Damián Szifron llegó a Hollywood pero añora otras épocas: “Ya no hay pasión por el cine”

El director argentino estrena “Misántropo”, un thriller en inglés con el control de armas en Estados Unidos como tema subyacente. Aún habiendo cumplido un sueño de todo director y cinéfilo, dice que hay que recuperar el gusto por lo desconocido y “alimentar la imaginación”

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Damian Szifron detalla el proceso de rodaje de "Misántropo": "Lo viví como ir a la guerra"

El contexto de la entrevista de Infobae Cultura con Damián Szifrón, uno de los directores argentinos más relevantes del cine global, induce a tomar conciencia del tipo de película que está por estrenar. Un hotel cinco estrellas, un set de filmación montado para la entrevista, esas sillas de rodaje dispuestas enfrentadas, el periodista en un discreto segundo plano, el protagonista que responde con el banner de turno. No deja de sorprender al cronista criado y formado en una redacción del siglo pasado.

Lo sorprendente, luego de hablar de Misántropo (un thriller en inglés sobre un asesino suelto en Baltimore, filmado en modo-Szifrón) y otras cuestiones del cine moderno, es descubrir que el protagonista -dotado de la amabilidad y generosidad para entrentar uno tras otro, durante una tarde, al entrevistador/a de turno en eso que llaman press-junket- demuestra estar bastante ajeno a todo esa pompa impuesta por la industria. Frente a la expresión “¡Llegaste!” en referencia a lo que seguramente debe ser un momento cumbre de su carrera -filmar en inglés con la parafernalia técnica de una super producción, con actores más o menos famosos de la industria de Hollywood-, Damián Szifron sonríe y responde: “Más o menos, más o menos, llegué no sé a dónde... Pero así como llegué, en todo caso también estoy muy feliz de estar acá, de vuelta con mi familia, en mi casa. Para asociar a Facundo Cabral diría “Yo soy de aquí, no soy de allá”.

Y anticipa, a modo de anuncio (esperado por cierto, al menos para el público argentino), “por lo pronto voy a filmar acá porque ya estoy escribiendo la película de Los Simuladores, que esperamos rodar a fin de año y para que se estrene en 2024. el año que viene”. Expectativas al margen, Szifrón se explaya en esta conversación sobre la dualidad expectiva-realidad de filmar en gran escala y en el corazón del imperio del cine, su escepticismo por el estado de las cosas en la industria quede la él mismo participa (”ya no hay más promesa de originalidad”, asegura), la compulsión por lo más grande (bigger) que advierte en una sociedad enferma del primer mundo y que lidia casi a diario con tiroteos masivos. Y, finalmente, cómo se lleva él -un adulto cinéfilo alimentado a películas clásicas desde los años 80- con la realidad de los complejos de salas, los pochoclos y las plataformas de streaming.

"Misántropo" lleva por título en Estados Unidos "To catch a killer" (Atrapar a un asesino)
"Misántropo" lleva por título en Estados Unidos "To catch a killer" (Atrapar a un asesino)

— ¿Cómo resultó el rodaje de Misántropo? No ocurrió en un momento fácil.

—El tema de la pandemia fue muy discutido, porque como estábamos rodando en un momento en donde no se sabía cuándo iba a terminar, fue una locura. La forma en que esta película fue financiada es muy complejo, te lo trato de explicar rápidamente. Se hizo con la venta a distribuidores internacionales de todos los territorios del mundo. Literalmente, la película se vendió en todo el mundo, menos en Estados Unidos, porque era un guión que desde el principio generaba cierta aversión, temor, incomodidad. Es urticante. Así que no teníamos distribución en Estados Unidos y se filmó con la plata que se consiguió en otros países.

