La muestra Objeto Histórico, 40 años de democracia busca “pensar siempre en la memoria para actuar en el presente y para plantear una alerta sobre los aspectos que esta democracia tiene como enorme pendientes”, dice María Teresa Constantin, co-curadora de la puesta.
La exhibición, que se desarrolla en el Museo de Arte y Memoria de la Comisión Provincial por la Memoria de La Plata, reúne a 20 artistas diferentes generaciones y trayectorias para componer desde esa diversidad un relato original que pretende interpelar nuestros sentidos sobre la democracia, la historia, la memoria y el arte.
El colectivo está integrado por Cristina Coll, Gabriel Chaile, Javier del Olmo, Juan Carlos Distéfano, Rosana Fuertes, León Gieco, Gabriela Golder, Adriana Lestido, Eduardo Longoni, Leonel Luna, Daniel Ontiveros, Natalia Revale, Res, Jorge Sarsale, Paula Senderowicz, Susy Shock, Indio Solari, TP, Leo Vaca y Hugo Vidal.
“Cuando el Museo me propuso la curaduría por sus 20 años y los 40 de la democracia, en primer lugar asocié a Gabriela Vicente Irrazábal, más allá de su excelencia profesional, para incorporar una mirada generacional. Yo me crié entre golpes de estado, Gabriela en democracia, o sea que desde la curaduría esta cuestión de memoria e historia también está trabajada como trasfondo”, cuenta Constantin a Infobae Cultura.
En lo fotográfico se encuentran Adriana Lestido, que muestra la realidad de las mujeres que viven encerradas en cárceles; por su parte, Eduardo Longoni aporta sus emblemáticas imágenes sobre el juicio a las juntas en 1985; Leo Vaca y Res recuperan la memoria del atentado a la AMIA.
En videoarte, Gabriela Golder reflexiona sobre las luchas de mujeres trabajadoras y Cristina Coll realiza una performance homenaje a Juana Azurduy relacionada a la identidad de género.
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“A la hora de pensar la propuesta sugerimos no una muestra “celebratoria”, que también los es, sino pensando siempre en la memoria para actuar en el presente y para plantear una alerta sobre los aspectos que esta democracia tiene como enorme pendientes. Buscamos las obras en función de lo que ellas, como emergentes, espejo y documento nos contaban sobre este periodo”, agrega la co-curadora.
Y agrega: “Quisimos que hubiera artistas muy presentes en la instituciones del arte, como por ejemplo el decano de todos ellos, Juan Carlos Distéfano, y otros cuya obra fue producida en momentos de tensión política o social, en algunos casos como el de TPS, en el medio de una protesta callejera”.
Así, Rosana Fuertes propone un juego plástico con la palabra DEMOCRACIA donde cada letra es presentada en un objeto circular con estéticas diferentes que dialogan con frases e ideas; Natalia Revale interviene piezas de cerámica para pensar en la extracción del litio y la contaminación del agua; Hugo Vidal presenta una instalación que compila fotografías, objetos y almanaques para narrar la segunda desaparición de Jorge Julio López; Javier del Olmo utiliza una máquina de escribir para reproducir el rostro de Marita Verón; Paula Senderowicz presenta una reversión de Libertad para decidir, afiche que formó parte de la campaña por el derecho al aborto legal y gratuito; Jorge Sarsale, un collage en el que dialogan los anuncios de Página 12 sobre personas desaparecidas con obituarios publicados en el diario La Nación. Además, se exponen serigrafías de TPS (Taller Popular de Serigrafía) sobre la crisis del 2001.
La exhibición se encuentra musicalizada con canciones que referencian a sus ejes temáticos y temporales: El ángel de la bicicleta de León Gieco, Pabellón séptimo del Indio Solari y No oculto de Susy Shock y la bandada de los colibríes.
A continuación, una selección de textos que acompañan a la muestra escritos por los propios artistas:
“¡Ay, Patria mía! surgió en 1993, como activación de la frase que la historiografía oficial le atribuye al general Manuel Belgrano en su lecho de muerte y me servía como presentación de una serie de instalaciones que daban cuenta de lo que sucedía en ese momento en la patria y en mi caso, me afectaban personalmente. Privatizaciones de empresas estatales, campaña del gobierno estimulando la xenofobia, olvido e injusticia con las leyes de obediencia debida y punto final, mientras aparecían los primeros carteles promoviendo la reelección de Menem. Contenidos que me permitían formalmente tomar posición, dialogar y tensionar con las obras de mis amigues y colegas, que eran encerradas en las falsas, ciegas e interesadas categorías de ´arte light´ o ´guarango´”, explica Daniel Ontiveros.
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El artista Javier Olmo, quien trabajó sobre Marita Verón, desaparecida en Tucumán, el 3 de abril de 2002, contó que “construir la memoria de Marita Verón para sostener la memoria de tantas otras miles de desaparecidas con fines de explotación sexual en Argentina, de quienes quizás no llegamos a conocer sus nombres, sus rostros, o sus historias. Marita Verón es un símbolo que levantamos cuando ya no podemos cuantificar la cantidad de desaparecidos y víctimas que se incrementa año a año”.
