Siempre es interesante leer las reflexiones de los grandes maestros del cine. Pareciera que ellos pueden ver más allá de lo que está pasando y poder vaticinar qué pasará en los próximos años, por algo siempre se los describe como adelantados a su época. Así fue cómo despertó un gran interés que Quentin Tarantino editara Meditaciones de Cine, un libro donde reflexiona acerca de su trabajo y pasión por el séptimo arte. Otro claro ejemplo es David Lynch, creador de maravillas como la serie Twin Peaks o películas como El hombre elefante o Dune, que dialogó en una extensa entrevista con Cahiers du cinéma, una revista de cine francesa. Allí despertó amores y odios sobre sus respuestas acerca de la industria audiovisual.
Uno de los momentos más interesantes de la entrevista es cuando le preguntan sobre su participación en Los Fabelman, de Spielberg y él cuenta: “Al principio, no sé por qué, pero no quería hacerlo. Estaba la pandemia y otros problemas. Pero Steven y Laura Dern son amigos. Laura me suplicó que aceptara. Entonces Steven habló conmigo. Le dije que Peter Bogdanovich debería hacerlo en su lugar: había conocido a John Ford, habría sido perfecto. Pero Steven respondió: “No, no, no. Tienes que hacerlo tú, David”. Cuando acepté, me di cuenta de que Steven Spielberg era un gran tipo, es decir, un ser humano verdaderamente bueno. Al final me encantó trabajar para él. Sólo rodé un día, pero fue muy divertido. Para prepararme, vi entrevistas con John Ford. De una forma muy extraña, me parecía bastante a él cuando me probé el sombrero y el parche en el ojo. Así que pensé, puedo hacerlo. Las partes del traje me llegaron con antelación para que pudiera acostumbrarme a él, sentirme cómodo con él. De todos modos, era más o menos mi tipo de ropa: me gustan los pantalones de cintura alta y ese tipo de cosas.
Una de las frases más recordadas de su participación fue el consejo que Ford le dá al joven Spielberg “en la escena nunca pongas el horizonte en medio del campo, si no la imagen es aburridísima”. Sobre esa reflexió Lynch la consideró interesante y argumentó que ”Ford ha hecho muchos westerns importantes, en los que los paisajes importan mucho. Debe ser un descubrimiento hecho a lo largo de su carrera y que sólo fue válido para él hasta que dejó de serlo. Es el consejo de alguien que tuvo que mirar mucho por el ocular de la cámara y componer él mismo el plano. Hay directores de fotografía que encuadran, se orientan a la izquierda, a la derecha, perciben la mejor decisión sin entenderla realmente y luego hacen la foto. Lo que dijo Ford proviene de una emoción, más que de una teoría”.
El cine y las teorías
Lynch contó que nunca he ido a la escuela de cine y que aprende haciendo. “Cada individuo tiene su propio estilo, sólo tienes que encontrar tu voz, ésta es la única regla: ser fiel a la idea. Pero cada uno no ve la casa de nadie: los cinéfilos buscan inspiración en las películas del pasado, como Martin Scorsese, que almacena decenas de miles en su videoteca. Yo, no quiero enfrentarme a demasiados modelos, quiero descubrir cosas por mí mismo y no aprender nada intelectualmente. Salgo de casa, tengo una idea, hago una película. Y confío en el sentido común para que me muestre cómo avanzar implicándome en todos los aspectos”, reflexionó y agregó: “Las ideas lo son todo para mí. Todas brotan de este campo por trillones, y son atrapadas como peces. Entonces, de vez en cuando pesco una, y si me enamoro de ella es por dos razones: la belleza de la idea en sí y la forma en que el cine podría expresarla. La combinación de ambas te enamora, y entonces tienes la energía suficiente para transmitir la idea a todos tus colaboradores, para finalmente poner el pez en la pantalla”.
La actualidad del cine
Acerca del dinero que se invierte en los largometrajes, Lynch cuestionó: “Los largometrajes están mal, las series han ocupado su lugar. La gente no va tanto al cine como antes, el coronavirus lo ha frenado. Antes, hacíamos un largometraje para la gran pantalla, con grandes y bonitos altavoces. Construimos la película como si fuera un teatro. Podías sentarte y vivir la experiencia de entrar en un mundo completamente nuevo. Es angustioso. Y muchas cosas se ven en los teléfonos. Siempre lo digo: la gente cree que ha visto una película, pero si la ha visto en un teléfono, no ha visto nada. Es triste”.
¿Qué pasará con las salas?
El reconocido director criticó a los multicines donde la gente está con sus teléfonos o hablando en una sala. Además, consideró que el sonido es “mediocre ya que no se comprueban los niveles”. Con respecto a su última experiencia en las salas contó: “Creo que la experiencia más bonita que he tenido en el cine fue ver Wild At Heart en la gran pantalla de Cannes. Los reflectores parecían artilugios soviéticos de ciencia ficción. Eran enormes, de la era espacial. El sonido y la imagen no estaban unidos, era una copia de 35 mm totalmente magnética. Thierry Fremaux me dijo que la pantalla era más grande en aquella época, que la habrían encogido desde entonces. Le contesté: “Thierry, ¿es una broma? ¿Una pantalla más pequeña? ¿En Cannes, el mayor festival del mundo? - Sí, hay que hacerla desaparecer para las conferencias en el escenario”. Sinceramente, ¿vas a comprometer el cine para una conferencia? ¡Es horrible! En resumen, en aquella época, la pantalla era gigante. El sonido era analógico, no digital, y llenaba esa sala increíblemente. Era tan potente, no para causar dolor, sino para llenarte, para hacerte sentir el sonido muy dentro. Esta increíble experiencia nunca volverá a repetirse.
Los cineastas y la nostalgia
Cuando le preguntaron sobre la nostalgia de los cineastas por la ciudad de Los Ángeles, él contó: “Se debe a que es una ciudad de ensueño, la ciudad de los sueños. Aquí han ocurrido grandes cosas. Esta ciudad ha atraído a gente de todo el planeta para experimentar la vida como un sueño. Han venido por diferentes razones, pero sobre todo por el cine. Así que todos los efectos colaterales de este medio se concentraron en la ciudad. Y se convirtió en algo más: empezó a inspirarse en ideas que salen de todas partes, que brotan y crecen como plantas. Estas películas recientes expresan la idea del paso del tiempo, de todas esas cosas viejas de Hollywood que siguen apenas en pie. Como la ciudad se reconstruye cada año, todas esas cosas antiguas se transforman, se pierden, se derriban. Así que hay una languidez, una nostalgia de la edad de oro del cine. Muchas cosas malas iban a pasar en esa época. Pero es el sueño lo que lamentamos. Quizá pueda volver”.
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