Si alguien tuviera que describir a un apasionado del cine, seguramente tendría muchas de las características que destacan al director Norberto Ramos del Val. Su manera de filmar a pesar de todo, en especial, de las imposiciones que pone la industria y el mercado español. No se siente ejemplo de nada y tampoco quiere pelear por organizarse o que le hagan un lugar, él solo quiere filmar las historias que le parecen interesantes, a cualquier precio, con lo que haya, lo que aquí denominaríamos un cine de trinchera, categoría que seguramente rechazaría porque odia las etiquetas y que lo encasillen. Sin embargo, si se observa su variada filmografía se destacan dos cosas: el género fantástico y la comedia. El estar enfrentado al sistema audiovisual oficial español no lo ha alejado de su objetivo, que es filmar solamente aquellas historias que estén en su línea de pensamiento, que se permitan ir más allá de lo establecido e ir por los márgenes y en las barricadas de la independencia y el underground.
Este personaje que puede quedarse horas hablando de cine, es uno de los invitados internacionales con más presencia en esta edición de BAFICI, ya que tendrá un foco de sus películas, dará una masterclass llamada “Cine independiente, cine de inconscientes”, es parte del jurado de la Competencia Vanguardia y Género y, por si fuera poco, su última película Soy una buena persona, tendrá su premiere mundial en la función clausura del festival. La misma se centra en Sabina, que vive con y de sus padres a los treinta y tantos. Es una más de los “artistas” que se arrastran por una Madrid en perpetua crisis, rodeada de gente aún más triste que ella misma. Es un claro ejemplo de lo que se vive hoy en la capital española, donde hay generaciones perdidas o desencontradas sin remedio, de trabajos precarios y vínculos en descomposición.
Infobae Cultura conversó con el director español sobre sus motivaciones a la hora de filmar, las implicancias que tiene hacerlo con poco presupuesto y su participación en el festival.
—¿Cómo llegó tu última película al festival?
—Había enviado mi última película al Festival de Cannes y uno de los organizadores de BAFICI que estaba también ahí tuvo la oportunidad de verla y me dijo: “los franceses ya sabés como son, es demasiado para ellos, pero se lo pasé a los de BAFICI y les encantó”. Se trata de una comedia muy negra sobre la crisis y el desastre pospandémico en Madrid, pero creo que se podría haber hecho en cualquier ciudad, y está centrada en el mundo audiovisual español, que es todavía más triste que el normal.
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—¿Cómo es la realidad del cine independiente español, en tu caso el de género?
—En España, tengo clarísimo que si no eres hijo de papá, como decimos a los que son ricos de pequeños, no podés dedicarte al cine, ya que por el sistema oficial de productoras te pasás muchos meses y años intentando levantar un proyecto y mientras tanto tenés que vivir de algo. Por eso, llevo haciendo todas mis películas sin un euro y por mi propia cuenta. Mientras tanto, hago trabajos en otras cosas para poder mantenerme. Estoy luchando contra el sistema directamente, ya que si el sistema no te adopta, tú te lo cargas.
—¿Qué ocurre con la exhibición? ¿Es fácil conseguir sala para las películas chicas?
—Eso es peor, porque los cines los tienen directamente copados las distribuidoras norteamericanas y si bien, el cine español está obligado por ley a poner algo local, siempre programa las películas que compran o distribuyen las cuatro productoras grandes.
—¿Por qué seguir haciendo cine?
—Es lo que me apasiona. He tenido la suerte de desarrollar mi carrera en un momento de cambio que fue muy importante, cuando empezó el cine digital, donde podías hacer tus películas en tu casa con una cámara de fotos relativamente barata. Este fenómeno arrancó en 2010. Aguantás porque no te queda otra, o sea, porque hacer cine es una pulsión que te pide el cuerpo hacerlo y luego, conseguís el dinero trabajando de otras cosas, como por ejemplo grabando videoclips o de lo que puedas. En mi caso, tengo una vida muy austera, soy una especie de fraile, gasto poco, vivo con mis gatos y no tengo hipoteca, ni una familia que mantener. Es la única manera. Si no estás dentro de las productoras más grandes, no vas a entrar nunca, es un coto supercerrado.
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—Esta libertad te ha dado la posibilidad de surfear por varios géneros, desde los thrillers hasta la comedia, ¿dónde te sentís más cómodo?
—Sigo mezclando mucho el tema del cine fantástico con la comedia y de hecho no tengo ni una película que sea de un solo género. Sólo mi primera película, Muertos comunes que era un thriller. En ese momento fue toda una novedad, ya que pocos se animaban a hacer cine de género en España. A partir de ahí, ya todo es mezcla. Mezclo las cosas que me gustan a mí y a los guionistas con los que trabajo. En cuanto a la limitación del presupuesto, es algo que lo tengo presente, apenas pienso la película, sabiendo que la vas a tener que hacerla vos solo, escribís pensando en los recursos que tenés a mano.
—¿Cómo hacés para elegir actores sabiendo el bajo presupuesto que tenés?