Para Olmo, “no permitir que desaparezca la memoria de quienes han desaparecido y desnaturalizar todo hecho de violencia es además enviar un mensaje, frente al mensaje que intenta imponer el miedo y el terror como lo es cualquier desaparición forzada, con nuestras acciones, herramientas y armas simbólicas enviar nuestro mensaje, no tenemos miedo, o quizás tenemos miedo pero ese miedo no nos paraliza, seguimos saliendo a la calle, seguimos organizándonos y luchando para conseguir justicia”.
Para ello, el artista reivindica “construir la memoria con acciones simples, con sencillez de recursos, con una materialidad frágil, reapropiando técnicas y saberes populares como la pegatina de publicidad de pequeño formato, un recurso intimista que tiene como idea la construcción de la memoria desde la insistencia en el tiempo y permitiendo la posibilidad de que esa idea sea tomada y continuada por otros, contagiar nuevas formas, nuevos imaginarios para la construcción de una memoria que solo puede ser colectiva”.
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Eduardo Longoni es autor de Juicio a las juntas militares y junto a ella explica: “es la única foto en mi vida que hice llorando. La sala en la que se desarrollaba el juicio estaba en silencio, había una tensión que cortaba la respiración. Público, abogados, las Madres, todos con la mirada fija en la puerta por la que iban a entrar los ex comandantes de las tres juntas, juzgados por crímenes aberrantes durante la dictadura. Del cuello me colgaban dos cámaras con película blanco y negro. Una con un angular y otra con un teleobjetivo corto de 85 milímetros. Nunca imaginé que llegara a presenciar algo así. Los amos y señores de la vida y la muerte de miles de argentinos, a punto de sentarse en el banquillo de los acusados”.
“Tenía sólo unos segundos para hacer una foto que podía ser histórica. A ellos ya los había conocido fotografiándolos en innumerables actos y ceremonias militares. Y los había sufrido en carne propia en años de militancia política, con amigos presos y desaparecidos, y junto a mis colegas, en las represiones de cada marcha, en cada manifestación de protesta. Se me nubló la vista. Levanté la cámara con el tele corto. El último de la fila era Videla. En una de las fotografías que tomé se filtró, entre los cuerpos de los militares, la mirada del fiscal encargado de la acusación, César Strassera. Pura casualidad que terminó de darle a la imagen el carácter simbólico que cobró después. Me resultó complicado enfocar, entre las lágrimas, la tensión, los gritos de la gente que vociferaba ¡asesinos!, ¡asesinos! Las voces salían de bocas atragantadas por años de impotencia y lucha. Creo que también me temblaban las manos”, acotó.
Natalia Revale representa a las multinacionales que construyen piletones con salmuera para extraer el litio y explica que “la paleta de colores de los piletones recuerda a los cristales que forman los esmaltes cerámicos. La vajilla es parte de un banquete, al que no hemos sido invitados. La arqueología del extractivismo, que viaja veloz, apenas con tiempo de ser deglutido en la hora del té”.
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“El salar del Hombre Muerto es explotado hace más de 20 años para extraer litio. El salar está rodeado de acuíferos de aguas dulces. Los acuíferos nos alimentan. Los salares son también humedades. Los humedales son fuente de vida. El altiplano andino, a 4.000 m de altura, es un punto caliente de biodiversidad. En época estival, los flamencos altoandinos emigran de las tierras bajas a las lagunas y humedales del altiplano”.
Leonel Luna explica que su obra responde a una serie que realizó en 2002 en homenaje a Antonio Berni en su serie de Juanito Laguna. “Mi modelo fue mi colega la reconocida artista y activista Fernanda Laguna, que encarnaba esa fragilidad e inocencia de Juanito. Recuerdo que invité a Fernanda diciendo… vos serás mi Juanito!! Ella accedió y realizamos una serie de tomas que luego sobre impuse digitalmente en un basural a cielo abierto. Juanito Laguna volvía a tener la vigencia de la infancia perdida en la triste realidad de de la crisis económica y política del 2001, y esa vigencia se tornó muy real, tanto que decidí retomar muchas de aquellas obras que representaban la desigualdad, la exclusión y sus consecuencias con tomas fotográficas que remitieran a las pinturas de Berni, Blanes y otros artistas argentinos”, añadió.
La serie completa se tituló Su opulencia es nuestra exclusión, “donde las obras no representaban hechos, sino que colaboraban a resignificar imaginarios sobre la forma en que nos vemos o imaginamos en este presente que construimos”, explica Luna.
*Objeto Histórico, 40 años de democracia en el Museo de Arte y Memoria de la CPM, en calle 9 N° 984 de La Plata. De lunes a viernes de 10 a 18 horas, entrada gratuita
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