A pesar de las turbulencias del mundo del criptoarte, el Centro Pompidou de París ha iniciado una colección de NFT que expone desde el 6 de abril, un proyecto pionero, aunque no exento de obstáculos legales.
Dos salas del Museo de Arte Moderno parisino están dedicadas a las 18 obras digitales recién adquiridas mediante esos “Non-Fungible Token” (NFT), que son básicamente una prueba de autenticidad informática.
Tras varios años de euforia y especulación, el mercado de los NFT se desplomó el año pasado, mientras el mundo de las criptomonedas era sacudido por varios escándalos. Las transacciones de NFT cayeron un 94%, de 232,7 millones de dólares en 2021 a 13,9 millones en 2022, según la firma de análisis francesa Artprice.
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Cerca de la mitad de las obras que expone el Pompidou han sido donadas por sus autores, mientras que otras han podido ser adquiridas a precios muy bajos, apenas decenas de dólares, al cambio actual de la moneda ethereum, según los registros de la plataforma de NFT OpenSea.
“Para estos artistas es la idea de entrar en la historia del arte, y también de asegurar la perennidad de sus obras. El papel de un museo es preservar un patrimonio y asegurar su longevidad”, explica Marcella Lista, conservadora jefe del departamento de nuevos medios del Centro Pompidou y comisaria de la exposición (abierta hasta el 22 de enero de 2024).
Entre las obras adquiridas, “Bitchcoin”, una representación imaginaria de un bitcoin (criptomoneda), que la artista Sarah Meyohas creó en 2015 y que es uno de los primeros NFT. O un “cryptopunk”, un personaje con cresta que es uno de los emblemas del mundo del criptoarte.
Nacido en la encrucijada entre la tecnología y la provocación artística, el mundo del criptoarte ha creado muy rápidamente sus propios iconos y mitos, aprovechando la falta de regulación. El artista californiano Robness donó al Pompidou un retrato imaginario, en 3D, del presunto inventor del Bitcoin, Satoshi Nakamoto, cuya identidad nunca ha sido verificada. “Estoy muy agradecido, todo esto es una experiencia conmovedora”, explicó Robness tras su paso por París.
La cotización de los NFT quizás se ha derrumbado, y su reputación ha sido manchada por los escándalos sobre propiedad intelectual, pero Robness asegura que no piensa abandonar ese medio de expresión.
“Esta tecnología es como el email: no va a desaparecer”, explicó y agregó: “Si empiezas a preocuparte por la dinámica del mercado, estás sacando tu energía, poniendo tu atención en otras cosas. Eso no te ayuda a crear”.
Una laboriosa colección
Para los impulsores de este proyecto en el Pompidou, la primera institución europea que inicia una colección de NFT, la decisión ha sido, en cambio, laboriosa. Las transacciones de NFT se realizan con criptomonedas, y el museo parisino no puede invertir en ese arriesgado mundo, precisó Lista y enfatizó: “No podemos tener una doble contabilidad”.
Las compras se realizaron mediante euros, y para cada obra se firmó un contrato bajo legislación francesa, además del “smart contract” (contrato inteligente) que rige en el mundo del criptoarte. El Centro Pompidou tuvo que crear un “wallet” o portamonedas electrónico en OpenSea, como hacen todos los coleccionistas de NFT.
Esa cuenta, accesible al público, es solo un escaparate en internet, explica Philippe Bertinelli, otro de los comisarios de la exposición. “Tenemos un sistema de conservación en varios servidores, que nos permite garantizar, en caso de una avería, o de un incendio, o algo así, la perennidad de esas obras”, asegura.
Fuente: AFP
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