Caetano Veloso y la presentación de “Meu Coco”: el show feliz de un artista que jamás queda detenido en el tiempo

El inoxidable músico bahiano actuó en Buenos Aires ante unos 8.000 espectadores y desplegó un espectáculo compuesto por temas nuevos y varios clásicos. Hubo homenajes a Joao Gilberto, Rita Lee y Gal Costa

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Caetano interpretó "Volver a los 17", de Violeta Parra. Nunca antes de esta gira había incluido este tema en su repertorio. (@trigogerardi)
Caetano interpretó "Volver a los 17", de Violeta Parra. Nunca antes de esta gira había incluido este tema en su repertorio. (@trigogerardi)

“Pido disculpas porque no sé la letra, aún no la aprendí. No sale muy bien pero lo importante es que yo quiera cantarla”. El hombre vestido de blanco que está arriba del escenario cumplirá en agosto 81 años pero acaba de interpretar Volver a los 17 y muestra cierta incomodidad consigo mismo por no haber alcanzado la perfección. Caetano Veloso dice que nunca antes de esta gira había cantado el clásico de la chilena Violeta Parra; que aunque sus amigos universitarios la cantaban cuando eran jóvenes, esta “canción seria, respetable” no era de su interés en su momento, que él estaba en otra cosa, en otra búsqueda. Pero que ahora sí, que ahora quiere cantarla y que finalmente eso es lo que importa. El ensayo de disculpa puede entenderse como la definición de una persona que desde hace décadas hace música sin permanecer detenido en el tiempo. Un artista que prueba, que cambia, que se redefine constantemente. Un artista integral.

El público que colmó el estadio Movistar Arena en la noche del viernes -unas 8.000 personas, según los organizadores- estaba integrado por seguidores y fans del bahiano, que es músico pero también activista de diversas causas, símbolo de libertad y creación, ciudadano que siempre muestra sus cartas, artista amado y respetado que fue víctima de la censura pero también ídolo de grandes audiencias que acompaña con sus canciones a varias generaciones de latinoamericanos desde mediados de los 60.

En agosto Caetano Veloso cumplirá 81 años. (@trigogerardi)
En agosto Caetano Veloso cumplirá 81 años. (@trigogerardi)

La gira post pandemia presentación de Meu Coco, el disco con canciones nuevas que llegó en 2021, casi una década después de Abraçaço, será, posiblemente, la última porque así lo decidió Caetano. Según dijo, en esta etapa de su vida quiere atardeceres en los jardines de su casa y ya no más la exigencia de las rutas. El amor de Buenos Aires por su arte (esta noche Rosario seguramente lo abrazará con la misma intensidad) podría ser una hermosa tentación para postergar ese final.

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La gente le hablaba, le decía frases amorosas, todo era admiración y respeto. El clima era, en un sentido, el de un reencuentro familiar y el show fue perfecto, feliz. Y esa felicidad llevó al público a escuchar con atención y también a bailar en lo que fue un cruce ideal entre lo más nuevo de sus composiciones (Meu Coco, Noite de Cristal, Nao Vou Deixar o Sem Samba Nao Da) y temas clásicos como Menino do Rio, Cajuína, Lua de Sao Jorge o el siempre celebrado O Leaozinho. Esa mezcla riquísima entre lo nuevo y aquellos temas que el público ya asume como propios conforma un espectáculo que cumple con las expectativas de todos sin recurrir a la pereza demagógica de armar una noche de grandes hits.

Y es que Caetano y elegancia serán siempre sinónimos.

En sus espectáculos, Caetano charla, cuenta, recuerda. Así como puede comentar el premio Mercedes Sosa que acaban de entregarle en la Cancillería argentina, habla de los 50 años de Transa, posiblemente su disco más perfecto en términos musicales, el que compuso en Londres en 1972. Y entonces canta y dice You Don´t Know Me. Pero sí, lo conocemos.

Tradición, modernidad, samba, psicodelia, bossa nova y rock, eso es Caetano Veloso. (@trigogerardi)
Tradición, modernidad, samba, psicodelia, bossa nova y rock, eso es Caetano Veloso. (@trigogerardi)

Como ocurre con sus espectáculos, el show fue mucho más que el sonido y la calidad de la música aunque no por exceso de puesta sino todo lo contrario. Es el minimalismo lo que conmueve en su refinamiento: el juego de luces, la escena despojada, los gestos (las manos huesudas y de dedos largos que se despliegan y hacen magia en su agitar; su habitual postura con una de sus piernas flexionadas mientras el otro pie hace tierra por segundos en una postal de suspensión del tiempo), su figura en el centro, sentado y abrazando la guitarra.

