El fotógrafo argentino Rodrigo Abd, integrante del equipo fotográfico de Associated Press que obtuvo el Premio Pulitzer por su cobertura de la guerra en Ucrania, destaca que su imagen premiada en la que se ve a Nadiya Trubchaninova, de 70 años, llorando arrodillada junto al ataúd que contiene el cuerpo de su hijo, es producto de un trabajo verdaderamente colectivo donde un montón de gente aporta para poder contar esas historias de sobrevivientes, de refugiados, que permiten “entender la guerra de una forma humana y no a través de números”.
“La fotografía tiene un formato muy individualista y haber ganado este premio grupal, colectivo, está bueno porque habla mucho de un equipo que está al lado tuyo, de colegas que ayudan, editores que organizan, de quienes te ayudan con las credenciales, de conductores en Kiev, de un montón de gente que aporta para que el trabajo salga. Y además porque es un lugar donde pasan tantas cosas que uno solo no puede abarcar el conflicto, solo siendo tantos pudimos contar lo que pasó y las distintas historias de refugiados, de sobrevivientes, de personajes como Nadiya”, cuenta Rodrigo Abd (Buenos Aires, 1976).
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Es la segunda vez que el fotógrafo argentino -actualmente residiendo en Buenos Aires- es reconocido con el prestigioso premio Pulitzer que otorga la estadounidense Universidad de Columbia -la vez anterior fue en 2013 por su trabajo en Siria- pero además, esta misma serie de la guerra entre Rusia y Ucrania resultó ganadora del Premio Gabo 2022 de periodismo en la categoría de Fotografía, presentada como El dolor silencioso de Ucrania.
Fue una arriesgada y difícil cobertura de 30 días en el territorio ucraniano, extendida a cinco semanas en total debido a la travesía, ya que hubo que tomar primero un avión hasta Polonia, luego viajar en tren hasta la frontera con Ucrania y de ahí conseguir un auto que recorriera durante dos días el trayecto hasta llegar a Kiev, la capital del país, en ese momento, principal frente de batalla de la guerra en la que tomó la impactante fotografía que fue premiada con el prestigioso Premio Pulitzer.
Es un panorama desolador lo que recuerda el autor de aquella cobertura ocurrida en abril de 2022: “Llegamos cuando las tropas rusas estaban todavía cerca de Kiev. Fuimos a documentar lo que quedó de esa ocupación. Lo más duro de la cobertura fue ver esos lugares devastados después de la salida del ejército ruso. Sirenas todo el tiempo en una ciudad vacía llena de militares, llena de controles, mucha paranoia sobre los espías rusos, los toques de queda. Ver todo esos cuerpos regados en las calles, la gente desenterrando a sus familiares en los patios de sus casas, las ambulancias recogiendo los cuerpos para llevarlos a una morgue improvisada. Todo eso es lo más duro que te puede tocar cubrir”, rememora.
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“Escuchábamos los bombazos todo el día, las sirenas toda la noche, de hecho estábamos en un hotel solo con periodistas y yo estaba en la habitación que tenía la cámara de televisión lista por si había una columna de humo. Yo era el encargado de avisar cuando pasaban cosas. Era un alerta constante. Es duro, pero igual siempre digo, los periodistas somos unos privilegiados al lado de lo que nos toca cubrir. Incluso había en el hotel un cocinero italiano que aprovisionó comida como para varios meses, nunca nos faltó nada”, desmenuza el fotógrafo que desde 2003 trabaja para la agencia AP.
El reconocimiento del prestigioso premio de periodismo, en la categoría Noticias de Última Hora en Fotografía, fue para un conjunto de quince imágenes tomadas por siete profesionales del staff de la agencia AP, que hizo envíos diarios, en distintas etapas y desde diversos puntos geográficos, “imágenes únicas y urgentes de las primeras semanas de la invasión rusa de Ucrania”, en palabras de la organización Pulitzer Prize, lo que incluye a la escena capturada por Abd en Bucha, una localidad donde hubo una notoria cantidad de civiles asesinados y otra rara postal de un lugar totalmente destruido y, en medio de esa desolación, una mujer que camina llevando algo en las manos que parece ser una torta.
