Macbeth, el poder y la pasión en pleno siglo XXI

La obra dirigida por Daniel Casablanca y Andrés Sahade, parte del Festival Shakespeare en desarrollo, y otras tres versiones en la cartelera porteña, mantienen vigente un clásico del bardo de Avón

¿Cuándo es llamado Macbeth por un destino en particular? Probablemente no sea azaroso. Baste señalar que hoy mismo en Buenos Aires cuatro versiones de Macbeth se presentan simultáneamente. La fascinante versión unipersonal de Pompeyo Audivert en el Centro Cultural de la Cooperación, Habitación Macbeth; La tragedia de Macbeth, en La Tertulia; Monte, versión para cuatro actores sobre Macbeth de William Shakespeare, en La Sodería, y Macbeth, con dirección de Daniel Casablanca y Andrés Sahade y que fue elegida para ser representada este sábado en el marco del Festival Shakespeare, que comenzó su 12° edición hace unos pocos días.

El sanguinario ascenso del personaje creado por William Shakespeare –derrotero anunciado por tres brujas que interrumpieron el camino de Macbeth durante una noche oscura– es una de las más despiadadas reflexiones sobre el poder y su desmesura. Tal vez los años de crisis sumados a un clima mayoritario que apunta a pensar electoralmente los próximos acontecimientos de la nación, hayan urgido a que los artistas shakesperianos vuelvan a probarse los trajes dispuestos para el desarrollo de esta tragedia.

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"Habitación Macbeth", escrita, protagonizada y dirigida por Pompeyo Audivert se presenta en el Centro Cultural de la Cooperación (Foto: Santiago Martinelli)

Infobae Cultura conversó con Daniel Casablanca, director del Macbeth que se pondrá en escena este sábadoen la sala El método Kairós del barrio porteño de Palermo.

—Vamos a realizar la puesta de un clásico, y uno de los clásicos de Shakespeare más enraizados en los parámetros de la tragedia. Retoma de manera muy fuerte algunos elementos reconocibles de esas tragedias, los desenlaces inevitables, la desgracia anunciada. Desde que empieza la obra vos ya sabes lo que va a pasar y, sin embargo, no deja de ser dramático. Y sigue siendo atractivo. Hay ese suspenso, también, con las brujas, que desenlazan o dan el hincapié para ir en búsqueda del desastre. Abre la puerta a lo más oscuro de los personajes, ¿no? Entonces, ¿son las brujas que tenían razón o las brujas encendieron las llamas de la ambición desmedida?

Daniel Casablanca se pone al frente de una nueva versión de "Macbeth" (Foto: Gustavo Iapeghino)

—Usted también forma parte del grupo Los Macocos, que tienen un espíritu ligado a la comedia ¿Cómo se conjuga con este trabajo?

—La búsqueda de Andrés y mía en el espectáculo es de acercar la tragedia a actores muy entrenados en la comicidad. Andrés había dirigido con el mismo equipo una versión de Antígona. También tratamos de mostrar cómo Shakespeare trabajaba con sentido del humor hasta en las tragedias más oscuras. Muchas veces uno se cansa de versiones solemnes, realmente duras y rígidas.

Esta puesta es súper blanda y de ninguna manera estamos esquivando la tragedia, este es de los textos más oscuros si uno quiere pensar en la obra de Shakespeare. Desde la interpretación es una versión muy cercana, muy fresca, muy pura y entonces el espectador se siente muy involucrado. Estamos muy acostumbrados a ver las versiones aburridas, pesadas y solemnes cuando se ponen tragedias, y esta es una tragedia viva, viva, y con todo el sentido del humor revitalizado.

"Macbeth" (1971), de Roman Polanski

—¿Por ejemplo?

—Lo gracioso son los textos de la misma obra de Shakespeare. De las competencias del niño que habla con la madre que le dice y le habla sobre el poder y el niño ingenuamente dice las cosas malas del poder. Ese es un humor shakesperiano y al mismo tiempo la puesta cuenta con actores muy frescos en una cuarta pared trágica muy blanda. Es una tragedia muy densa y que habla de un tema que hoy está en boga, viste cómo se nos muestra ahora mismo lo que es la sed del poder.

—Hay cuatro versiones en distintos teatros de versiones con puestas de Macbeth. Podría ser un síntoma de lo que usted dice.

—Muchas obras de Shakespeare hoy siguen siendo contemporáneas en su idea. Y depende de cómo se arme la alquimia de la forma de interpretarla y transmitirla al espectador le va a llegar un tema cotidiano, no le va a llegar un tema lejano. Por ejemplo, en cine está la versión de Roman Polanski, de principios de los 60, que es buenísima. Es genial y hace a Shakespeare moderno, hoy. Es porque estos temas son los grandes temas. Y este de la ambición, el ascenso al poder y sus consecuencias, el mancharse con sangre las manos y la culpa hacen todo lo que se necesite para que sea una obra actual.

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