Con un clima casi primaveral, la ciudad de Buenos Aires vivió este viernes por la noche una actividad que por su popularidad se convertirá en un clásico de la cultura porteña. “La Noche de las Embajadas” permitió la apertura de las sedes diplomáticas en Argentina. Una multitud de visitantes disfrutaron del paseo por estos bellos edificios enormes y antiguos, donde pareciera que todo lo que sucede allí dentro es secreto de Estado. No fue así. El público pudo admirar por dentro y de cerca, una deslumbrante arquitectura y también pudo disfrutar de una variada programación, en cada caso representativa de la cultura de cada país.
En su segunda edición, ya muchos visitantes vinieron preparados y se armaron un plano de cómo harían la recorrida que arrancó a las 18 para no perderse nada. La primera parada obligatoria fue el Palacio San Martín, donde funciona la Cancillería Argentina. Allí los privilegiados que pudieron conseguir cupo de ingreso, participaron de visitas guiadas de esta joya de la arquitectura porteña, un edificio que se encuentra preservado como Monumento Histórico Nacional y que ha sido escenario de importantes eventos de la historia política nacional.
En el Patio de honor, donde Pablo Bernaba abrió la tarde con unos infaltables tangos con el sello del barrio de La Boca, su patria chica. Mientras algunos escuchaban, otros hacían fila para probar las exquisiteces que se ofrecían para degustar: alfajores, churros y vino. Además, era la parada obligada: allí se entregó un pasaporte a cada visitante para conseguir un sello por cada embajada visitada.
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El tango siguió hasta más tarde y muchos se animaron a improvisar algunos pasos. Otros buscaron los mejores lugares para escuchar el repertorio de la cantante Patricia Malanca acompañada por un cuarteto. Una de las características de este evento es que no importaba la hora que se llegara, siempre hubo algo interesante para ver.
Bajando por la calle Maipú del centro porteño, se podía llegar a otro de los espacios favoritos del recorrido: el Centro Cultural Coreano. Allí se pudieron admirar pinturas, vajillas y vestimentas típicas o simplemente descansar un rato en el hermoso jardín ubicado en el fondo del edificio. Aquellos que contaban con más tiempo, pudieron realizar los talleres de coreano o escuchar a los grupos de coverdance K-pop.
Siguiendo por la misma calle, a unas pocas cuadras, se pudo visitar el Instituto Cultural Argentino Norteamericano (ICANA) que representó a la embajada de los Estados Unidos, donde los visitantes pudieron hacer presenciar shows musicales que iban desde jazz, música country, hasta góspel y entre cada espectáculo se podían observar las imponentes fotografías de Carol Highsmith que mostraban distintos escenarios del país del norte de América.
Muy cerca y en un edificio que podría haber pasado desapercibido si no fuera por la gran fila de asistentes que esperaban por ingresar, en la Embajada de Hungría ubicada en el noveno piso de la calle Suipacha al 1100, se podía ingresar de a pequeños grupos para conocer los destinos turísticos del país de Europa del Este, a través de unas piezas audiovisuales, y también degustar algunos platos típicos como chocolates y tortas típicas magyares.
Entre las embajadas más festivas estuvieron la de Colombia, que plantó un escenario en plena calle Cerrito. Allí se pudo escuchar a los Mensajeros de Colombia, que llevaron la música del Caribe a la capital argentina y también entre tema y tema, muchos aprovecharon para degustar café, la bebida nacional de aquel país. Además, se podía subir a conocer algunas de las oficinas de la embajada donde mostraban con orgullo un cortometraje de Gabriel García Márquez cuando ganó el Premio Nobel de Literatura en 1982.
A una cuadra también se sumó al evento la Casa Patria Grande, Presidente Néstor Kirchner, que en su hall de entrada instaló un escenario. Allí tocó primero Kike Estribi, auspiciado por la Embajada de Panamá y cerró La cuarta dimensión que llevó ritmos de cumbia a uno de los espacios con más presencia de gente joven. Todos recorrieron con curiosidad una casona que pasó a manos del Estado argentino en 2022, en donde se realizan distintas actividades culturales articuladas con los organismos internacionales regionales. Allí también hubo una tradicional choripaneada para sumar color argentino.
Para esta noche de viernes que no parecía de otoño, la Embajada de Brasil dispuso del hall de entrada del edificio de la Cancillería argentina, un hito arquitectónico del paisaje porteño, donde se pudieron ver las dos obras del renombrado artista plástico brasileño Athos Bulcão. El favorito fue su mural de azulejos con los colores de la bandera de Brasil: allí era donde todos querían tomarse fotos.
Uno de las sorpresas de la noche fue la embajada de El Salvador, con su sede ubicada sobre un primer piso en la Avenida Santa Fe. Muchos se acercaron para conocer más de su cultura y probar su café, también tradicional e identificatorio de la nación centroamericano. Además, al irse, descubrían el escenario dispuesto sobre la calle Uruguay, donde se instaló una feria de emprendedores salvadoreños o se ofrecieron clases de cocina tradicional en vivo.
Con una convocatoria que dio vuelta la manzana de Ramón Castilla hacia Figueroa Alcorta, la Embajada de España abrió sus puertas al público con stands informativos de sus Consejerías de Educación, Trabajo, Cultura y Turismo. También se ofreció a los visitantes distintos espacios de información sobre estudios y lugares turísticos para visitar, junto a la posibilidad de degustar unas lonjas de tradicional jamón serrano.
Además, en su salón principal, sobre un escenario montado especialmente se presentaron Miguel de Olaso, con un concierto de música barroca en guitarra, y el Ballet Hispania, una compañía de danza española. “Es un placer tener la posibilidad de recorrer estos edificios que usualmente están cerrados al público”, comentó Paula, una vecina de Devoto que se movilizó hacia allí especialmente para disfrutar del recorrido nocturno.
Muy cerca de allí, las Embajadas de Grecia y Bélgica ofrecieron visitas guiadas por sus edificios históricos. En estos casos, también, se vieron sobrepasadas por la cantidad de gente que se acercó a recorrerlas.
Un poco más hacia el norte de Buenos Aires, en el barrio de Belgrano hubo dos propuestas muy distintas entre sí. La Embajada de México se lució con la proyección del documental Argenmex, exiliadxs hijxs, de Violeta Burkart Noë, acerca de los exiliados argentinos que llegaron al país luego del golpe militar de 1976 y el Concierto de la Orquesta de Instrumentos Autóctonos y Nuevas Tecnologías (OIANT) de la Universidad Nacional de Tres de Febrero, con la dirección de Alejandro Iglesias Rossi y Susana Ferreres.
A pocas cuadras, la Embajada de Turquía, que fue una de las sorpresas de la noche, recibió a sus visitantes con una muestra sobre la cultura local, proyecciones y degustaciones de café y té turco en sus jardines. “La propuesta que presentamos hoy tiene que ver con acercar la cultura turca a los argentinos. En este caso, con el preparado del café y el té, que son dos cosas muy tradicionales junto con otras actividades que realizamos acá regularmente. A partir de las novelas, las personas se han interesado mucho en toda la cultura”, contó Sol Carnero, del Centro Cultural Turco, en diálogo con Infobae Cultura.
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