En Argentina hay dos grandes papeleras que abastecen a todo el mercado editorial. Una es Celulosa Argentina, fundada en 1929, cuya primera planta se constituyó en lo que entonces era Juan Ortiz, hoy Capitán Bermúdez, a orillas del Paraná. El director comercial de la empresa, Jorge Martínez Falino, dice: “Nosotros producimos papeles para cuadernos, papeles para toda la parte de imprentas gráficas, papeles para packaging, para higiene personal, vendemos pulpa. Ojo, para nosotros es importante el mercado del libro: será un 10%, pero es importante. Y tenemos un producto dedicado exclusivamente al mercado editorial que es el papel bookcel. Acompañamos hace 27 años a la Feria del Libro como sponsor. Nosotros estamos y siempre estuvimos”.
La otra empresa es Ledesma, de la familia Blaquier Arrieta, con base en Jujuy. El grupo se fundó en 1908 como ingenio azucarero y en la década del sesenta un proceso de diversificación dio lugar a la producción de celulosa y papel. “Ahora hay una sobredemanda y estamos al límite produciendo todo lo que podemos. Incluso bajamos exportaciones. Históricamente Ledesma privilegió el mercado interno”, cuenta Ignacio Duelo, gerente de comunicación institucional.
En diálogo con Infobae Cultura ambos directivos respondieron al reclamo que desde hace años mantienen las editoriales: aumentos desmedidos y desabastecimiento. “Si no conseguís papel no podés editar”, dijo Martín Gremmelspacher, presidente de la Cámara Argentina del Libro, que nuclea a pequeñas y medianas editoriales.
El precio del papel importado
Esta semana el reclamo de las editoriales de literatura infantil y juvenil dejó afuera a ambas empresas. Y eso pinta bien al panorama. Los libros para chicos, como son en general a color, necesitan papel ilustración. Este insumo no se fabrica en Argentina, entonces deben importarlo. ¿Y por qué no se fabrica más acá? “Hacíamos papel ilustración —cuenta Ignacio Duelo—, pero en 2018 dejamos de hacerlo por dos causas fundamentales: la caída en el consumo en el mundo por el desarrollo del marketing digital y las publicaciones de revistas en la web; y en segundo lugar, a consecuencia de lo anterior, a la decisión de Ledesma de reorientar su producción hacia el papel natural en Jujuy. Ledesma hizo inversiones por US$ 4,5 millones para esto. Hoy el papel ilustración que se usa en Argentina se importa”.
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Celulosa Argentina fabricaba papel ilustración, no acá, sino en su Uruguay. “Tuvimos que cerrarla porque no nos daban los costos”, dice Martínez Falino y agrega: “Nos decían que hay que bajar los precios, sí, pero cuando una empresa no es negocio, cuando un producto no es negocio no se fabrica más. Y eso fue lo que pasó. No podíamos competir a nivel internacional con las grandes empresas de papel ilustración”. Efectivamente, ahora ese insumo se importa de diferentes lugares —Brasil, China, Finlandia— y quienes ponen el precio son las distribuidoras. Los sellos más pequeños, que no publican muchos títulos ni tantos ejemplares, ni tienen capacidad de stock, recurren a las imprentas que, a su vez, tienen que recurrir a las distribuidoras. Pero los demás libros se hacen con papel obra. Y eso se hace acá.
Sobredemanda y desabastecimiento de papel
“Hace un año y medio más o menos se retiró del sector un jugador que era importante”, cuenta Duelo. Se refiere a Papelera Tucumán. Desde entonces, el mercado tiene solos dos actores. Y el problema del desabastecimiento, aseguran ambos, empezó con la pandemia. “Hay dos cosas que ocurrieron. Una es la sustitución de papel ilustración por papel de impresión común. Eso obviamente genera una sobredemanda. Y otra es que hubo algunos pedidos extraordinarios del Estado Nacional para manuales de texto. Eso también generó, de repente, una sobredemanda. Esto se sumó a la baja Papelera Tucumán: cuando ocurre eso, bueno, a veces los otros jugadores no dan abasto con la demanda”, agrega el gerente de comunicación institucional de Ledesma.
“En la época de la pandemia nosotros prácticamente no subimos los precios, entonces quedamos atrasados. Encima nos agarró todo un tema de costos internacionales de energía, gas, fletes en donde todo el costo del producto nuestro se incrementó. Si vos tomás desde que empezamos la pandemia hasta ahora, nosotros seguimos la inflación: algunos años estuvimos más abajo, otros años estuvimos más arriba”, dice Jorge Martínez Falino, y agrega: “Desde el punto de vista de la demanda, nosotros estamos creciendo: lo hicimos en un 100% prepandemia. Inclusive estamos abasteciendo cada vez más a la industria editorial. Y lo ves en la cantidad de libros que están haciendo: en el 2019 fabricaron 35 millones de libros y en el 2022 están proyectando casi 63 millones. Esto dicho por la Cámara Argentina del Libro”.
“Cada vez se venden más libros”, insiste Martínez Falino y enumera estadísticas de la CAL. “A lo mejor en otro momento se vendía muchísimo más y ellos están tomando la serie de hace diez años. Pero hace diez años cambió el país”, sostiene.
