Una obra teatral de Claudia Piñeiro activa la memoria del genocidio armenio

“Un mismo árbol verde” tendrá función especial este sábado en el C. C. Haroldo Conti. “La única forma para que estos hechos no vuelvan a ocurrir es resistir juntos como sociedad”, dice la escritora

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La obra utiliza una historia
La obra utiliza una historia familiar para ahondar en las atrocidades que sufrieron estos dos pueblos

La masacre del pueblo armenio, el primer genocidio del siglo XX que el mundo silenció durante décadas y Turquía aún niega, se inició el 22 de abril de 1915 y se prolongó durante casi ocho años con un saldo de más de un millón y medio de muertos y la diáspora de quienes lograron sobrevivir. Este hecho, históricamente silenciado, ha llevado a innumerables familias a un pedido incansable por la memoria y justicia.

Como ocurre en muchos de estos casos, donde el horror paraliza, el arte contribuye a curar tantos años de sufrimiento. Un claro ejemplo es la obra Un mismo árbol verde, escrita por Claudia Piñeiro y estrenada a finales de 2015. Inspirada en los hechos reales, no sólo indaga en el genocidio armenio sino también sobre la huella macabra de la dictadura argentina de 1976-1983 y en la búsqueda de la verdad impulsada por la Fundación Luisa Hairabedian. Ahora, tendrá una función especial este sábado 13 a las 20 hs. en el Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti, ubicado en la ex ESMA.

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La escritora Claudia Piñeiro unió
La escritora Claudia Piñeiro unió estas historias para darle vida a la historia que relata "Un mismo árbol verde" (Foto: Gustavo Gavotti)

Para esta obra, la escritora Claudia Piñeiro tomó los relatos de su amiga Luisa Hairabedian, co-patrocinante en el Juicio por la Verdad sobre el genocidio del pueblo armenio. Ella le contó las historias de su abuela y sobre los acontecimientos trágicos vividos por su familia durante la deportación ordenada por Turquía entre 1915 y 1923. Le mostró el sufrimiento que implicó la usurpación y expulsión de su casa familiar; las atrocidades a que estaban sometidos los deportados; el fallecimiento de cinco de sus hijos por hambre y enfermedades endémicas y el milagro de haber sobrevivido al terror y a las crueldades de todo tipo, hasta refugiarse en Argentina en la década de los años veinte.

“Luisa era mi amiga, nosotras salíamos a caminar y ahí me iba contando historias de su familia. Ella pensaba que para que toda la gente se enterara del Genocidio Armenio más que el juicio, lo que había que hacer era una película. En el afán de divulgar todo lo que había pasado, me empezó a contar anécdotas con la voluntad de que algún día hiciéramos una película. En el medio ella tuvo un accidente y como la película era muy difícil de encarar, decidimos con la familia hacer una obra de teatro. Creíamos que iba a durar poco tiempo y que solo la iba a ver básicamente la comunidad armenia y fue una gran sorpresa porque se dio más de un año en el Teatro Payró y después salió de gira por todas partes. Tuvo un éxito rotundo y eso fue justamente lo que Luisa quería que pasara, que mucha gente que no fuera necesariamente de la comunidad vea la obra y se enterara de lo que había pasado”, cuenta Claudia Piñeiro a Infobae Cultura.

Y agrega: “Me parece que esta obra de teatro y muchas que analiza Mariana Eva Pérez en su libro Fantasmas en escena. Teatro y desaparición, sobre temas de genocidios, permiten llegar de una manera menos directa pero muy efectiva a mucha gente, que si uno quisiera transmitir la historia de una manera más formal. La única forma para que estos hechos no vuelvan a ocurrir es tener memoria y resistir juntos como sociedad contra cualquier intento de ese estilo”.

Esa abuela de Luisa, sin embargo, jamás se había imaginado que su familia sería objeto de un nuevo atropello, esta vez en las tierras que la habían acogido. En la década del setenta una vez más su casa fue invadida y violentada. En este caso por parte de las fuerzas de represión de la dictadura militar argentina: una de las nietas, fue secuestrada y posteriormente encarcelada y torturada.

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“Un mismo árbol verde” se presentó con gran éxito en el Teatro Payró de Buenos Aires y luego realizó una gira por varias ciudades de nuestro país

De todo ese dolor, Piñeiro creó esta historia de esperanza dando vida a Dora y a Silvia, pero también, a la Metzma, la abuela armenia que sobrevivió, y a Anush, quienes viven en cada uno de sus recuerdos. Un mismo árbol verde refleja la vida de madre e hija en una noche de insomnio. No pueden acercarse; los fantasmas de ambas se lo impiden. Sobre todo el fantasma de la ausencia de Anush, una hija desaparecida durante la última dictadura militar que Dora no puede olvidar. Anush es quien sigue separando a Silvia de su madre. Porque nada de lo que haga Silvia alcanza; y nada de lo que haga su madre sirve. Pero en esa misma historia, está la Metzma que con sus relatos tendió un puente que aún hoy las acerca con su recuerdo, llevándolas de la mano a través de su propio desierto desde el genocidio armenio, hasta una tragedia más próxima, a la que Dora y Silvia sobreviven como pueden.

Silvia es una abogada a punto de presentar una demanda por el derecho a la verdad sobre el genocidio del pueblo armenio. Esa es su lucha, donde pone su fuerza y su pasión. Pero Dora la ignora, desvaloriza sus intentos, y no cree que su hija consiga nada de lo que se propone. Cuando pase la noche, y los fantasmas se escondan de la luz del día, será para ellas el momento de una nueva oportunidad. Tal vez puedan reparar, al fin, el desencuentro al que fueron condenadas.

Con respecto al rol de la mujer en este tipo de luchas, dice Piñeiro: “Es fundamentalmente una historia de mujeres y creo que las mujeres han tenido históricamente la tarea de sostener la memoria, ya que en los genocidios se matan a las personas, pero también a las tradiciones y muchas ellas las sostienen las mujeres, como la comida, los bailes, la música. Hay determinadas tradiciones que tienen mucho que ver con la mujer. A lo largo de la historia se ve permanentemente grupos de mujeres que parecen no tener miedo. Fue tan grave lo que les pasó que ya no hay miedo y lo único que quieren es justicia”.

Marcelo Di Gennaro, es uno
Marcelo Di Gennaro, es uno de los directores de la obra

Esta pieza está dirigida por Raúl Martínez y Marcelo Di Gennaro, cuenta con las actuaciones de Graciela Beovide y María Fernanda Schwindt, y Emmanuel Rodríguez en la asistencia técnica. Recibió múltiples premios como el “Florencio Sánchez” en 2007, Mejor Escenografía para Alberto Bellatti y el mismo año el Premio Asociación de Críticos del Espectáculo (ACE).

*La función de Un mismo árbol verde se realiza en el Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti (Av. Del Libertador 8151 - CABA) el sábado 13 de mayo a las 20 horas, con entrada libre y gratuita (con inscripción previa en la web del espacio).

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