El Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente que concluye el lunes 1° de mayo, tiene sin embargo, una buena cantidad de novedades y rescates del cine argentino e internacional para disfrutar durante este fin de semana. Ahí está Los Bilbao, documental que participa de la Competencia Argentina y lleva la firma de Pedro Speroni, quien no es no es un nombre y apellido nuevos en el festival: en 2021 recibió el premio a la mejor ópera prima por Rancho.
Aquel es un documental que muestra el día a día en el penal de Dolores, convivencia, historias de vida y circunstancias de los internos privados de su libertad. Ahí fue donde el director conoció y generó un vínculo con Iván Bilbao, el protagonista de esta nueva película. Iván tiene 33 años y luego de un lustro, recuperó su libertad para ir al reencuentro de su familia. En el regreso a su pueblo, deambula desorientado entre su hogar y la posibilidad de recuperar todo lo que alguna vez tuvo. Su mujer y su hija lo pondrán a prueba en la búsqueda de un destino mejor, que se vislumbra marcado por la llegada de otro vástago.
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Infobae Cultura dialogó con el realizador Pedro Speroni sobre la experiencia de sumergirse en la intimidad de esta historia familiar.
—¿Cómo nace este proyecto?
—Todo empezó con Rancho, ahí empecé a construir un vínculo con Iván que es uno de los protagonistas de la película. La relación fue creciendo de a poco. La primera vez que entré a la cárcel de Dolores me recibió él junto con el líder del pabellón. Al principio, pensaban que era un infiltrado de la policía. Iba todos los días a filmar y se fue generando un vínculo tremendo con todos, pero especialmente con Iván. Hubo un momento que a mí me marcó muchísimo. Estaba por empezar a filmar e Iván se peleó con un compañero en el pabellón y yo quedé en el medio de la pelea y cuando él me ve, me abraza, me lleva a una celda para protegerme y vuelve a pelear. Eso a mí me conmovió un montón, el hecho de que se acuerde de mí en ese momento.
A partir de ahí, me di cuenta de que la historia de él era una película aparte. Este tipo que parece malo, rudo, hostil, también es una persona que tiene una humanidad increíble. Iván quedó en libertad mientras filmábamos Rancho y siempre me invitaba a su casa. Fui a visitarlo, la primera vez no lo encontré y después volví, me invitó a tomar algo, hasta terminamos yendo a bailar a un boliche de Chascomús. Lo empecé a frecuentar e hice un vínculo muy cercano con él, con su mujer Yamila, con sus padres. Hasta que un día les comenté que quería hacer un documental con ellos y accedieron muy rápido. Iván nunca llegó a ver Rancho porque no aguanta sentado ni dos minutos, pero la mujer la vio y le encantó.
—¿Cuándo te diste cuenta de que la familia era la protagonista y no solo Iván?
—Al principio Iván era solamente el protagonista, la familia empezó a aparecer de a poco. Una de las primeras escenas que filmamos fue la que aparece al comienzo que se encuentra con la policía y les dice: “Yo soy Iván, el rey del pueblo”. Le expliqué que en su historia había algo para contar, que tiene una personalidad que es como un imán y que detrás de este tipo rudo que mostraba había un gran tipo. Se entusiasmaron mucho y pienso que ellos se sentían muy cómodos conmigo y con el equipo. Si bien él es la cabeza de la familia, me interesaba retratar los distintos vínculos que se generaban y además, como todos de alguna manera se iban sosteniendo.
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—¿Cómo llevaron el hecho de estar frente a cámara?
—Se acostumbraron muy rápido, no miraban a cámara. Lo tomaban con mucha naturalidad, podían surgir peleas entre ellos (como ocurre en todas las familias). Había mucha confianza, eran ellos mismos. Además, éramos un equipo reducido, yo filmaba y un amigo tomaba el sonido, eso ayudó a que su naturalidad no se interrumpiera. Me permitieron entrar en sus vidas de esa manera y a mí eso me conmovía mucho, que ellos confíen tanto en mí.
—¿Qué cosas de los personajes fuiste descubriendo?
—El rodaje duró alrededor de los nueve meses del embarazo de Yamila. Fui descubriendo a un hombre que había sufrido muchas cosas en la vida, que tenía muchas heridas y con un pasado muy duro. Una persona que sufrió mucho bullying de chico y que con esas heridas trata de salir adelante. El tema de la “reinserción”, es una palabra que tampoco es tan real porque mucha gente que estuvo presa viene de los márgenes y entonces cuando salen, vuelven ahí donde nunca tuvieron posibilidades. En el caso de Iván, él tenía un círculo de contención con su familia, un lugar donde volver. Pude ver el amor que tenía con Yamila, el amor de esa familia. Cómo creció el vínculo entre ellos, cómo Iván se hizo cargo de la hija de ella. Cada vez están mejor como familia y van ganando confianza como pareja. Cuando empecé a filmar, recién hacía tres meses que se conocían.
—¿Qué sentís que te dejó como profesional y como persona filmar estas películas?
—Filmar documentales me dio vínculos increíbles y también me dio la posibilidad de conocer gente que de otra manera no hubiese conocido. Conocí el valor de la palabra, es decir, no defraudar al otro cuando alguien confía en vos y devolverle esa confianza quien te está brindando su vida. Creo que lo más importante para mí, más allá de lo que sucede después, es saber por qué uno hace la película, cuál es la motivación. Te cambia la vida para siempre. Al menos en mi caso hacer las películas que hice me cambiaron la vida, en sentido humano y vincular.
* Los Bilbao se proyecta el domingo 30 de abril a las 15:30 horas en el Cine Multiplex Monumental Lavalle Sala 4 (Lavalle 780, CABA).
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