En sus comienzos, el hype que rodeaba a Elizabeth Grant, más conocida como Lana Del Rey, era tan grande que amenazaba con terminar con su carrera al momento de comenzar. Se la “acusaba” de muchas cosas, entre ellas, la de no ser “auténtica”, un pecado mortal en el mundo del rock, tan afecto a los mitos y la supuesta búsqueda de la pureza. Hasta se la llegó a criticar por usar un nombre inventado -como si Bob Dylan, o Axl Rose se llamaran así de nacimiento, por poner apenas dos ejemplos- o de impostar una personalidad depresiva y oscura, hecha a imagen.y semejanza de cierto cine noir de los años 50 o de las novelas negras de Raymond Chandler.
Proveniente de una familia de clase alta de Manhattan, Nueva York, Grant siempre se vio a sí misma como una artista total, donde el personaje que presenta ante el público es igual de importante que las canciones. Si Lana Del Rey parece salida de un cuadro de Edward Hopper o de La noche del cazador es porque su personaje está modelado a imagen y semejanza de un tiempo mítico de la historia de los Estados Unidos. Ella nunca ocultó que su mayor inspiración para escribir canciones proviene de ese lugar.
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Como una especie de Bruce Springsteen más depresiva y oscura, el núcleo de la obra de Lana es la mitología estadounidense. Sus canciones se encuentran plagadas de referencias a la moda -un single de su disco debut, Born to die, se llama “Blue Jeans”, con citas a James Dean -rock, jazz, la edad dorada de Hollywood, la tradición literaria norteamericana-, Walt Whitman, Ernest Hemingway, F. Scott Fitzgerald, Jack Kerouac y los beats, pero también a grupos como Guns N- Roses (así se tituló una canción suya publicada en Ultraviolence, de 2014) o Red Hot Chilli Peppers.
La comparación con Springsteen no es antojadiza. En la canción “American”, también de su disco debut, ella canta: Springsteen is the king, don’t you think I was like, hell yeah that guy can sing -Springsteen es el rey, ¿no crees? Yo estaba como, diablos, sí, ese tipo puede cantar-. Bruce se refirió a su colega neoyorquina en 2020 como “una de las mejores cantautoras que hay en el país” y una de sus favoritas. Sí el Jefe nació para correr -Born to Run-, Lana nació para morir -Born to die-, pero ambos, sin dudas, son Born in the U.S.A. -nacidos en los Estados Unidos-, con todo lo que eso implica, para bien y para mal.
En “The Greatest”, una de las cimas del disco que quizás sea su obra maestra, Norman Fucking Rockwell (2019), prefigura como pocas el clima cultural de la pandemia del Covid-19. Entre citas a los Beach Boys y Dennis Wilson, Lana dice: I miss New York and I miss the music, me and my friends, we miss rock ‘n’ roll, I want shit to feel just like it used to… The culture is Lit and if this is it I had a ball, I guess that I’m burned out after all (”Extraño Nueva York y extraño la música, mis amigos y yo extrañamos el rock ‘n’ roll, quiero que todo se sienta como antes… La cultura está encendida, y si esto es todo me la pasé bien, supongo que estoy quemada después de todo”).
Para terminar con una crítica a Kanye West y lo que el rapero reconvertido en ferviente militante trumpista representaba para la cultura: L.A. is in flames, it’s getting hot, Kanye West is blond and gone (”L.A. está en llamas y hace calor, Kanye West es rubio y está acabado”). La canción que mejor capturó la atmósfera de años tan extraños como el 2020 y el 2021 fue compuesta y grabada en 2019, como suelen hacer las grandes artistas, Lana interpretó el clima de época.
En un país tan polarizado como los Estados Unidos de los últimos años, una estrella como Lana Del Rey no es ajena a esto. Uno de sus comentarios más criticados por la prensa progresista fue cuando, tras la toma del Capitolio del 6 de enero de 2021 por parte de seguidores trumpistas que protestaban tras los resultados de las elecciones, dijo que la presidencia del magnate republicano “tenía que pasar”: “La locura de Trump por muy mala que fuera, realmente tenía que suceder. Realmente necesitábamos un reflejo del mayor problema de nuestro mundo, que no es el cambio climático, sino la sociopatía y el narcisismo. Especialmente en América. Va a matar al mundo. No es capitalismo, es narcisismo”.
También fue especialmente criticada por sectores del feminismo, que la acusaron de “glorificar el abuso”: “Estoy harta de que las escritoras y cantantes alternativas digan que hablo del abuso con glamour, cuando en realidad solo soy una persona glamorosa que canta sobre las realidades de lo que todos estamos viendo ahora, que son relaciones emocionalmente abusivas muy frecuentes en todo el mundo.”.
Money, glory, power -Dinero, gloria, poder- y Old Money -dinero viejo, una expresión para referirse a las familias que son acaudaladas desde hace varias generaciones en los Estados Unidos y en gran parte del mundo-, son dos titulos de canciones de su segundo disco, Ultraviolence. Como espejos de un país tan obsesionado con el éxito y el dinero, las canciones de Lana no dejan de tratar esa temática, que vuelve una y otra vez como una de sus principales obsesiones.
Casi al nivel de hacer The next best American récord (”El próximo gran disco americano”), como dice una de las canciones de Norman Fuckin’ Rockwell, plagada de referencias a bandas clásicas como Led Zeppelin, o a lugares clásicos de California como Topanga, a los que suele volver seguido. Porque a pesar de haber nacido en la costa este, el “lugar mental” de Lana nunca deja de ser California, o, mejor dicho, una construcción mitificada de una California donde conviven las estrellas del viejo Hollywood, los Beach Boys y los Eagles, el Laurel Canyon, y las estrellas de rock de glam-metal de los años 80.
La muerte también es uno de los temas que siempre la obsesionaron, desde su disco debut, pero ahora parece encararla desde otro lado. En su último disco, ya serio candidato a integrar todas las listas de los mejores del años, Did you know there’s a Tunnel under Ocean Blvd (”Sabías que hay un túnel debajo de Ocean Boulevard”), abundan las referencias y name checks a figuras legendarias de la música estadounidense como John Denver o Harry Nilson, pero también a los Chilli Peppers. Una de las grandes novedades del disco es el componente espiritual, casi gospel, que sobrevuela toda la obra. My pastor told me when you leave all you take is your memory and I’m gonna take mine of you with me (”Mi pastor me dijo que cuando te vas todo lo que te llevas es tu memoria y me llevaré lo mio con vos”) canta en “The Grants”, la canción que abre el disco.
Todo el personaje creado por Elizabeth Grant tiene California y la cultura estadounidense, más particularmente, la de la Costa Oeste, como transfondo insoslayable. El Chateau Marmont frecuentado por las estrellas del viejo Hollywood como Greta Garbo, pero también por los cantautores folkies de los 70 como Joni Mitchell o David Crosby, Allen Ginsberg y Jack Kerouac abandonando Nueva York por el San Francisco de los años 50, el movimiento hippie de Haight Ashbury y su contracara oscura con los asesinatos de Charles Manson en Cielo Drive, Dennis Wilson ahogándose en Marina del Rey mientras buscaba un portarretrato con una foto junto a su esposa en él que se había caído al mar. Lana Del Rey podría existir tranquilamente dentro de Los Ángeles siniestro e inquietante generado por David Lynch en Mulholland Drive. Pero por suerte lo hace en este plano, para que todos podamos musicalizar nuestros propios mitos.
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