Casi cuatro décadas después de su Palma de Oro, Wim Wenders presenta un documental y una ficción en Cannes. Entre los dos, el veterano cineasta alemán se niega a escoger, aunque según él el documental es más “arriesgado”.
Presentado el miércoles fuera de competición, Anselm no es un documental en el sentido estricto del término, más bien “un objeto experimental” sobre la obra de su compatriota Anselm Kiefer, un reconocido artista contemporáneo, dice en una entrevista a la AFP.
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Como en el documental sobre la coreógrafa Pina Bausch (2011), Wim Wenders, de 77 años, conocido por sus experimentos cinematográficos desde los años 1960, utilizó la técnica de 3D.
“La 3D es un medio de inmersión que te permite estar más cerca de la persona que ves en la pantalla. Hay algo a nivel de la emoción, de la percepción”, explica en un francés casi perfecto.
“Estás dentro de la experiencia. Se necesita esto para comprender las obras de Anselm, que suelen ser monumentales y en relieve”, prosigue.
Además de largometrajes como Alicia en las ciudades, de 1974, o Las alas del deseo (El cielo sobre Berlín, en España), de 1987, que han hecho de él una leyenda del séptimo arte, Wenders, ganador de la Palma de Oro en 1984 por París, Texas, nunca ha renunciado al documental. En total ha hecho una decena de ellos.
“Nuevo lenguaje”
A la pregunta de si este género es el futuro del cine, responde afirmativamente.
“El futuro de contar libremente, porque en el cine de narración, en el cine de ficción, siempre hay las mismas recetas, las mismas fórmulas. Mientras que en el documental, puedo trabajar libremente”.
Pero ¿la ficción sigue dando más prestigio que el documental? De sus dos largometrajes presentados en Cannes, el que está en liza por el máximo galardón es la ficción rodada en Japón Perfect days.
“Los grandes festivales ponen cada vez más documentales en competición, incluso durante mucho tiempo nos hemos preguntado cómo un jurado puede escoger entre una ficción y un documental. ¡Es tan diferente!”, afirma.
Este año, el Festival de Cannes ha incluido el documental Youth Spring, del chino Wang Bing, de tres horas cuarenta de duración, en competición.
El documental de la estadounidense Laura Poitras, La belleza y el dolor, sobre la crisis de los opiáceos, ganó en septiembre el León de Oro en la Mostra de Venecia. Unos meses más tarde, la Berlinale coronaba el documental Sur l’Adamant, del francés Nicolas Philibert.
Para Wenders, “el documental es más libre que el cine de ficción, más arriesgado”.
Experimentar y buscar nuevas formas de narración son dos de sus obsesiones.
“Me gusta que cada filme encuentre un nuevo lenguaje”, dice.
“Hago películas porque no sé como hacerlas. Si supiera cómo hacerlas, pararía (de rodar). Con Anselm, no tenía ninguna idea de cómo hacerla pero acabamos encontrando un lenguaje para esto”, abunda.
¿Y sobre las nuevas tecnologías, como la realidad virtual? “Lo virtual finalmente no es un lenguaje. Está ahí para mostrar, pero no cuenta” nada, asegura, aunque explica que prepara “un filme de ciencia ficción” donde “la inteligencia artificial tendrá un gran papel”.
Pero, advierte: “Usar la inteligencia artificial como un medio, no le veo el interés”.
Fuente: AFP.
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