Como en un flashback a Fresa y chocolate, una de las películas cubanas que mejor logró representar las contradicciones propias de un país y su devenir social y político, emerge la historia de Luis Manuel Otero Alcántara, un artista visual que a través de sus obras, busca dar visibilidad a asuntos sociales y políticos de la isla. En la pluma de María Matienzo Puerto, quien además de periodista es muy amiga de Luis Manuel, se despliegan entrevistas, datos históricos y conversaciones íntimas mantenidas hasta el encarcelamiento de Otero Alcántara, en 2021.
El libro Mi diario personal es una invitación a conocer, desde adentro, la historia de un artista que hace política o un político que hace arte. Pero que, sin embargo, afirma: “Yo no soy un político. Yo soy un artista. A mí me interesa el arte como herramienta que incide en la política, pero sigue siendo arte lo que hago”. Comprender la historia con sus contradicciones es parte del desafío de adentrarse en un caso como el de Luis Manuel, allí donde se mezclan arte, política, sociedad, consumos culturales e ideología.
Luis Manuel Otero Alcántara es un artista especializado en la práctica de la performance, conocido en su país por sus participaciones públicas en las que critica abiertamente al gobierno y sus políticas. Vive en el barrio El Cerro de La Habana, y desde 2018, ha sido arrestado decenas de veces por sus actuaciones. El argumento oficial es que infringe el Decreto 349, una ley cubana que requiere que los artistas obtengan permiso anticipado para exhibiciones y representaciones públicas y privadas. La última encarcelación ocurrió el 11 de julio de 2021, cuando recibió una condena de cinco años de prisión y por la cual, aún se encuentra detenido e incomunicado.
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En diálogo con Infobae Cultura, María Matienzo Puerto relata la fascinante historia de Luis Manuel reflejada en su libro para darle visibilidad internacional al caso y así pedir su liberación.
—¿Por qué escribir un libro sobre Luis Manuel Otero Alcántara?
—Bueno, Luis Manuel es un gran artista. Previo a que él empiece a cambiar su discurso y expandir los límites del arte y de la política, hacer un arte bien conflictivo, era un artista respetado por las instituciones y aclamado como un talento dentro de las artes visuales. La revista Times lo consideró una de las cien personas más influyentes del mundo en el 2021. El artista Ai Weiwei lo propuso como uno de los íconos mundiales. Además, la Fundación Oxiday lo caracterizó como una de las personas más valientes del mundo y salió seleccionado junto con otro artista iraní.
—¿Cómo son sus proyectos artísticos?
—Las obras siempre están dirigidas a enfrentarse a la dictadura desde distintos flancos. Había una que la gente no comprendía mucho pero yo encontraba perfectamente legítima, que era el crowdfunding (micromecenazgo que implica un mecanismo colaborativo de financiación de proyectos) para pedir rescate de dos médicos que habían sido secuestrados por una tribu en África y el régimen se había desentendido. Luis Manuel inició una campaña para poderlos rescatar, aunque no lo logró.
En otro caso, él participó de la Bienal de La Habana con la performance Miss Bienal, con la que visibilizó cómo a veces hay que prostituirse, no precisamente hacia el comercio como pasa en el arte a nivel mundial sino para con los funcionarios que te permiten participar o no. En Cuba te puedes encontrar un ingeniero agrónomo dirigiendo una Bienal y es él quien define qué arte le gusta o qué no.
—¿Se trata de un artista que realiza obras sociales?
—En Cuba, involucrarse en causas sociales es político. Allá se habla de una política de Estado. Los derechos humanos en Cuba no pueden tener ningún color político porque es una cuestión de vida o muerte. Hay un estado totalitario que define en situaciones de poder quiénes van a estar o no en todos los planos de la vida social.
—Es llamativo que siempre usa su propio cuerpo para manifestarse, sea con obras de arte o con huelgas de hambre.
—Todas las detenciones que ha recibido Luis Manuel tuvieron que ver con su arte, ya sea haciendo performances en la calle o en su casa. Todo tiene que ver con la proyección de su arte. Las huelgas de hambre son el resultado de cuando él se queda sin recursos para reclamar.
Comenzó con una performance llamada Garrote Vil. Luego, entraron a su casa y le destruyeron las obras que tenía colgadas allí. Entonces, él empezó a reclamar diariamente por sus obras pero cada vez que salía terminaba nuevamente encarcelado. También, lo interrogaban con una psicóloga, eso es un modo de tortura. Entonces, empezó con las huelgas de hambre.
—¿Cuándo lo detuvieron?
—El 11 de julio de 2021 es la fecha clave. El estallido del 11 de julio se dio con el hashtag #SOSCuba que se promovió en redes sociales a partir del Covid, porque no había insumos médicos, no había ambulancias, aunque sí había presupuesto para comprar el equipamiento antimotín, patrullas de la policía que son todas modernas, etc. La infraestructura de los hospitales está depauperada. La gente moría en sus casas en la pandemia. Y puede ser que me digas: “Bueno pero todo eso también ocurrió en Ecuador, en Nicaragua…” Sí, pero ni en Perú ni en Ecuador se jactan de ser una potencia médica ni de exportar a sus médicos a otros países. Y si bien nuestra vacuna fue una de las primeras, nunca llegó a ser certificada por la OMS.
