Un fugaz repaso por algunas reseñas que acompañaron los distintos momentos artísticos de Mary Stallings ayuda a confirmar convicciones casi íntimas. Sensaciones que se resisten a ser evidenciadas en palabras. La certeza, quizás solo personal, de que se está ante una de las grandes cantantes que dio la rica historia del jazz.
Y mientras el New York Times se preguntaba si “¿no es acaso la mejor cantante viva” del género, otros escritos señalaban sin dudarlo que “la señora Stallings mantiene un nivel de calidad envidiable a lo largo de toda su carrera” o que su disco Live at the Village Vanguard del 2001 “captura a Mary Stallings en pleno vuelo”. Pero ella transita liviana entre los elogios y solo se define como “una sincera contadora de esas historias, de esas que reflejan un aspecto de mi vida y de mis emociones”, dice.
Y ahora, con sus vitales 83 años y luego de una experiencia frustrada, cuando el golpe militar de 1976 clausuró las libertades y el arribo de la orquesta de Dizzy Gillespie que la tenía como voz principal; Mary siente que llegó la hora de saldar aquella vieja deuda con el público argentino.
Por eso entre el 19 y el 20 de mayo próximos dará dos funciones dobles en el Bebop porteño. La primera de ellas, con un repertorio de standards acompañada por la Mariano Loiácono Big Orchestra, dirigida por el trompetista argentino. En las dos últimas funciones, en cambio, estará al frente de un sexteto y con versiones más recientes del repertorio jazzero histórico, unas y otras con arreglos de Loiácono, habitual anfitrión de estos arribos.
“Tengo mucho entusiasmo de poder concretar finalmente ese encuentro. Espero que la propuesta que hemos preparado pueda ser disfrutada por el público y los músicos”, le dice a Infobae Cultura, y la sonrisa le invade el rostro.
—Usted tiene cerca de 15 discos propios, pero los críticos insisten en señalar a “Live at de Village Vanguard” como su mejor trabajo. ¿Qué opina de eso?
—Coincido totalmente, es mi mejor trabajo, sin duda. Fue una experiencia maravillosa.
—¿La grabación en vivo, tiene para usted un sabor especial o a pesar de aquel trabajo singular prefiere el estudio?
—Me gustan las dos. Disfruto de las dos y me siento cómoda en ambas situaciones. Pero si me pides elegir, me quedo con el vivo, porque allí compartes las canciones con el público ¿sabes? Das y recibes del público. Eso hace que se cierre el círculo virtuoso de la música.
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—Ese disco, “Live at de Village Vanguard” es de 2001 y significó su regreso tras diez años sin grabar. ¿Qué motivó ese paréntesis?
—No recordaba que pasé 10 años sin grabar, como dices. Pero seguramente fue porque no tenía una compañía, un sello que me respaldara. Lo mismo me había pasado años antes, cuando grabe mi primer disco. Yo nunca me acerqué a las compañías a pedir que me grabaran o editaran mis trabajos. Siempre fueron los sellos los que se acercaron a mí. Y cuando no lo hicieron…no grabé.
—En 2005 publicó “Remember Love”, junto con la pianista Geri Allen, que también lo produjo. ¿Qué recuerdos atesora de todo aquello?
—Geri era única. Me siento bendecida de haber podido trabajar con ella. La manera en que tocaba los voicings, la manera en que pensaba la música era totalmente de ella. No tenía un patrón definido. Siempre tocaba distinto. Por todo esto, aquella grabación me obligó a cantar distinto a cómo lo venía haciendo hasta allí. Aprendí todo de nuevo…eso es lo que recuerdo.
—Grabó mucho con Eric Reed, un pianista joven, pero de una enorme experiencia. ¿Qué tenía de especial aquella colaboración?
—Eric es el especial. Él viene de la iglesia, el mismo lugar del que vengo yo. Por eso encontramos una manera muy linda de dialogar a través de la música. Con su piano él me llevaba al lugar exacto al que yo quería llegar con mi canto. Por eso toqué tanto tiempo con él y lo disfruté tanto. Fue uno de los mejores pianistas con los que he tocado.
—Como dice, sus comienzos fueron en las iglesias, cantando gospel en familia. ¿En qué medida cree que incidió aquel inicio en su carrera posterior?
—Cantar con mis hermanas fue maravilloso. Las amo y hacer música con ellas fue increíble. Fue el comienzo del aprendizaje. El momento en que el campo musical se abrió definitivamente para mí.
—Luego de una carrera tan intensa en la que actuó con músicos históricos, desde Count Basie a Dizzy Gillespie. Desde Ben Webster a West Mongomery ¿que la motiva hoy a seguir en la ruta del jazz?
—Para eso nací. Entiendo el motivo de tu pregunta, pero sabes…yo siento que estoy para eso en el mundo. Solo espero seguir cantando y que mi canto llegue a la gente. Comencé a cantar a los siete años y es lo único que hice a lo largo de toda mi vida. La he dedicado enteramente a ello y quiero seguir haciéndolo. He tenido algunos parates. El último con la pandemia, claramente. Pero en cada una de esas situaciones lo único que sentía era la necesidad de volver a cantar. Y eso es lo que quiero hacer ahora en Buenos Aires. Cantar. Cantar para la gente.
*19 de mayo 20,30 y 22,45. Mary Stallings + Mlbo. Mary Stallings, voz / Gustavo Musso, saxo alto / Sebastian Loiácono, saxo tenor / Mauro Ostinelli, saxo tenor / Andrés Tarditti, saxo barítono / Mariano Loiácono, trompeta / Juan Canosa, trombón / Ramiro Penovi, guitarra / Pablo Raposo, piano / Jerónimo Carmona, contrabajo / Alejandro Beelmann, batería.
20 de mayo 20,30 y 22,45. Mary Stallings Sextet. Mary Stallings, voz / Mariano Loiácono, trompeta / Sebastián Loiácono, saxo tenor / Ernesto Jodos, piano / Jerónimo Carmona, contrabajo / Eloy Michelini, batería. Ambos en Bebop Club. Uriarte 1658. Palermo. Caba
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