Mariana Chaud y Tamara Tenenbaum retratan sexo y amor en los tiempos de Tinder

Autora y directora de “Las moiras”, una perla de la cartelera teatral porteña, hablan de teatro y cultura judía. “La obra se burla de la religión, como si fuera algo viejo, pero está muy vigente”, afirman

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Mariana Chaud y Tamara Tenenbaum
Mariana Chaud y Tamara Tenenbaum presentan "Las moiras", una pieza atravesada por el judaísmo (Foto: Gustavo Gavotti/ Infobae)

El teatro porteño tiene una nueva dupla estrella. Las moiras está escrita por Tamara Tenenbaum, filósofa, docente universitaria y escritora, y dirigida por Mariana Chaud, una de las mejores directoras teatrales del momento. No es la primera vez que un texto de Tenenbaum pisa el escenario: en 2021 estrenó Una casa llena de agua, dirigida por Andrea Garrote, obra que rotó ya por tres teatros (el Centro Cultural San Martín, el Metropolitan Sura y Dumont 4040). Ambas obras fueron producidas por la Compañía Teatro Futuro, de Mariano Tenconi Blanco, Carolina Castro e Ian Shifres.

En Las moiras nos encontramos con tres mujeres, judías ortodoxas, que se dedican a armar parejas a lo largo y ancho de la colectividad (Analía Couceyro, Luciana Mastromauro y Flor Piterman). Al igual que las moiras griegas, se dedican a tomar decisiones fundamentales por otros. El sistema se rompe cuando una joven (Fiamma Carranza Macchi) reclama que no le han encontrado una pareja adecuada, y empieza a cuestionarles la autoridad para hacer lo que hacen. En paralelo, intervendrá el Dibuk, espíritu maligno que posee a personas, provocándoles la locura.

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Tenenbaum es reconocida por incorporar el tropos del judaísmo en gran parte de las cosas que escribe, pero con Las moiras nos encontramos con algo completamente nuevo. Sea por la intervención del folclore judío, por la excelentísima actuación de cuatro actrices, o por la experiencia de Chaud en el armado de mundos fantásticos, lo que vemos es una comedia espectacular que renueva, vía la ficción, un poco del universo que ya conocíamos.

Tamara Tenenbaum y Mariana Chaud,
Tamara Tenenbaum y Mariana Chaud, autora y directora de "Las Moiras" (Foto: Gustavo Gavotti)

Infobae Cultura habló con Tamara Tenenbaum y Mariana Chaud sobre el desarrollo del proyecto, la relación de lo sagrado y la sexualidad, y de la relevancia que tiene hoy en día ir al teatro.

—¿Cómo surgió el proyecto?

—Tamara Tenenbaum: Empecé a escribir esta obra a raíz de Paula Ansaldo. Ella hizo su doctorado en teatro judío. Durante mucho tiempo se hizo en iddish, pero también en otros idiomas. El Dibbuk, la obra que citamos en Las moiras, fue escrita originalmente en ruso, y después, el mismo autor, Shlomoh An-Ski, la traduce al iddish. El teatro judío siempre rotó entre las lenguas múltiples del judaísmo, y es un teatro de motivos judíos, hechos por las distintas comunidades. No tiene nada que ver con la ortodoxia, porque los ortodoxos no hacen teatro. El teatro judío es un fenómeno supermoderno, y aparece cuando mucha gente de comunidades chicas se abre a la gran Europa. Tiene mucho que ver con lo medieval y lo moderno. A Paula le costó mucho reconstruir todo, porque más de la mitad del archivo se quemó en la AMIA. Tiene que andar reconstruyendo cosas que casi nadie recuerda. Reconstruyen las puestas.

—Mariana Chaud: En mi caso, cuando me convocaron para dirigir, me encantaron los personajes, el texto. Lo relacioné mucho con El fin del amor y con esta idea de que los matrimonios arreglados no son necesariamente más felices que los “elegidos”. Elegir implica también una responsabilidad.

—T. T.: Yo me imagino también a los espectadores saliendo de la obra y pensando: “Che, ¿qué pasa si me eligen a alguien, así me olvido del tema?”.

—Bueno, los matrimonios arreglados siguen existiendo hoy en día. Incluso sucede que casi no se conocen al momento de casarse.

