Una perra robot defeca críticas de arte hechas con inteligencia artificial

AICCA, la escultura performativa del artista alemán Mario Klingemann, analiza obras y expresa una opinión “en un vocabulario pretencioso que imita la forma de hablar de los críticos”

La perra AICCA es capaz de generar críticas de arte de las obras que observa mientras se mueve de manera autónoma por museos (EFE/ Jennifer Gomez)

Un perro robot analiza obras artísticas con inteligencia artificial y defeca las correspondientes críticas; es AICCA (Artifically Intelligent Critical CAnine), una “escultura performativa” del artista Mario Klingemann, que “tiene parte de espectáculo y de provocación, como todo tipo de arte”, admite.

“El robot reconoce obras de arte a partir de lo que ha observado antes, y si las considera originales las analiza desde un punto de vista de composición, color y forma”, ha explicado el artista alemán en Espacio SOLO, donde ha presentado al robot AICCA, un pequeño perro blanco situado en una plataforma con ruedas.

El artista, que define esta obra como una “escultura performativa”, ha puesto al pequeño perro robot a analizar uno de los cuadros ubicados en el espacio artístico, la pieza “#18″, de David Oliver, que firma como Grip Face.

Tras caminar y detenerse dos minutos frente a la obra, el robot ha expulsado un papel por su parte trasera, en el que estaba escrito: “Está colapsado, el cuerpo parece estar en un estado de colapso perpetuo, como si todas las articulaciones hubieran sido retorcidas”.

Fue creada por el artista alemán de IA Mario Klingemann (EFE/ Jennifer Gomez)

Klingemann ha explicado que “la intención es que se exprese en un vocabulario pretencioso que imite la forma de hablar de los críticos” de arte.

El alemán plantea en esta obra algunas de los temas que vertebran su producción: la robótica, el comportamiento del ser humano y el desarrollo de la inteligencia artificial, haciéndolo esta vez desde el humor y poniendo sobre la mesa un debate sobre la crítica de arte.

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Mediante una cámara entrenada para ver cuadros y situada en uno de sus ojos, el robot almacena imágenes en el pequeño ordenador de su interior para después enviarlas a la nube, es decir, “generando un ‘prompt”, palabra que define en inteligencia artificial las indicaciones a seguir previas a realizar una acción, en este caso, el análisis.

Mario Klingemann posa junto a la perra AICCA (EFE/ Jennifer Gomez)

Aunque es la primera vez que incorpora robóticas complejas en su arte, Klingemann es precursor en utilizar la inteligencia artificial en sus obras. Produjo Memories of Passerby en 2018 a partir del uso de algoritmos, y recibió el premio Lumen Prize Gold Award, previo a la mención honorífica en Ars Electronica en 2020.

Algunas de sus obras se han exhibido en museos como el Centro Pompidou o el Barbican. Espacio SOLO, donde ha presentado esta obra, comulga con la filosofía del artista, y así lo ha dicho durante la presentación el director creativo de la colección, Óscar G. Hormigos, que identifica el espacio como “lugar de apoyo a las tecnologías”.

“Desde nuestra visión la inteligencia artificial es una herramienta. Ahora mismo, pone todo en duda y despierta visiones apocalípticas pero, al final la fotografía no mató a la pintura, ni el cine mató a la fotografía”, ha opinado sobre la llegada de la inteligencia artificial al arte.

Fuente: EFE

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