no tiene jerarquías: está firmada por ellos dos, pero yo te podría decir que aparece un quiebre en la evolución de Glass y de Wilson, de ambos artistas. Einstein on the Beach es una irrupción. Podemos hacer esta versión porque Wilson lo permitió, liberó los derechos escénicos, pero tiene su impronta de construcción que es una culminación de su propia evolución, de todo un trabajo con la escena. Cuando se estrenó iban todos sus amigos del Downtown al Metropolitan cuando era una época muy compartimentada.
—El guión tiene una estructura extraña, no narrativa, con pasajes poéticos muy hermosos y otros coros más raros aún, por ejemplo, donde se nombra a cada uno de los Beatles, menos a Ringo Starr.
—En la concepción de Wilson hay mucho de la herencia de Merce Cunningham y John Cage. Es todo un trabajo de conjunto que también se establece entre la danza y la música que, contrariamente a lo que pasa en algunas óperas, no tiene esa tradición de jerarquizar, o sea, no es más importante la danza que la música ni la música que la danza. El trabajo de Glass es muy complejo y es muy exigente para el que escucha, eventualmente, pero no te puedo explicar para el que toca.
—¿Y por qué llega ahora a la Argentina?
—Tanto Jorge Telerman, el director del teatro Colón, como yo la teníamos en la cabeza hace muchos años. Jorge habló con la gente de Wilson, oportunamente, y pasó algo muy venturoso: que Wilson habilitó los derechos escénicos, dijo: “Okay, puede haber una versión escénica que no sea la mía” y, luego, el momento del teatro que permite hacerlo. Eso es clave. Digamos, el teatro está en una dirección donde Einstein on the Beach entra dentro de su lógica institucional, si no es imposible. Es una decisión política en términos de lo que es la política cultural del Teatro Colón. Y es compartida, digamos por qué Jorge y yo pensamos muy parecido en este punto. El aval de la dirección es fundamental. Y es un desvío del lugar común, pero que no se confunda, no digo que la programación habitual sea un lugar común, sino que cuando se puede provocar un desvío del lugar común es una suerte, es una fiesta, una bendición.
—Esta puesta tiene un fuerte acento en la cuestión técnica.
—Hay un trabajo escenográfico y de luz muy fuerte de Matías Sendón y Mariana Tirantte y un trabajo cinematográfico muy fuerte, muy presente, de Alejo Moguillansky, que no ocupan toda la ópera, sino que ocupa desde el comienzo hasta un momento. Reproducimos ese trabajo multidisciplinario, como se dice ahora, pero yo lo llamaría “por capas”, desjerarquizado. Lo llamaría así, a mí me gusta tanto donde no hay jerarquía. Entonces es un conjunto de ideas que avanzan juntas en el tiempo, en el que a veces narra el texto, a veces narra, la luz, a veces narra la imagen de Alejo, a veces la música, y así. Hay muchos recursos que componen la obra. Por ejemplo, Alejo filma la transmisión en vivo de escenas, pero también filma en el momento y proyecta media hora después. Es un trabajo que exige a todo el mundo y a Alejo le demanda mucha concentración porque tenés que tener un repertorio de materiales, tenés que administrarlo y tenés que ver cómo, porque no es un cine, obviamente.
—También está el elenco que no es común al Colón.
—Absolutamente, la decisión fue tener dos actrices que representan cabalmente el teatro de Buenos Aires, que es algo muy venturoso. Y también está Iván García, que es un barítono, un gran cantante, pero que no canta en este caso, actúa, es decir, narra, por así decirlo. En casi toda la obra de Wilson, en su puesta, está centrada en dos actrices o dos narradoras, en cambio, en la nuestra hay mucha participación de Iván. Pasa lo mismo con Carlos Casela, que hace la coreografía. Y todo ese amplio conjunto de artistas. Para mí, Einstein on the Beach es como una larga conversación, larga o infinita, si querés, porque ya venimos hablando hace muchísimos años. Nos toca ahora hacer esto, pero venimos conversando, no importa de qué venimos conversando y la conversación no se detiene, no se interrumpe, nos vamos a seguir hablando como hablan los amigos.
—Si tuviera que decirle a un espectador con qué se va a encontrar al comprar su entrada para la función, ¿qué le diría?
—Les diría que vayan porque me parece que la obra es buenísima y que la versión que hacemos también. Que es muy abstracta, que tiene su digamos su contenido, por supuesto, pero no hay una trama, no hay personajes, sin embargo, ahora que te estoy contando esto, hay un final que resignifica todo lo que se ve en la obra. Al decirle esto al público es como si yo estuviera delirando, pero hay que decir que se van a encontrar con algo muy sólido y sorprendente en general. A mí me parece una obra formidable. Sí, no hay historia, pero hay referencias, claramente. Alejo tiene que ver con el cine experimental, pero es un atento espectador del cine clásico. Esa conversación de materiales clásicos que tienen la potencia permanente de los materiales de vanguardia o abstractos está presente. Me parece que vale la pena sugerirle al público que se sumerja en esta aventura.
Einstein on the Beach, de Bob Wilson y Philip Glass (Estreno latinoamericano).
Director musical: Léo Warynski. Director de escena: Martín Bauer. Dirección cinematográfica: Alejo Moguillansky. Coreografía: Carlos Casella. Diseño de vestuario: Luciana Gutman. Concepto escénico: Mariana Tirantte y Matías Sendón. Electrónica: Sebastián Rivas. Intérpretes: Maricel Álvarez, Analía Couceyro, Iván García. Soprano Solista: Carla Filipcic-Holm. Bailarina Solista: Marina Giancaspro. Bailarín Solista: Gustavo Lesgart.
* Martes 13 y miércoles 14 de junio, 20h. Sala Principal, Teatro Colón (Cerrito 628, CABA)
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