T. T.: También pasa que se sugiere que se conozcan. Lo que no existe es el matrimonio forzado. Si se juntan y se llevan mal, pueden seguir su propio camino.

"Las moiras" se presenta los
"Las moiras" se presenta los sábados y los lunes en el Galpón de Guevara, barrio porteño de Chacarita

—Claro, como en Tinder. Matchear con alguien no significa salir ni ser novios. El algoritmo sugiere.

—T. T.: Creo que es muy distinto. El algoritmo es como cruzarse con alguien en un bar. Hay infinitos perfiles.

—M. C.: Hay una sugerencia, igual. También te cruzás a mucha gente que conocés.

T.T.: Los algoritmos están direccionados a que consigas citas. Si vos no conseguís citas, te frustrás y borrás la aplicación. Buscan gente que suponen que te va a gustar. Es terrible, pero la responsabilidad es de uno. En la obra hay un juego con la pregunta por el algoritmo. La diferencia entre el algoritmo y las viejas estas es que las viejas te resuelven problemas, pero ningún sistema está libre de agujeros.

M.C.: Creo que lo que se puede pensar tanto con el algoritmo como con las señoras casamenteras es que anulan la neurosis a la vez que te acotan la libertad. Se pierde también la idea de lo romántico.

T.T.: Se pierde la ilusión de cruzarte a tu gran amor por la calle. Que no pasa, además.

M.C.: ¿Vos viste lo que es la luz del subte?

T.T.: ¡Imposible que te guste o gustarle a alguien! (Risas).

"Cuando me convocaron para dirigir,
"Cuando me convocaron para dirigir, me encantaron los personajes", dice Mariana Chaud (Foto: Gustavo Gavotti/ Infobae)

—¿Cómo fue para quienes no son judías encarar este proyecto? ¿Qué preguntas aparecieron?

—M. C.: Salvo Tamara y Flor, todas somos goy. Fue muy divertido. Le hicimos muchas preguntas a Tamara, más que nada. Si entre ellas se sacaban la peluca, por ejemplo. También empezamos a seguir en redes a mujeres de la comunidad, fue una investigación divertidísima. Cómo iban al gimnasio, qué ropa usaban.

—En el programa de la obra aparece un glosario de palabras en iddish, como si fuera poco.

—T. T.: Fue una idea de Mariana. En general, hay palabras que por contexto las sacás. Hay otras que no, y está bien que no. Para mí es divertido cuando el programa tiene una explicación, o algo que quizás vayas a necesitar durante la obra. No pretendíamos que las fueran leyendo durante la obra, pero quizás las leen y se acuerdan algo. Quizás volvés a tu casa y recién ahí las leés y te acordás o entendés un poco más la escena. A ambas nos gusta la idea del teatro como experiencia, que desde que te sentás pase algo, que cuando llegás a tu casa siga pasando.

Para Tamara Tenenbaum, "Las Morias"
Para Tamara Tenenbaum, "Las Morias" es "una obra profundamente argentina y porteña"

—Es una forma de incluir a un espectador que no tenga tanto contacto con ese mundo, que pueda ver la obra y tenga herramientas para sumergirse.

—T. T.: Yo creo que es una obra profundamente argentina y porteña, y en Buenos Aires es muy raro no tener algún amigo judío, sobre todo en la clase media. Después, nosotras armamos un mundo que no es muy realista, que no es un retrato tal cual de alguien. Es un mundo de fantasía. Yo creo que igual hay partes de la obra que no apuntan a la identificación.

—M. C.: De repente, gente que no conoce mucho el mundo judío me preguntaba: ¿es así?

—T. T.: ¡No! ¡Es teatro!

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—M. C.: La idea de Las moiras es meterse en el universo sin cuestionar. No está tan lejos de un universo no judío ortodoxo. Mis compañeras de colegio católico también se casaron todas con chicos de otros colegios católicos. Hay una idea de cuál es la conveniencia social, de quedar en círculos más cerrados.

—T. T.: Y de la angustia por no encajar. Es la angustia de Mushki, que siente que las cosas no le funcionan.

—M. C.: El personaje de Mushki es el más parecido a los espectadores, supongo.

—T. T.: Su presentación es la de una chica en un mundo en el que es todo fantasía. Mushki es más liviana, tiene otro código de actuación. Entra desde otro mundo, hasta se trae una compu.

