En una exposición en Londres en torno a unas enigmáticas telas de araña, el artista argentino Tomás Saraceno denuncia un “colonialismo energético” que mediante “falsas soluciones” como las baterías eléctricas de litio perpetúa la sobreexplotación minera y el “desequilibrio” Norte-Sur.
En una sala oscura, cinco enormes telarañas -algunas recientemente tejidas por arañas en la capital británica, otras traídas desde Berlín donde vive el artista- centran Web(s) of Life, que la Serpentine Gallery muestra en los jardines de Kensington desde este jueves y hasta al 10 de septiembre.
“Las telas de araña se encuentran en todas las casas y me parece que marcan el lugar donde empieza la naturaleza”, explica Saraceno. “Tratamos de pensar que el humano de alguna forma puede vivir sin el planeta, pero las arañas no pueden vivir sin la tela”, agrega.
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“Como estas obras tridimensionales, la ciencia, la política y el arte se podrían entrelazar mucho mejor” para transformar nuestra relación con el medioambiente, considera. Seguramente hablen de ello cuando el 23 de junio sea recibido por el papa Francisco en el Vaticano, aunque aún asegura no saber qué va a decirle.
“Vamos a ver qué sinergías se producen”, afirma, reconociendo que al ser informado de que tenía una audiencia con el pontífice pensó “no puede ser, me están haciendo una broma”.
Ocurrió apenas dos semanas después de empezar a preparar la muestra, que incluye un viejo confesionario habitado por una araña ante cuya compleja tela se pueden sincerar los visitantes. Fue “por pura casualidad”, reconoce, “pero yo digo que no hay casualidades en la vida”.
El manifiesto de Tomás Saraceno
La exposición entreteje diferentes culturas “que tienen relaciones con la naturaleza que ya son sustentables”, explica el artista.
Van desde unos adivinos tribales en Camerún que interpretan el comportamiento de las arañas, hasta las comunidades indígenas de Jujuy, en Argentina, y su denuncia de la explotación de los recursos hídricos para la extracción del mineral imprescindible en la fabricación de baterías para teléfonos celulares y automóviles eléctricos.
“No estamos de acuerdo con la minería del litio (...) están engañando al mundo diciendo que necesitamos el trabajo, pero no es verdad, nosotros tenemos nuestra economía”, aseguró Verónica Chávez, representante del Santuario de Tres Pozos, una de las comunidades que colaboraron con Saraceno para la exposición.
En una de sus cinco salas, se proyecta un documental sobre el vuelo en 2020 en Salinas Grandes de una activista llevada por un globo aerosolar con la inscripción “El agua y la vida valen más que el litio”.
Fue reconocido como el primer vuelo humano libre de combustibles fósiles, helio e hidrógeno, y se inscribe en una investigación impulsada por Saraceno en busca de nuevas formas de movilidad.
Frente a la galería londinense, los visitantes pedalean sobre unas bicicletas para generar la energía que les permite escuchar la lectura de un “manifiesto por una transición energética” que no perpetúe el “desequilibrio” entre el Norte y el Sur globales.
Este llama a “rechazar las falsas soluciones que vienen con las nuevas formas de colonialismo energético”, como una fabricación insostenible de baterías de litio.
Una exposición “viva”
“Los que están sufriendo y van a sufrir” por el cambio climático “no son responsables de toda la emisión de carbono que está en la atmósfera” y “al mismo tiempo cuando ahora el Norte global quiere hacer la transición energética sufren de nuevo porque van, como hace 500 años, a explotar y a colonizar territorios que no son de ellos”, denuncia Saraceno.
Consciente de que desde su estudio en Berlín también él forma parte de ese “Norte global”, busca minimizar su impacto medioambiental. Así, la exposición se alimenta con paneles solares y adapta su consumo a la energía generada, bajando la intensidad de las luces y la frecuencia de las proyecciones hasta al apagón si es necesario.
“Esta exposición es una entidad viva, que vive y respira, que responde a todos los participantes humanos y no humanos y evolucionará durante la duración de la muestra hasta septiembre”, subrayó el director artístico de la Serpetine, Hans Ulrich Obrist.
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Buscando una interacción con los insectos, aves, ardillas o zorros que viven en el gran parque de Kensington, Saraceno ideó su última sala como un espacio abierto a los jardines con esculturas ideadas para atraer a los animales.
Su “primer éxito”, afirma, fue comprobar que muchos pájaros habían dejado excrementos sobre sus obras.
Fuente: AFP
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