Cuando eso sucede, hay una empresa que garantiza que vos vas a terminar la película con la plata que tenés. O sea, no había un centavo más. Después estalló la pandemia y un 30 por ciento del presupuesto fue parar a protocolos, médicos en el set, test para todos los técnicos y situaciones como que se enfermó un extra y como estuvo en contacto con mucha gente, había que parar durante dos o tres días hasta testear a todos y confirmar que era un ámbito seguro. Además, tuve que lidiar con actores de Hollywood que tienen sus agentes, sus representantes, sus compañías de seguro privado...

Fue todo muy difícil, muy cuesta arriba. y no sabíamos cuándo iba a terminar. Entonces, por ejemplo, nos preguntábamos “Che ¿Deberían estar con barbijo estos personajes? Porque, mirá si la pandemia dura seis años. O termina esta ola y viene otra nueva y mira si a partir de acá vamos a andar todos con barbijo”. Menos mal que en algún momento dijimos “no podemos filmar una película así, parece una joda: un policial con todo el mundo con barbijo” y dijimos “bueno, saquemos los barbijos, apostemos a que la pandemia en algún momento va a terminar”.

De izquierda a derecha: Jovan Adepo, Ben Mendelsohn y Shailene Woodley Ben Mendelsohn, el trío de investigadores en "Misántropo"
De izquierda a derecha: Jovan Adepo, Ben Mendelsohn y Shailene Woodley Ben Mendelsohn, el trío de investigadores en "Misántropo"

—Sin embargo, hay algunas menciones a la pandemia en ciertos diálogos.

—Alguna referencia me parecía que había que dejar y básicamente creo que dejé dos frases. Y la verdad, las dejé porque una me gustaba mucho. Cuando la madre dice “la última vez que me visitó fue durante la pandemia, todo el mundo estaba encerrado en las casas y él estaba vagando feliz por ahí”. Siendo que la película se llama Misántropo, me pareció bien pensar en este personaje que siente placer ante un planeta vacío. Me pareció que tenía poesía, incluso cuando la madre dice de él “era un rey nómade”. Me gustó esa idea, alguien que se siente un rey nómade vagando por un mundo desierto. Y por eso la dejé.

—Entonces, más allá del sueño del pibe cumplido (nunca más real la imagen en tu caso) ¿Disfrutaste de rodar en la meca del cine, con actores “famosos” y al ritmo de un thriller hecho y derecho?

— Yo sentí niveles de adversidad totalmente desconocidos. Y si te tengo que decir, tuve momentos de placer y momentos de entusiasmo, pero lo viví como ir a la guerra. Todos los días una batalla nueva, todos los días problemas mayúsculos que... No había vivido en otras filmaciones. Para darte un ejemplo, Relatos Salvajes fue una película de una escala menor en términos de presupuesto (ojo, no deja de ser grande para una película argentina). Y la filmé rápido, digamos, con la sensación de que no me sobraba el tiempo en ocho semanas. Esta película se rodó en seis. No podíamos perder un segundo: se rodó buena parte en Canadá y allá en invierno la luz dura nada. Nada.

Fue cómo cometer la menor cantidad de errores en el tiempo que había. Además en ese sentido, desde los primeros trabajos que tuve (como asistente o jefe de producción en alguna película argentina) la frase que me quedó grabada es “las excusas no se filman”. Vos no podés sentarte acá y decir “no, lo que pasa es que yo quería hacerla de otra manera pero no pude”. O sea, me hago cargo de todo, de los errores, de los aciertos y de lo que no pude resolver. Entonces trato de arreglar todo con las herramientas que tengo, ya sea en el rodaje, en el montaje, en la postproducción.

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Hay cosas que espero que no se noten, que están atadas con alambre para transmitir la escena, el sentimiento, el ritmo o la tensión adecuada en determinado momento. Sin duda fue el proceso más duro y menos placentero que atravesé en mi vida en términos de dirección.

"El rodaje durante la pandemia fue una locura", dice Damián Szifron

—Más allá de la trama que conduce a encontrar un asesino, la película refleja una realidad violenta, casi descontrolada, en los Estados Unidos de hoy.