Directora y autora trazan un
Directora y autora trazan un paralelismo entre las moiras de la obra y la aplicación Tinder (Foto: Gustavo Gavotti/ Infobae)

—¿Cómo pensaron la puesta? El trabajo de Ariel Vaccaro y Matías Sendón es espectacular.

—M. C.: Fue espectacular armarla. Es una comedia, entonces hay algo del ritmo que es imparable. Hubo que trabajar mucho la grupalidad de ellas tres. Son un monstruo de tres cabezas. Armar parejas para ellas mientras juegan al burako es trabajar. El personaje de Fiamma Carranza Macchi aparece mucho más lavada, pero su arco emocional es mucho más difícil.

—T. T.: Es que lo primero que querés hacer es arrancar y sumarte a estas tres. Todo lo que es el burako, el leicaj son cosas que fueron sumando Mariana y las chicas mientras jugaban.

—M. C.: Empezamos tejiendo, de hecho, quedó algo del mundo simbólico de las moiras. Con el vestuario, diseñado Cecilia Zuvialde, pasó algo muy gracioso: Flor Piterman estaba de rosa, Luciana Mastromauro de blanco y azul, y nos dimos cuenta de que cada una tenía que tener un color. Son las chicas superpoderosas.

—Otra relación fuerte es la que se forma entre la sexualidad y lo sagrado.

T. T.: Bueno, a mí me dijeron mucho que volvió lo sagrado con Las moiras. Yo no soy religiosa con ninguna religión: no leo el horóscopo, no me tiro el tarot, no creo en nada. Y, sin embargo, creo que estamos todos en una búsqueda de qué es lo sagrado, qué es lo que importa. Lo sagrado como aquello que escapa al cálculo, al mercado, a la estrategia.

—M. C.: Está muy en conexión con el misterio, con lo que no se puede explicar.

—T. T.: ¡Con el sentido de la vida! La obra se burla de la religión, como si fuera algo viejo, pero está muy vigente. Aparece en relación con la pregunta del amor, del sexo, por qué tipo de amor una quiere tener, si es uno duradero, intenso, corto. Qué es lo que uno quiere. A qué le dedicamos tiempo, y atención.

—M. C.: Y cuánto te transforma el otro, también. Cuánto te toma. Son preguntas que están volviendo.

—T. T.: Y no como preguntas ingenuas, sino densas.

"La obra se burla de
"La obra se burla de la religión, como si fuera algo viejo, pero está muy vigente" (Foto: Gustavo Gavotti / Infobae)

—Y dónde nos dejamos llevar.

—T. T: Claro, es que a veces solo podemos habitar ese descontrol.

—M. C.: Como una fuerza que te mueve.

—Y, para cerrar: una de las moiras dice, al principio, “Qué miedo el teatro”. ¿Creen que el teatro que se hace hoy tiene esa potencia de dar temor?

—T. T.: Yo creo que sí, y que por eso hay mucha gente a la que no le gusta ir al teatro. El teatro te exige mucho, te tenés que sentar en un sillón desvencijado y creerte mil cosas. En el cine no pasa eso, es más fácil la construcción de verosímil. El teatro pide muchísimo al espectador, incluso entender códigos de actuación distintos. Como espectador tenés que estar con el cuerpo presente.

—M. C.: A mí me da mucho más miedo la vida que el teatro. Me gustan mucho los mitos del teatro, como el del Fantasma de la Ópera, como si el teatro fuera solo un lugar oscuro.

—T. T.: Clavarse en el cine es mucho menos grave que clavarse en el teatro. No podés levantarte e irte, hay algo medio de encierro. Es todo más intenso en el teatro, cuando es buenísimo te cambia la vida, cuando ves algo malo llegás a tu casa de mal humor como si hubiese sido una noche terrible.

—M. C.: Es que la energía del teatro está más ligada a lo sagrado. Hay una comunión, una transferencia. Es una de las artes más antiguas. Entiendo el temor de la gente, durante años traté de negarlo, pero ya no convenzo más a la gente que venga. Es una super experiencia, pero hay que tener ganas.

———

* Las moiras se presenta los sábados a las 20 y los lunes a las 21 hs., en el Galpón de Guevara (Guevara 326, C.A.B.A.).

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