Sin embargo, la imagen más visibilizada hasta ahora es la de Nadiya, la mujer que llora arrodillada sobre el ataúd de su hijo en el cementerio de Mykulychi, en las afueras de Kiev, tomada por Abd el 16 de abril de 2022.
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El fotorreportero cuenta cómo fue que logró esa imagen, que tomó de hecho justo dos días antes de dejar el país: “La historia de Nadiya es muy impresionante. Fue en Bucha, un pueblo devastado, donde se cometieron las mayores masacres de la guerra. Se improvisó una morgue en el medio del cementerio local y todos los días íbamos a ver lo que estaba pasando, los destrozos, la gente que salía de los sótanos, porque el lugar había estado sitiado. En medio del conflicto tuvieron que enterrar a los muertos donde se podía y había gente que no sabía donde estaban enterrados sus seres queridos”, detalla.
Y continúa: “Durante días y días vemos a esta señora sentada enfrente de la morgue. Al principio estaba muy reacia y no quería hablarnos. La relación se fue construyendo con el tiempo, al punto que nos invitó a su casa. Ibamos siempre, ella estaba ahí sentada, miraba entre los bolsas con cuerpos buscando el de su hijo. Finalmente lo reconoce, en un container, pero pasan otros tres o cuatro días para que se lo entregan. Seguía yendo a mirar dentro del container que siguiera allí, porque lo quería enterrar dignamente y tenía que hacer todo un papelerío en la municipalidad, hablar con forenses, con médicos, para que por favor le entreguen el cuerpo. Dos días antes de que me vaya lo pudo enterrar en el cementerio. La historia de ella es la historia de miles de familias ucranianas”, narra Abd.
“Vemos tantas notas que hablan de armas, de cuestiones técnicas y geopolíticas cuando en realidad lo que está pasando en la guerra son historias como la de esta mujer. Es una locura los niveles de destrucción y las heridas van a quedar en esas sociedades, tanto en Rusia como en Ucrania. De estas familias destruida tenemos que hablar más para poder entender lo descomunal de lo que está pasando en esa guerra”, reflexiona el autor, que además fue ganador de dos Premios World Press Photo.
El fotógrafo, que trabajó en medios de Buenos Aires y cubrió para AP conflictos políticos, sociales y económicos diversos, señala que “en medio del caos y la destrucción lo interesante es poder darle visibilidad a la historia humana de una persona, de una madre, que sufre la destrucción familiar, la pérdida de un hijo y el deseo de ella, en medio de esa drama, de dar un entierro digno a su hijo. Esa historia le da un nombre a la guerra, nos permite entenderla de una forma más humana y no que sean números, tanques que llegan”, dice.
Sobre el oficio del fotoperiodismo, Abd indica que “es un trabajo difícil, muchas veces solitario, lleno de derrotas, una continua pérdida. Siempre te estás perdiendo de algo porque todo es muy fugaz, empieza y termina en un segundo, no recreamos, no ambientamos. Llegaste o no llegaste. Entendiste o no entendiste. Hiciste foco o no hiciste foco, todo pasa en un segundo, entonces siempre me siento en deuda. El premio es una palmada en la espalda, de que tal vez estás haciendo un buen trabajo y es parte de un de un trabajo colectivo”, precisa el autor que ha cubierto la guerra civil en Siria, las pandillas en Guatemala, la vida cotidiana en Afganistán.
Los Premios Pulitzer -creados por el periodista Joseph Pulitzer, quien legó dinero a la Universidad de Columbia- se entregan desde 1917 y están dotados con 15.000 dólares para los ganadores en cada categoría.
Fuente: Télam
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