—Es particular. Yo creo que es una película que se la ve muy distinta desde afuera de Estados Unidos, que desde dentro de Estados Unidos. Lo que pasaba con el guión, lo que pasó con la financiación y el rodaje, la dificultad de encontrar el equipo que se sumara y que quisiera contar esta historia en el contexto actual… Aclaro que yo la concebí, la imaginé, antes de todos estos tiroteos en masa que se producen, hoy en día hay uno o dos por semana. Esta película empecé a pensarla en 2010. No era así, para nada. Incluso en el momento en que se le dio luz verde al guión, era un thriller y ellos la veían como un thriller de un asesino que está suelto. No era una película testimonial, como si te dijese una de los 70. Pero empezó todo eso, el tiroteo en Las Vegas, la masacre en Noruega, el tipo que atropelló gente en Nueva York, uno que entró en Orlando (incluso la película, el primer guión transcurría en Orlando). Tuve que cambiarlo de locación porque además son muy así.

Ellos se asustan y por ejemplo uno de los temores que había más allá de... Estar rodando una película de género sobre un tema actual que genera dolor y controversia, está la cuestión pragmática. La composición de lugar que se hacen sistemáticamente es: si filmamos esta película, si ponemos una fecha de estreno y hay un evento violento cerca del estreno, hay que levantarlo y se pierde el dinero invertido en publicidad... Así es el razonamiento.

Yo veo que se filma un montón de contenido que no presenta polémica, que no interpela, que no se hace preguntas ni intenta dar respuestas. De esas películas se hacen montones. Y si me preguntás, para mí toda esa lógica es mucho más causante de las catástrofes que ocurren en ese y en otros países, que una película que trata de procesar el tema. Ahora, la película no fue concebida, te repito, como un drama actual testimonial para hablar de la violencia armada en los Estados Unidos. No fue así, pero poco a poco se fue convirtiendo en eso. Y ahora entiendo que se la pueda ver así o que se la pueda juzgar así.

"Es una película que se la ve muy distinta desde afuera de Estados Unidos, que desde dentro", asegura Damián Szifron (Foto: Gabriel Machado)
"Es una película que se la ve muy distinta desde afuera de Estados Unidos, que desde dentro", asegura Damián Szifron (Foto: Gabriel Machado)

—Tu participación como director en una producción en inglés se emparenta con cierta tendencia de las últimas décadas en Hollywood: directores mexicanos, chilenos, ahora vos argentino, filman en inglés. Pasada la experiencia ¿cómo la ves?

—Si me preguntas en qué tipo de sociedad me siento más cómodo, te puedo decir sin ninguna duda: acá en Argentina. Somos definitivamente más desordenados, con un montón de conflictos sociales, políticos, económicos que por ahí allá no tienen, pero... A mí me parece que la nuestra es una sociedad más libre, más interesante, incluso más reflexiva, y que pone en crisis cosas que allá se han aceptado como escenario dados y ya no se cuestionan más. No me hace sentir cómoda la lógica corporativa. Es como que cualquier cosa que sale bien se transforma inmediatamente en algo corporativo. Cualquier barcito que anda bien, en dos meses, ya son 80 y están en todos los Estados Unidos.

Y dentro del cine, creo que la fórmula o la forma en la que se hacían esas películas que a mí me convirtieron en director, hoy no existe más. O sea, en los 70 el poder lo tenían los directores. Por supuesto que había peleas y pugnas con el estudio, con los jefes. Los directores de estudio eran gente que fumaba habanos y, si querés, en muchas ocasiones eran casi gangsters. Pero igual había una pasión, un amor por el cine, por la narración. Ahora ya no. Yo siento que ahora el poder está en los directivos de las compañías.

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—Entonces ¿Es otro cine el de hoy, distinto al que vos amas desde niño?

