La exposición Paul Gauguin: el otro y yo, que presenta por estos días el Museo de Arte de San Pablo, apunta a una relectura crítica del pintor posimpresionista que revolucionó el uso del color y que marcó la obra inspirada en sus estancias en las islas del Pacífico a finales del XIX para repensar la idea de lo exótico y la relación con “el otro”.
La muestra inaugurada en la capital de Brasil examina el legado artístico de Gauguin desde una perspectiva contemporánea y cuestiona cómo su trabajo influyó en la concepción occidental del colonialismo, la alteridad y lo exótico. Se plantea el interrogante sobre si la visión del artista sobre culturas no occidentales ha sido una apropiación o una forma de colonialismo cultural.
“Gauguin también destacaba al ´otro´ como exótico y primitivo, en un deseo fantasioso algo ´tropical´, una visión idílica cargada de ficción y estereotipos y estructurada por una relación de poder, entre el “otro” y nosotros. Para hacer más intrincada esta narrativa, el artista se declaraba ´primitivo´, ´selva´ y hablaba de su ´sangre inca´, ya que su madre era peruana y vivía en Lima cuando creció”, propone el museo en el texto curatorial.
El pintor francés del siglo XIX es conocido por sus pinturas inspiradas en Tahití, aunque también tuvo un breve período en Brasil, donde desarrolló parte su estilo artístico. La exposición busca establecer un diálogo entre estos dos hitos de su trabajo y explorar cómo su representación del “otro” ha sido interpelada a lo largo del tiempo. A la luz de esta perspectiva, Paul Gauguin: el otro y yo repasa temas como la apropiación cultural, el eurocentrismo y la representación de las culturas no occidentales en el arte.
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El postimpresionista francés se fue a Tahití en 1891. “Je veux aller chez les sauvages” (quiero irme con los salvajes), dijo, de esa búsqueda de una inspiración alejada de la civilización.
Gauguin desafió las normas estéticas y expresó una visión personal y emocional del mundo, dejando un legado significativo en la historia de la pintura. Se destacó por su singular enfoque artístico y su valioso aporte a la pintura.
Caracterizado por su audacia y originalidad, el artista exploró nuevas formas de representar la realidad y rompió con las convenciones artísticas establecidas de su época. Su estilo se caracterizaba por el uso vibrante del color, composiciones innovadoras y una perspectiva subjetiva de la naturaleza y la figura humana. Su búsqueda de lo exótico y lo primitivo lo llevaron a realizar viajes a lugares remotos, como Tahití, donde encontró inspiración en culturas no occidentales.
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