Luego de su estreno en Mar del Plata con sala llena en todas sus funciones, Toda esa sal en la piel se presenta este fin de semana en Buenos Aires. La obra, el debut como autora de Mercedes Méndez, es una creación en conjunto con un grupo de artistas marplatenses, integrado por Cecilia Dondero en la dirección, Paula González en la actuación y Florentina Peralta en la asistencia de dirección.
La protagonista de este unipersonal es una madre soltera que se entera de que su hija de seis años tuvo un accidente en la escuela y fue llevada de urgencia al hospital. La obra es el viaje de esa mujer hasta su hija, el intento desesperado de conectarse con ella. Sus pensamientos giran en torno a temas como la maternidad y sus dolores, la desigualdad de género, el desamparo, pero también la posibilidad de encontrar amor y belleza en los lugares menos pensados.
Toda esa sal en la piel surgió primero desde la escritura, en una investigación que la autora realizó en distintos talleres con los maestros Mauricio Kartun, Mariana Chaud, Andrés Gallina y Santiago Loza. “Así llegó a la versión final de un texto que cruza la autoficción con estructuras del monólogo situacional y un registro posdramático, con una voz narrativa”, explica la directora de la obra.
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Cecilia Dondero, egresada de la Facultad de Artes de la Universidad de Tandil y formada además con importantes maestros, como Ricardo Bartís y Marcelo Savignone, entre muchos otros, recibió el texto de Méndez en agosto de 2021: “Mercedes nos comparte a Paula González y a mí su texto con ánimo de que, si nos interesaba, lo pusiéramos en escena. Su idea era que Paula dirigiera y yo actuara, roles que venimos ocupando los 20 años que hace que hacemos teatro juntas. Ambas leímos el texto y nos enamoró inmediatamente, y Pau me pidió actuarla y que yo la dirigiera. Acepté el desafío, llena de preguntas, pero con muchas ganas”, cuenta a Infobae Cultura.
“Esta es mi primera experiencia dirigiendo un unipersonal –amplía Cecilia, que estrenó en 2015 Vías como venas y en 2019 una obra infantil llamada El viaje de Ombus–. Al leer Toda esa sal en la piel, me llegó directa y profundamente, me emocionó muchísimo. Me sentí identificada en varias situaciones como hija, madre, mujer, amiga, hermana, recordé situaciones que les han pasado a amigas y hermanas. Todas hemos atravesado traumas familiares, desamores, miedos, angustias, la desigualdad de género. Muchas mujeres viviendo la maternidad en soledad, encontrando el amor y refugio en los lugares menos pensados, en el abrazo de otras mujeres, y descubriendo belleza y sentido en momentitos de la vida cotidiana. Me atrevo a decir que a Pau y a Florentina Peralta, nuestra gran e indispensable asistente, les pasó lo mismo. El texto es universal, creo que nos toca a todes”.
—¿Cuáles son los desafíos que plantea el texto de Toda esa sal en la piel para definir una puesta en escena y la dirección actoral? ¿Cómo resolviste en la puesta los diferentes momentos por los que transita el diálogo imaginario de la protagonista con su hija?
—El desafío era pensar qué cosas hace esta mujer mientras la cabeza no le para, mientras la tragedia comienza a invadir su cabeza y cuerpo. ¿A quién le habla? ¿Busca un interlocutor, alguien que la ayude, sentirse acompañada? ¿Cómo habitar y representar los diferentes espacios? ¿Cómo abordar la distorsión del tiempo, las elipsis temporales, lo presente y lo ausente? ¿Cómo acompañar ese caos interno? ¿Cómo hacer presente lo que no está?
El espectáculo pone el foco en el momento previo a la desgracia, cuando sentimos que está al acecho, que es inminente. Ponemos el foco ahí y tratamos de utilizar todos los elementos del teatro: la luz, el pulso, el sonido, el cuerpo de la actriz para generar un diálogo con el público sobre qué es sentir el corazón en la boca, cómo reaccionamos, qué escenarios imaginamos y qué conclusiones podemos sacar después. Hay algo de cardíaco que tratamos de sostener durante toda la obra e idealmente buscamos que ese estado de tensión llegue al espectador.
Trabajamos durante un año y medio en ensayos constantes para definir el código de actuación y la puesta en escena que mejor dialogue con el registro contemporáneo. Durante el proceso de investigación, probamos distintas técnicas. De esta manera, se experimentó con la máscara, acciones físicas y el registro sensorial. Hubo búsqueda desde lo sonoro como un elemento narrativo más, lo rítmico, nos acompañó una violinista en vivo. Finalmente, se decidió por una puesta abstracta que, a partir de una intervención sonora simple y un juego de luces y sombras y con diapositivas, explore un universo mental amplio y profundo y, al mismo tiempo, llegue de una manera íntima al espectador. Esta construcción de lenguaje con las diapositivas colaboró para abordar las elipsis temporales y los cambios de escenarios.
—¿Le diste muchas vueltas a la idea de la puesta o fue algo que surgió desde el inicio?
—Apenas comenzamos a ensayar, supe que la puesta iba a ser minimalista, no imaginé nunca grandes escenografías y objetos, ni muchos colores. Supe que el foco estaría en el cuerpo de la actriz, en su actuación, en lo mínimo de sus acciones y gestos. Quería algo simple que acompañe a esa mujer, a ese relato, a ese texto tan cargado ya de imágenes, emociones y sensaciones. Enseguida apareció la idea de que la actriz esté cerca de la gente, que se genere un ambiente íntimo, sutil, chiquito, uterino. En un principio imaginé proyecciones audiovisuales, hologramas que la atraviesen, dibujos abstractos hechos a mano y animados, imágenes sutiles que acompañaran los estados de esta mujer, que generen escenarios de manera no tan figurativa.
Y llegó a mí en el momento justo un proyector analógico de diapositivas, que era de mi abuela Porota. Investigué en las luces y sombras recortando papeles, con tijeras, cutter, a mano, cada cosita en miniatura se transformaba al proyectarse en la pared del teatro, sobre el cuerpo de Pau, y nos daba información nueva. Fue mucha prueba y error, prueba y acierto hasta armar el guión de diapositivas.
Cerraba lo blanco y negro, las luces y las sombras. La proyección, todo es proyección: la luz, el sonido, lo que ella proyecta en la hija, la proyección de lo que puede suceder, de las promesas como súplicas, de la tragedia…
*Toda esa sal en la piel se presenta el sábado 29 de abril a las 21 h y el domingo 30 de abril a las 19 h en Casa Sofía (Fitz Roy 1327, CABA).
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