Desde 2021, Jorge Macchi guarda papeles con anotaciones que encuentra en calles cercanas a su taller, en Villa Crespo, para darles una nueva vida: cartas, ayudamemorias, listas de canciones, anotaciones con direcciones, listas de compras, entre otros textos, que el artista toma duchampianamente. Con ellos creó Retour, una instalación preliminar work in progress, con la que Central de Procesos, un laboratorio de arte contemporáneo que funcionó como taller del artista, inaugura su temporada 2023 en San Isidro. Allí podrá participar el público de todas las edades con propuestas creativas, a partir de las obras.
Hay en la producción de Macchi una poderosa tensión entre realidad y ficción: el artista hizo piezas en las que el tiempo se detiene en constante movimiento o se pone al descubierto el mecanismo del artificio para potenciar el efecto paradojal. Exploró el tiempo, la incomodidad de los objetos, la forma de circular por la ciudad, la crónica policial, la sobreinformación y todo lo hizo tratando de establecer un nexo con el espectador, en una obra abierta que no necesita de la comprensión pormenorizada del concepto para disfrutarse.
Resulta inolvidable su video en stop motion donde un reloj digital hecho con fósforos va en sincronía perfecta con el tiempo real. También Fan, un ventilador cuyas aletas chocan constantemente contra una pared con profundas hendiduras como si fueran huellas del roce, que se exhibió en Perspectiva, muestra antológica en el Malba, en 2016. “Son objetos que parecieran estar incómodos, lidiando con las paredes o con el techo. Son como apariciones, fantasmas. Objetos que no pertenecen a este tiempo ni a este lugar, por eso están incómodos en el sitio que les adjudicamos”, dijo el artista sobre esta pieza que se expuso por primera vez en Nueva York en 2013.
10:51 es una videoproyección en loop en la que transformó el tiempo en algo físico, corpóreo: un reloj cuyas agujas intentan avanzar y no lo logran. Still Song, que se mostró en el pabellón internacional de la Bienal de Venecia en 2005, es una habitación totalmente iluminada con una bola de espejos colgada del techo, cuyos reflejos luminosos se transforman en arma letal al punto de dejar agujeros en las paredes.
Ahora en Central de Procesos Macchi presenta Retour, segunda versión de Buenos Aires Tour, una obra que realizó en colaboración con la escritora María Negroni y el músico Edgardo Rudnitzky. Presentado en la Bienal de Estambul de 2003, el proyecto comenzó a partir de itinerarios determinados por la rotura de un vidrio sobre el plano de la ciudad: esos puntos seleccionados por azar devinieron lugares claves de esa guía. En cada sitio se seleccionaron sonidos e imágenes: desde el ruido de un arroyo hasta manifestaciones en plena crisis de 2001. Si una guía de turismo apunta a las instituciones, a lo que permanece, este tour, consideró el artista, puso el énfasis en lo contrario: captura sonidos del momento, imágenes pasajeras.
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“Retour es lo opuesto de Buenos Aires Tour, que estaba armado sobre un mapa fijado por el hecho de que es un vidrio roto sobre un mapa de la ciudad de Buenos Aires. Desde un principio estaba pautado cuáles eran esas líneas y cuáles eran los puntos de interés en este tour. En este caso, el proceso es inverso: yo voy buscando por la calle, encuentro material y parte de ese material va armando un mapa, que se desarrolla de manera orgánica. De modo que yo no sé dónde va a terminar este proceso”, dice a Infobae Cultura uno de los más importantes artistas argentinos, cuyas piezas integran las colecciones de la Tate Modern, el MoMA, el Centro de Arte 2 de Mayo de Madrid y el Museo de Arte contemporáneo de Amberes, entre innumerables museos del mundo.
“Al ser un trabajo en proceso lo que se puede ver en Retour es simplemente un montaje preliminar. Aún no sé qué formato va a tener este proyecto, si va a ser una instalación, un libro, un sitio web o quizás otra forma que no puedo ni siquiera imaginar”, señala Macchi. Y añade: “Los participantes de Central de Procesos interactúan con los materiales de la instalación y producen sus propias relaciones entre los materiales, sus propios textos, sus propios personajes ocultos detrás de cada uno de los objetos de la instalación”.
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En Central de Procesos puede verse un mapa creado a partir de distintos papeles encontrados con direcciones (de esos que se escriben antes de ir a un sitio y algunos tiran en la calle). Hay también trabajos que el artista denomina instrucciones, como por ejemplo a partir de un papel que posiblemente perteneció a un carpintero donde se consignaban las medidas de un bajo mesada, mandó a hacer una versión de ese mueble.
“Ahora pienso que hay dos bajo mesada que están coexistiendo al mismo tiempo en dos mundos paralelos y que nunca se van a tocar: uno en una cocina y el otro en la sala de exposición de San Isidro. Hay algo extraño en esto, en la medida en que encontré un papel se abre una especie de camino paralelo”, dice el artista, quien representó a nuestro país en la Bienal de Venecia, y en las de San Pablo, Liverpool, Sydney y Lyon, entre otras.
Hizo un mapa a partir de un itinerario pormenorizado entre Ezeiza y General Güemes que figuraba en un papel encontrado. Y entre los encuentros fortuitos, llegó a sus manos una carta que escribió un policía. Macchi encargó un examen grafológico de esa epístola con la que lo topó el azar: “Pude conocer casi íntimamente a esa persona, aunque no sepa quién es”, dice el artista. Paradojas que evidencia el alquimista Macchi, quien considera que toda obra de arte es siempre un misterio.
*Retour en Central de Procesos, Avenida del Libertador 16.208, en San Isidro, permanecerá abierta de lunes a viernes, de 9 a 16, y los sábados, de 11 a 15. Acceso gratuito. Reservas de turnos para visitas de escuelas o grupos, escribir a centraldeprocesos6@.com
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