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El show fue también el vestuario del músico, en el que un traje y una camisa de lino blanco y un par de zapatillas de cuero crudo sintetizan la delicadeza y la unidad entre la estética elegida y la música, un sincretismo que amalgama tradición, modernidad, samba, psicodelia, bossa nova y rock. No hay nada librado al azar, todo es Caetano, su encantamiento, y el tropicalismo, esa forma del arte que persigue lo nuevo aún en lo conocido, lo experimentado.

Hubo a lo largo del show citas y homenajes como testimonios de amor y dolor por las ausencias. Caetano arrancó el concierto con Avarandado, en recuerdo de Joao Gilberto y cantó Sampa, su memoria de Ipiranga y la avenida Sao Joao, en San Pablo, aunque esta vez hubo una diferencia sustantiva cuando entonó unos versos que siempre despertaban el entusiasmo del público, esos que dicen “Ainda não havia para mim Rita Lee/ A mais completa tradução”. Y es que a partir de la muerte de la gran artista paulista, ese fragmento se revistió de una melancolía mayor. Ya no es solo la juventud de Caetano la que quedó atrás.

En el concierto hubo homenajes a Joao Gilberto, Rita Lee y Gal Costa. (@trigogerardi)
En el concierto hubo homenajes a Joao Gilberto, Rita Lee y Gal Costa. (@trigogerardi)

En ese registro de ofrenda también cantó Baby, el tema que alguna vez le regaló a su amiga Gal Costa y que significó uno de los mayores éxitos de la cantante, que murió en noviembre de 2022. Un detalle que no es menor: ninguno de estos homenajes pasó por la solemnidad o el drama. Lo importante, diría Caetano, es tener ganas de cantar las canciones y fue así como se sintió.

El espectáculo sonó redondo: la banda compuesta por músicos jóvenes (todos de alrededor de 30 años), desde los sintetizadores de Rodrigo Tavares; la guitarra de Lucas Nunes, también director musical del grupo y la percusión desde las manos de Kainã do Jêje y Thiaguinho da Serrinha le dio un entorno de potencia a la delicadeza de la voz de Caetano, esa que algunos de nosotros, parafraseando al general, llevamos desde siempre en los oídos como una de las formas más distinguidas de la belleza.

La impresión, luego de volver a verlo y a escucharlo, es la de estar ante una persona grande y muy inteligente que ha conseguido adaptar sus espectáculos a su energía de la hora. Canta más bajito, sí, pero la calidad de su voz sigue intacta. La comunicación con el público sigue siendo el mismo romance de ida y vuelta; su cuerpo, más delgado con los años, y deliberadamente menos expuesto y exigido, conserva el magnetismo de su figura esbelta y ligera.

La banda de músicos jóvenes que lo acompañó sonó potente y adecuada para acompañar la voz del bahiano. (@trigogerardi)
La banda de músicos jóvenes que lo acompañó sonó potente y adecuada para acompañar la voz del bahiano. (@trigogerardi)

Su sensualidad no desapareció con la edad: a Caetano hoy le alcanza con empujar levemente una cadera o con bailar arrastrando chiquitito los pies mientras agita las alas, digo, los brazos (como en Reconvexo), para encender multitudes. O con la sonrisa de su boca de dientes plenos y con la mirada que regala alegría detrás de los anteojos redondos y metálicos.

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Como la felicidad se contagia, un festival de sonrisas era justamente lo que se veía a la salida del concierto, que tuvo varios bises: ya dije antes que el clima previo y el mismo show se vivieron como la felicidad de un reencuentro familiar muy esperado. Algo muy parecido a la plenitud se respiraba después del show. Y es que todos los que estábamos ahí tenemos recuerdos asociados a las canciones de Caetano, gurú y belleza pura.

Una postal en el estribo

No soy crítica de música, apenas una fan más y, aunque no tengo registro de cuándo escuché a Caetano por primera vez ni de la cantidad de veces que tuve la fortuna de verlo en vivo, sí tengo muy presente el momento en el que su música y sus palabras me aliviaron el dolor y la ansiedad, a la manera de un rezo laico.

Ocurrió cuando esperábamos para que me llevaran a la sala de partos porque estaba por nacer mi hija y le pedí a W. que me cantara algo de Caetano para calmarme. El eligió un tema conocido, hermoso, en el que alternaba con silbiditos y tarareo cuando necesitaba cubrir los baches de su memoria.

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Mi hija nació pocas horas después, preciosa y saludable.

Mientras la miraba por primera vez, mientras buscaba entrar en contacto con esa chica que iba a revolucionar mi vida y la de todos nosotros, en mi cabeza aún resonaba el “Vocé e Linda/ E sabe viver/ Você me faz feliz” que su papá me había cantado bajito durante aquellos minutos eternos en los que el mundo se había convertido en un interrogante.

Salve, Caetano.

Caetano conserva el magnetismo de su figura esbelta y ligera. (@trigogerardi)
Caetano conserva el magnetismo de su figura esbelta y ligera. (@trigogerardi)

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