—Lo de los actores que algo que a mucha gente le sorprende, cómo logro conseguir algunos que tienen ya una carrera para una película de poco presupuesto. Eso tiene que ver con que muchos tienen tiempo libre por estar parados entre una filmación y otra. Hay actores muy buenos que hasta que no tienen la suerte de salir en algo grande, pasan mucho tiempo sin trabajar y están desesperados. Conociendo un poco el panorama y moviéndote entre actores, podés tener a tu disposición a todos los de Madrid o de Barcelona para proponerles algún proyecto aunque no tengas dinero. Además, por el poco presupuesto que tengo, mis rodajes son muy cortos, entonces no les requiere mucho tiempo. Pero principalmente, ellos me eligen porque el proyecto les resulta interesante y porque ven que a medida que pasan los años mis películas se ven en todos los sitios. A su vez, les sugiero cosas que no han hecho nunca. Entonces, si se animan, pueden interpretar un papel que no iban a hacer nunca. Pasan los años y me dicen: “la única vez que he podido hacer un personaje diferente al que me llaman siempre fue con vos como director”. Tengo, por ejemplo, el caso de Emilio Buale, con el que llevo trabajando desde 1996, al ser uno de los pocos actores negros que había en España, siempre lo llamaban para hacerte de inmigrante marginal y empecé a darle papeles absurdos. Le di el primer papel de mafioso y de ahí empezaron a llamarlo en series para hacer de malo. Siempre me lo agradece y me dice que conmigo ha podido hacer cosas diferentes a las que hacía siempre.
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—¿Qué tenés en cuenta para hacer cine de género de manera independiente?
—Me interesa mucho ese tipo de cine y la comedia porque encuentro ahí personajes que están en mi misma situación, que se animan a la hora de filmar y asumen riesgos que no se ven en otros géneros. La base está en saber que antes de pensar qué películas vas a hacer saber que no tenés dinero. Entonces, desde el guión es importantísimo marcar qué es lo que tenés y que no. Evidentemente, nunca voy a hacer una película con persecuciones en helicópteros. Hay mucha gente que se dedica a estar toda su vida diciendo: “tengo un proyecto muy bueno, pero necesito mucho dinero, entonces nunca lo voy a hacer”. No sé qué vida tienen, si creen reencarnar muchas veces, pero yo no, entonces como quiero rodar y no tengo nada, haré rodajes de dos personas hablando en una esquina. Pero no tenés que asumirlo como una pérdida, sino como un reto.
—¿Qué características tienen las personas que se acercan a ver tus películas?
—Creo que mi público es gente que está un poco aburrida de ver siempre lo mismo, pero que tampoco es un público tan de cine de autor, es decir, de cosas intensas o superreflexivas, estoy en un terreno en el que parece que hago cosas que podrían ser comerciales, aunque desde un punto de vista muy independiente, desde mi punto de vista, de hacer lo que nos da la gana. Lo que más les sorprende es cómo se pueden resolver las escenas y las películas en sí mismas con tan poco presupuesto, y no dejan de ser divertidas e interesantes. Además, son películas que se salen del formato, no será algo que verás en cualquier lado. Hoy el cine español está muy estandarizado y es una lástima
—¿Cómo ves la actualidad del cine español?
—Es una cosa que creí que se había aprendido y de pronto, se ha desaprendido, es decir, por lo menos desde mi punto de vista, en el cine español antes se valoraba mucho que fueras internacional haciendo algo que parecía muy español. El claro ejemplo es Almodóvar. En España era un bicho raro, pero todos lo valoraban por el éxito que tenía afuera y ha funcionado muy bien en todo el mundo. Eso es porque la gente quería ver algo distinto y le importaba muy poco perderse la mitad de los chistes privados y las referencias absurdas que solo entienden los españoles de la época, pero agradecía esa nueva manera de hacer cine. Esto fue estable desde los años 70 u 80 hasta hace poco. Ahora se ha convertido en todo lo contrario, hacés una serie española, argentina o japonesa y parecen todas iguales, mismas temáticas, mismas maneras de resolver los conflictos y hasta algunas tienen los mismos actores.
—Una de las actividades que harás es una clase magistral, seguramente asistirán muchos chicos que están estudiando cine, ¿qué conceptos vas a transmitir?
—Les contaré mi experiencia y sobre todo haré énfasis en una cosa que parecía que era normal, pero veo que tampoco se explota tanto: el cómo se puede hacer películas en casa sin un peso. Siempre creí que con la explosión de lo digital iban a salir películas hasta debajo las piedras y veo que no, que el 90% de la gente sigue esperando a tener mucho dinero para arrancar a filmar y me parece un error.
*”No soy una buena persona” tendrá su premiere mundial el viernes 28 de abril a las 21:05 horas en el Cine Gaumont y se podrá ve el sábado 29 a las 14:20 horas en el Cine Gaumont y el domingo 30 de abril de las 13:45 horas en el Cine Lorca. Por otra parte, la masterclass será el jueves 27 de abril a las 17:30 horas en El Cultural San Martín.
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