—¿Lo detuvieron en el marco de esa manifestación?
—Él sale directamente para la calle. Lo apresan en el Prado, una de las calles más céntricas que tiene La Habana. Yo creo que él tenía una diana en la espalda (un tiro al blanco), y en principio, lo llevan preso por eso.
Uno de los delitos por los que lo condenan es por ultraje de los símbolos patrios. Tiene que ver con una intervención que llamó Trapó (trapo - bandera en francés). Él quería llevar la bandera como una segunda piel y a través de eso, empezaron a circular hashtags como “la bandera es de todos” o “la bandera como segunda piel”. Y eso provocó que el régimen empiece a acusarlo antes de que se aprobara incluso la Ley de ultraje contra los símbolos patrios. Al aprobarse la ley, a él es a uno de los primeros que se lo aplican. Ese es uno de los delitos principales de lo que lo acusan.
—Y también, según contás en el libro, lo acusan de infringir el Decreto 349, ¿de qué se trata?
—Es uno de los primeros decretos de los últimos tiempos para regular y criminalizar la expresión artística en Cuba. Allí se dice que todo lo que no tenga una expresión artística acorde a la ideología socialista no es arte. Y puede estar sujeto a sanciones.
—¿De cuánto tiempo es la condena?
—De cinco años. Aunque el juicio se hizo a un año y pico de estar encarcelado. Pero en Cuba, y mucho menos en los casos de los presos políticos, en los que por supuesto se ensañan, no existe el tiempo de descuento. El proceso judicial no tuvo argumentos porque salir a manifestarse debería ser lícito en cualquier parte del mundo. Pero bueno, nosotros vivimos en una dictadura aunque a la gente no le guste repetir la palabra, y esas son las cosas que pasan. Cero Estado de derecho, cero garantía de los procesos judiciales y, por lo general, las manifestaciones pacíficas terminan con personas encarceladas.
—¿Tenés comunicación con él regularmente?
—No. Desde que se lo llevaron el 11 de julio, no he vuelto a hablar con él. Es una de las razones por las que hago el libro. Hemos perdido comunicación y no sé los motivos.
—Luis Manuel participaba activamente del Movimiento San Isidro. ¿Podrías contar qué es?
—Es un grupo de artistas y productores que se nuclean alrededor de hacer arte alternativo moviendo los límites de la política. No hacen un arte complaciente. Luis Manuel era el coordinador general del movimiento y él no es el único detenido. El rapero Maikel “Osorbo” Castillo también está preso con nueve años de condena.
—¿Cómo es la situación de los artistas en Cuba?
—Desde que Fidel Castro entró al poder, ha habido una guerra constante contra el arte. En la década del 60, por ejemplo, hubo un proceso que apuntó contra las personas del conjunto LGTB y en contra de las personas religiosas y los artistas. Disolvió grupos de artistas, como por ejemplo, El Puente, que eran en su mayoría escritores y teatristas; y en la década del 70, usaron el método de la parametración en el Quinquenio Gris, que consistió en hacer una limpieza en las instituciones de todo aquel que fuera diferente. Y el punto es que en el arte todo el mundo tiene una manera diferente de expresarse como modo de vida, entonces estaba a expensas de ser parametrado. En la década del 80, hubo otra “limpieza”, en la que poetas como María Elena Cruz Varela fueron expulsadas del país, y artistas plásticos como Ángel Delgado fueron encarcelados. Siempre ha habido una guerra contra el arte.
—¿Cuál es tu objetivo al visibilizar esta historia?
—Nosotros somos amigos desde hace años y la amistad nos llevó también a trabajar en conjunto. Yo como periodista le daba difusión a las acciones del Movimiento San Isidro.
El objetivo del libro es hacer que la gente reciba un poco de lo que piensa Luis Manuel. Ir más allá del artista y pasar a la persona que es, de aquello que piensa sobre la patria y de lo que es enfrentarse a una dictadura a través del arte. Recopilé entrevistas que le hice desde el 2015 hasta el 2020, y cómo él se fue radicalizando por las mismas circunstancias de la dictadura.
—En el libro, afirmás que no se trata de un libro político… ¿Por qué?
—Realmente es un libro político. Lo que pasa es que uno tiene que desmarcarse de lo que es la política que se vive en Cuba. Pero al final, en Cuba todo es político. La vida se vuelve política cuando la usan como herramienta para disminuirte como ciudadano. Entonces, sí y no. Es también un libro político aunque yo lo haga desde mi experiencia personal y mi relación de amistad con Luis Manuel. Pero bueno, de repente uno vive en una sociedad que quiere cambiar y es mi deber como ciudadana enfrentarme al sistema.
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* María Matienzo Puerto nació en La Habana, Cuba (1979). Es periodista, escritora, amante de la fotografía y el cine. Escribió para distintos medios de Cuba e internacionales y fue reconocida por la Fundación Internacional para las Mujeres en los Medios (IWMF) como Women Journal Heroes por vivir en Cuba aún siendo disidente. El libro Mi diario personal de Luis Manuel Otero Alcántara puede leerse de forma gratuita en la web de Cadal (Centro para la Apertura y el Desarrollo de America Latina).
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