—Lo que digo es que el cine americano más mainstream con el que crecí -yo soy del 75, fui niño en los 80 y vi todo eso de primera mano- alimentaba la imaginación de una forma espectacular. A partir de ahí siempre me interesó la ficción. Nunca me interesaron, por ejemplo, la moda, qué actor está de novio, toda la farándula, eso me tiene sin cuidado. Incluso hoy en día no me gustan los estrenos, no me interesa. Me interesa la ficción, las historias.

Creo que las películas de hoy, incluso las películas mega masivas, ya no lo hacen. El poder no está en la imaginación de unos tipos tratando de ampliar el horizonte y crear cosas nuevas. O sea, el vigor, la vitalidad hoy no están puestas ahí. La última vez que creo que pasó algo así fue con Matrix. Fue la última que dije “Uy, esto no existía, esto es nuevo”. Y fue hace 20 años.

O sea, hoy ninguna película te promete un universo que vos no conozcas, que te genere intriga y deseo. Y bueno, qué sé yo, no está ni mal ni bien. Funciona.

"Trata un tema actual que genera dolor y controversia", dice Damián Szifrón sobre su película "Misántropo"

—Ahora... Vos trabajás, aquí y ahora, en esta industria. ¿Cómo haces? ¿Cómo le encontrás el gusto a seguir trabajando en ese contexto?

—Tengo una serie de proyectos laterales que estoy pensando. Por ejemplo la idea de crear una nueva cadena de exhibición. Siento que hay espacio para eso, que hay otra forma de ver películas. El cine como lenguaje, para mí está muy bien y ya llegó a su mejor versión. ¿Qué más querés hacer? ¿Que salgan las letras, que te golpeen en la frente? O sea, cuando veo que el cine es 3D, 4D y se mueve y te tira agua, no me interesa. Lo siento una involución. Se impuso esa dinámica americana de “más y más”. Hacerlo crecer y hacerlo crecer. Pero el volumen ideal no es el máximo. La comida ideal no es comer hasta reventar. Yo siento que el cine es ir a una sala y ver algo proyectado en 2D. Por eso, digo: busquemos generar otra cosa. Un lugar donde vayas, te puedas encontrar con gente, tomar un café, que el ritual sea agradable.

Tengo la sensación de que hay mucha gente talentosísima en todos los ámbitos y en todos los rubros que no hace cosas porque este sistema es muy cruel, muy competitivo y genera terror. Hay una enorme condena al fracaso y hay gente que no se quiere exponer. No sé si hay un ámbito de seguridad, de contención, incluso para fallar, para equivocarse, levantarte y poder hacer cosas. Me encantaría que hubiera una cadena de cine concretamente, que hubiera uno en cada ciudad. No tienen que ser todas las salas así ni reemplazar a las otras; las que están ya están y bien que estén así.

—¿Y cómo te llevas con las plataformas de streaming y el cambio de paradigma para consumir películas?

—La realidad es incuestionable. No pasa porque sea la imposición de un villano que maneja los hilos del mundo y dice “a partir de ahora las cosas se ven así”. O sea, creo que la gente lo eligió. Mi hija de 8 prefiere ver películas en su iPad. Es lo que es, yo también pierdo un montón de tiempo en el teléfono. Lo lamento, pero hoy en día la realidad pasó a ser la virtualidad. No es una metáfora, ¿viste? Miras el celular, dejas de percibir la realidad y estás enfocado en algo ahí, en la palma de tu mano ¿Me gusta? No. Y creo que también hay otro problema grande que tiene que ver con el ritmo. Cada vez el tiempo que le podes dedicar a algo sin distraerte, es menor, cada vez tenés menos paciencia. A mí también me cuesta hacerme dos horas en casa para ver una película. Yo siento que era muchísimo mejor espectador antes que ahora. Casi nunca tengo tiempo, y cuando tengo, bueno, estoy con mi mujer, con mis hijas, trato de resolver los problemas de trabajo ¡O me encuentro boludeando con el celular! Como cualquier otro ser humano.

* Misántropo se estrena en los cines de Argentina el jueves 4 de mayo.

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