La dialéctica entre lo público y lo privado, presente en el Malba con una muestra muy particular

“Vía pública”, de Marcela Sinclair, busca reconfigurar los sentidos a través de objetos de uso cotidiano y presentes en la geografía urbana cotidiana, “Es minimalismo sudamericano”, define la artista

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Una de las "obras" de "Vía pública", de Marcela Sinclair, que juega con las percepciones y sensaciones (Foto: Fabrykant)
Una de las "obras" de "Vía pública", de Marcela Sinclair, que juega con las percepciones y sensaciones (Foto: Fabrykant)

Según Hegel, las ideas evolucionan a través de un proceso dialéctico. Un concepto se enfrenta a su opuesto (tesis y antítesis) y en esa dualidad, emerge un tercer elemento: la síntesis, que pone de manifiesto una nueva verdad, un nuevo sentido. La muestra Vía pública, de Marcela Sinclair, expuesta en el Malba se alza como una síntesis que expone la dialéctica existente entre el espacio público y privado, el adentro y el afuera, el arriba y el abajo, las cosas y las no-cosas, lo colectivo y lo individual, para reflexionar sobre otros modos posibles de habitar y habitarnos.

En diálogo con la exposición Del cielo a casa: Conexiones e intermitencias de la cultura material argentina, en la sala 1 del subsuelo del Museo Latinoamericano de Buenos Aires (Av. Figueroa Alcorta 3415), se exhibe la muestra individual de Marcela Sinclair, curada por Nancy Rojas, en la que el espacio público es abordado como un lugar de construcción de comunidad, de exposición de conflictos y formación de consensos. “En esta muestra elaboro elementos del paisaje de la calle en términos de un lenguaje que podría llamar minimalismo sudamericano. Otra clave para ver la muestra, además del arte de la instalación minimalista, sería el ready made duchampiano”, cuenta la artista, en diálogo con Infobae Cultura.

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A través de obras de sitio específico, es decir, que fueron pensadas especialmente para esta muestra y en las que distintos objetos de uso común son transformados en obras de arte, cobrando nuevos sentidos en su conjunto, en su contexto y producto de la variabilidad de usos, Sinclair propone repensar la arquitectura, el diseño y el arte que conforma nuestra realidad cotidiana. Extrae los elementos de su entorno y los reconfigura a través de nuevas formas de representación.

“Una viga de demolición cuya función es soportar, en esta oportunidad, es sostenida”, cuenta Nancy Rojas, curadora de la exposición (Foto: MALBA)
“Una viga de demolición cuya función es soportar, en esta oportunidad, es sostenida”, cuenta Nancy Rojas, curadora de la exposición (Foto: MALBA)

En este sentido, una viga de demolición es transformada en una hamaca gigante que, suspendida en el aire, a pesar de sus más de 500 kilos, oscila lentamente de un lado al otro en medio de la sala. Los asientos de colectivo con ruedas permiten sentarse y circular por el espacio expositivo. Un techo de fibrocemento se expone como un cuadro sobre la pared blanca, permitiendo la contemplación de un techo horizontal o una cortina rígida. Seis correas de paseo para perros se atan a una columna intervenida con pintura gris antistick. Una pila de colchones se eleva en una suerte de cama cuya estructura es un andamio de construcción. Un sillón de los años 70 con agujeros en su respaldo simula las ventanillas de un avión. Un gran ventanal al descubierto permite ver la calle en tiempo real como parte de la obra. Allí, en cada objeto y en el conjunto, está la síntesis hegeliana.

La reconstrucción de sentidos se implanta en la exposición de imposibles. “Una viga de demolición cuya función es soportar, en esta oportunidad, es sostenida. Puede ser demoledora al mismo tiempo”, cuenta Nancy Rojas, curadora de la exposición, en diálogo con Infobae Cultura. En ese sentido, se plantea una arquitectura del movimiento, un espacio transitorio, un tiempo efímero que extrae los sentidos originales de las cosas para abrir nuevos campos semánticos.

"Otra clave para ver la muestra sería el ready made duchampiano” (Foto: MALBA)
"Otra clave para ver la muestra sería el ready made duchampiano” (Foto: MALBA)

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Para vivenciar la muestra hay que atreverse a romper otra barrera: la de lo sacro o sagrado. La exposición obliga a tocar, jugar, mover, ser parte. Para comprender, hay que animarse a salir de la zona de confort de ser simplemente un mero observador. Con eso no alcanza, hay que vivir la experiencia, pensar en los objetos, desarticular sus funciones y llevarlos a un nuevo nivel. Sin esa posición activa, la muestra corre el riesgo de caer en las críticas de la incomprensión de un arte contemporáneo que banaliza sus piezas y ridiculiza su propósito. “La gente que viene al museo generalmente no puede tocar, y en este caso, sí. La muestra está pensada justamente para repensar el lugar de lo público, la dialéctica sobre lo público y lo privado, y cuál es el rol del arte en todo esto. La muestra es un escenario donde suceden cosas”, afirma Nancy Rojas.

Marcela Sinclair es artista y docente argentina. En sus proyectos frecuentemente explora temas de desplazamiento de la geometría a través de prácticas que incluyen dibujo, pintura, escultura, instalación y site-specific. Se graduó en la Escuela Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires y estudió con el artista Tulio de Sagastizábal. Realizó residencias en El Basilisco, Lugar a Dudas y FAARA, Fundación Ama Amoedo. Recibió una beca del Fondo Nacional de las Artes de Argentina, y el primer premio de escultura de la institución. Su trabajo se ha exhibido en instituciones de Argentina, Uruguay, Chile, Colombia, España, Estados Unidos, Italia y Alemania.

En Vía pública concibe a sus piezas como artificios destinados a interrogar los hábitos naturalizados y se inspira en la idea de los espacios como zonas de interacción, de ficcionalización y de mezcolanza, de confluencia entre el adentro y el afuera.

La artista juega con la idea de lo público y lo privado, con ser parte de la obra, con la intervención y participación de los visitantes (Foto: MALBA)
La artista juega con la idea de lo público y lo privado, con ser parte de la obra, con la intervención y participación de los visitantes (Foto: MALBA)

El desafío de estas propuestas de complejidad conceptual es que las experiencias no queden encerradas en las salas de museo y sirvan de puntapié para adoptar nuevos hábitos, nuevas formas de estar y permanecer en el espacio público. “Me encantaría que algo del extrañamiento que propone la presencia de estos objetos cotidianos en la sala se contagiara al cuerpo y la mirada de los visitantes una vez fuera del museo. Una mirada más particular sobre la calle y el espacio público, que pueda habilitar nuevas invenciones de lo colectivo, que estimule la imaginación sobre formas de convivencia, movilidad y construcción”, afirma Sinclair.

Para esto, la muestra se acompaña de un Programa Público de Actividades y un ciclo de talleres llamado Tercer Paisaje, en los que los visitantes pueden desarmar y rearmar las obras en distintas configuraciones. “Esta interactividad se da en el marco de propuestas de artistas invitados, para colaborar con una relación menos superficial que el uso ocasional, en muchos casos sujeto a lógicas más individualistas de consumo y entretenimiento”, afirma la artista.

Volviendo a la síntesis hegeliana, Vía pública también abre un campo de significaciones respecto al rol del arte en el espacio público, a su función como socializador, como catalizador de experiencias y colaborador en la transformación de la sociedad en su conjunto.

* Vía Pública se puede visitar hasta el 12 de junio, en el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires, ubicado en Av. Figueroa Alcorta 3415, de miércoles a lunes de 12 a 20 hs.

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