Incidencia del precio del papel
Tanto Martínez Falino como Duelo, cuando se refieren al porcentaje de incidencia del papel en el libro, hablan del precio. Es una cuestión de tecnicismos. La Cámara Argentina del Libro explicó el detalle. Por un lado, está el costo industrial del libro, y por otro, el precio en que después se vende. El costo tiene estos porcentajes: 54% para el papel, 20% para la impresión, 15% para la encuadernación, 6% por el diseño y 5% para la edición. Y el precio tiene estos porcentajes: 50% el canal de venta (librerías y distribuidoras), 19% el costo industrial (papel, impresión, encuadernación), 13% la gestión editorial (promoción, administración, almacenaje, comercialización, logística, costo financiero), 10% al autor y 8% a la editorial.
Frente a esta consulta, Jorge Martínez Falino de Celulosa Argentina respondió: “Yo hablo sobre la tapa del libro. La incidencia del precio del papel en la tapa del libro es un 5%, es decir que con un kilo de papel hacés dos libros o más, y eso es equivalente a un café, o menos, porque vale 400 y pico, 500 pesos. Lo que pasa es que se entra a mezclar todo: ilustración con cartulina y con el papel obra. Creo que todo el mundo, obviamente, tira para su sector. Yo creo que las cosas están bien. Estamos abasteciendo la demanda. Insisto: es un 5%, entonces hay un 95% sobre el que tienen que trabajar. No sobre el 5, pegarle siempre al 5. Hay un 95% que no es papel, y le están asimilando todo al papel. Si los que critican dejan de tomar un café en la esquina pueden comprar un kilo de papel y hacer dos libros”.
También dijo que este conflicto “viene desde hace mucho tiempo”, que “la CAL siempre busca lío y la verdad es que nosotros estamos abasteciendo a lo loco: hicieron la Feria del Libro el año pasado y fue un éxito, la Feria de este año también fue un éxito”. Y agrega: “Al margen de todo esto, para la industria hubo una demanda agregada porque el Ministerio de Educación compró once millones de libros. Aparte, estuvo el Censo, las elecciones, y todo ese papel lo abastecen las papeleras. Hace tiempo que despotrican contra las papeleras, pero creo que el problema está en otro lado. ¿Qué estamos viendo para adelante? Seguir la inflación. Estamos en Argentina. No es que estamos lucrando o queriendo aprovecharnos. En todos lados estamos igual”.
Ignacio Duelo de Ledesma informó: “El costo total del libro en la librería representa alrededor del 7%. Creció un poquito, porque estaba antes en el 4%. Esto es un promedio, depende el tipo de libro: hay algunos más caros, otros más baratos, el tipo de papel. En promedio, si un libro sale 10 mil pesos, el costo del papel fue de 700 pesos. Nosotros estamos produciendo al límite de lo posible para abastecer la demanda. Si bien el foco de Ledesma no era el papel para libros, nosotros redujimos exportaciones y tratamos de abastecer. Además, tenés los cuadernos, que Ledesma también fabrica. Pero además ahora salió la marca Ledesma NAT, papel de color ahuesado, natural, que estamos ofreciendo como otra opción para la impresión de libros, es otra alternativa”.
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El futuro del libro físico
Con las restricciones por la pandemia se produjo un boom del e-comerce. En ese momento, el papel de envoltorio de paquetes fue una salida para las papeleras. “Durante la pandemia se había caído la demanda”, dice Duelo, y continúa: “Como no había oficinas, no había escuelas, no había ni universidades, lógicamente se cayó estrepitosamente la demanda. Entonces ahí Ledesma buscó la forma, porque hay una cuestión de empleo también, y empezó a fabricar papel liner, papel para embalaje. Ahora ya se volvió a la normalidad, se está haciendo papel obra y eso quedó como una buena experiencia, como una alternativa en el caso de que en un futuro otra vez vuelva a pasar que la demanda, por algún motivo, caiga así. Es como se maneja cualquier negocio”.
“No es que era mejor negocio, no había demanda”, cuenta Martínez Falino, y agrega: “Nosotros tuvimos que bancar deudas importantes de las editoriales porque no podían vender nada porque las librerías estaban cerradas y no podían vender un libro. Y era lógico. Y nosotros pusimos nuestra cuota ahí, y eso no lo valora nadie. Hay que mirar toda la película, porque sino la vemos desde un solo lugar y es complicado”. Además, sobre el futuro del libro en papel, asegura que “tuvo un pico el erader, el ebook, pero ahora lo que vemos es que la gente está volviendo al libro. O por lo menos no está decayendo el consumo del libro físico. Lo que sí están cayendo son, por ejemplo, las resmas para impresora y esas cosas. Pero la industria editorial no: al contrario. Es lo que estamos viendo nosotros”.
”En el resto del mundo también pasó: con la pandemia hubo una caída fenomenal de la demanda del papel y después se fue normalizando. Después vino la Guerra de Ucrania, que aumentó mucho los costos logísticos y los insumos importados. Y además en Argentina está el escenario particular, el dólar, la dificultad para acceder a insumos importados. Hay varios factores: internos, externos”, dice Ignacio Duelo, y concluye: “Siempre va a haber un mercado para el libro. Es cierto que la digitalización hizo bajar la demanda estructural, la demanda del papel, pero basta con ir a la Feria del Libro. Ahí ves que realmente hay un mercado para el libro”.
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