El Instituto Cervantes reúne en una exposición los tesoros literarios que guardan las bibliotecas de sus sedes por todo el mundo, entre ellos ediciones de 1592, cartas originales de Jorge Guillén y Rafael Alberti o un texto mecanografiado original corregido a mano por el Nobel Mario Vargas Llosa.
Del uno al otro confín. Las bibliotecas del Instituto Cervantes es el título de esta muestra a partir de los fondos de las bibliotecas de las 64 sedes que la institución tiene en 35 países y que, según explicó hoy su director, Luis García Montero, conforman en la red “la mayor biblioteca española en el mundo”.
La exposición toma su título de los versos de “La canción del pirata” de José de Espronceda. Para su puesta en marcha se llevó a cabo una compleja tarea de selección de 308 piezas de entre el casi millón y medio de referencias que conforman el catálogo de la red de bibliotecas, con dos mil publicaciones anteriores a 1900, de las que algunas proceden de donaciones, legados o herencias, explicaron García Montero y la responsable de bibliotecas del Cervantes, Cristina Gonzalo.
Una muestra que quiere unir la apuesta digital del Instituto Cervantes con la herencia del pasado para mostrar estos ejemplares desconocidos del patrimonio bibliográfico y documental de la institución, conservado tanto en sus bibliotecas del exterior como en la Biblioteca Patrimonial de Alcalá de Henares (Madrid), explicó García Montero.
Libros que destacan por su antigüedad, rareza, belleza, dedicados por sus autores o de singularidad única, indicó Gonzalo, quien destacó la parte de la exposición en la que, enmarcados los ejemplares como obras de arte, se muestran primeras ediciones y citas de los autores panhispánicos que dan nombre a las bibliotecas del Cervantes en el mundo.
Entre los fondos más antiguos se seleccionaron el Parasat Bre’siyt, comentario al Génesis datado en 1600, de la biblioteca de Tánger (Marruecos); la Chronica de la provincia de Syria y Tierra Santa de Gerusalem, de Juan de Calahorra (1684), conservado en la biblioteca de Estambul; o el Tratado en loor de las mujeres, de Cristóbal Acosta (1592) de la biblioteca de Roma.
En un recorrido por el siglo XIX, el Cervantes muestra también primeras ediciones de los escritores españoles Jovellanos, Cadalso, Pardo Bazán, Galdós o Valera, que conviven con testimonios sobre España de algunos viajeros ilustres, como George Borrow, Hans Christian Andersen o Richard Ford.
La primera edición de la Gramática de la lengua castellana de Andrés Bello (1847) o libros de Larra y Fernán Caballero son otros de los ejemplares que pueden verse junto a los posteriores de Valle-Inclán, Rubén Darío, Pérez Galdós, Juan Ramón Jiménez, Azorín, Unamuno o Manuel Azaña y ejemplares con dos dedicatorias de Federico García Lorca.
La Guerra Civil, ilustrada por folletos de trinchera, propaganda de ambos bandos de aquellos años, procedentes de la biblioteca del Cervantes en Londres, y la posguerra y el exilio, con libros de León Felipe, María Zambrano o Luis Cernuda, son otros de los que pueden verse en la exposición.
Destacan también las cartas originales de Isaac Peral, Jorge Guillén y Rafael Alberti o el manuscrito mecanografiado original de La guerra del fin del mundo, corregido a mano por Mario Vargas Llosa, que regaló a la autora brasileña Nélida Piñón, y posteriormente ella legó a la biblioteca de Rio de Janeiro.
Fuente: EFE
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