Son las cuatro de la tarde y una fuerza extraña aparece en el mirador del piso 22 de la Intendencia de Montevideo. Es una voz femenina que dibuja figuras geométricas en el aire mientras hace percusión con un abanico. Lo abre y cierra marcando el compás. El público del ruidoso café, ubicado en ese punto panorámico, se queda en silencio, absorto, hipnotizado por esa presencia inesperada llamada Lucía Romero. La artista uruguaya, que sigue la línea estética de figuras como Juana Molina y forma parte de la nueva banda de Emiliano Brancciari de NTVG, tiene apenas un abanico, un teclado y una computadora. Ella sola, como mujer orquesta, es capaz de crear una atmósfera musical tramada para esa tarde gris, húmeda y lluviosa, como un manto de beats electrónicos centelleantes, que cubren ese paisaje de Montevideo que se deja ver a través del ventanal, con capas y capas de sonidos contemporáneos que se superponen.
Desde 1979, el mirador panorámico, ubicado a casi 80 metros de altura, revela una de las vistas más completas y emblemáticas de la capital. Aquí funciona el café con vista a la ciudad, donde todos los días hay música en vivo. Esta es una de las sedes musicales de la tercera edición del Mercado de Música Uruguay Musical, que durante cuatro días reunió a programadores de distintas partes de América Latina para escuchar un seleccionado de cuarenta proyectos musicales y que demostró aquel orgullo de los uruguayos: Montevideo es la ciudad con mayor densidad de músicos por metro cuadrado del mundo.
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El mercado, impulsado por la Agencia de Exportación de Música Uruguaya de la Fundación Fans de la Música y Cooparte, organizó un mapa musical que fue recorriendo escenarios simbólicos ubicados en distintos barrios de la ciudad: Teatro Solís, disquera Discomoda, Cabildo de Montevido, Museo Blanes, Museo del Carnaval, Sala Zitarrosa, Castillo del Parque Rodó, Centro Cultural Artesano y Espacio Cultural Corchea. Los músicos y músicas, seleccionados en una convocatoria abierta realizaron conciertos de media hora, que fueron escuchados por programadores de Brasil, Colombia, Paraguay, Chile y Argentina, y permitieron tener una aproximación a la escena actual de la música popular uruguaya en el tango, el hip hop, el folklore, la música indie, la canción, la electrónica y la cumbia.
La Tabaré
Con más de treinta años de trayectoria es uno de los grupos más importantes de la escena rock del Uruguay. Su mezcla de teatralidad y letras provocadoras que se convirtieron en himnos urbanos –”Perdón el cuestionario”, “Rasga corazón”, “Un romancero”, “Aquel cuplé”, “El clítors letal”, “País belleza”, “La canción del ganso”, “Excepto”– fue fundamental como testimonio de un período musical postdictadura.
Esa inconformidad con la sociedad contemporánea, el status quo, el establishment musical y cultural, se transformó en una bandera del líder, Tabaré Rivero, cantor, compositor, actor, dibujante y docente, que se mantuvo al frente de esta banda que combina el espíritu de la ópera rock con la música testimonial y ese oscuro rocanrol barrial, que sería disfrutado por los seguidores de Los Redondos. En Uruguay la banda no solo tiene una nutrida base de seguidores, sino que sigue sacando nuevos materiales discográficos que la mantienen vigente, a pesar de sus contantes cambios en la formación.
Inés Errandonea
Con su primer disco, La vida real, editado a fines del 2020, la cantante y compositora montevideana, presentó sus credenciales y ganó el premio Graffiti (uno de los más importantes de Uruguay) como mejor artista nuevo. Las canciones de Errandonea fluyen en esa voz al natural y melodías que traman un cancionero sensible, apoyado en una instrumentación electroacustica.
Inés Errandonea tiene sus raíces en la milonga, la murga, el candombe, el folklore latinoamericano y puede pasar de un pop beatle de sinceridad acústica a cierta psicodelia rioplatense, que funcionan perfectamente para sonorizar ese diario personal de lo cotidiano. La cantante forma parte de una familia generacional donde se inscriben cantantes como Noelia Recalde y Papina de Palma, con la que recientemente realizó un proyecto a dúo y teatral llamado Tanto nos queremos. Sus canciones son películas emocionales, que se trasladan a la puesta del vivo, donde otros rasgos de su formación como el cine, el teatro y la poesía.
Diego Presa
El reverso de una ciudad y su realidad se dibujan en el cancionero de Diego Presa, donde cierta épica del hombre común y solitario camina por paisajes desvelados, como una milonga nocturna. Parecen las canciones de un lobo solitario, traccionadas por una guitarra de cuerdas de acero, que repite un leitmotiv nostálgico construido a base de una cadencia de acordes menores y descendentes.
La voz de Presa, ese fraseo ahogado y contenido con un resplandor nocturno y portuario, como un marinero en tierra, provoca un extrañamiento sobre las cosas. Esa es su mejor herramienta para ubicar al escucha en muchos de esos paisajes por donde transitan sus versos feroces sobre el lado B de la intimidad. Su estilo está plantado sobre la columna vertebral de melodías abismales y un pulso de carretera, donde se combinan el viaje interior, la soledad, el deseo y la noche, como un Nick Cave rioplatense pero más cercano al Darno, Eduardo Darnauchans, figura mítica de la canción montevideana
Pilar Apesetche
La música de esta artista nacida en Tacuarembó está vinculada al chamamé desde la infancia. La influencia del Brasil, también forma parte de su identidad sonora. Como cantante y compositora, su repertorio transita canciones que tienen que ver con ese sonido de frontera, donde el español y el portugués se trenzan en una lengua madre que puede danzar al ritmo de la chamarrita con guiños al baión en “Bandeira maragata”, o que se desliza por la milonga profunda en canciones como “A delicada”.
Sus letras hablan de las labores de campo adentro, los bailes populares y cartas nostálgicas de los que se fueron del pago chico, acompañada por una instrumentación criolla de guitarra, contrabajo y acordeón. Con un marcado fraseo litoraleño, la artista, que se presentó en auditorios como el Sodre y el Teatro Solís de Montevideo, también, explora otra zona de los clásicos del folklore argentino como cuando interpreta con sutileza una chacarera como “Campo afuera”, de Carlos Di Fulvio.
Kumbiaracha
“Que la historia nos escuche”, dice la introducción de la canción “Las penas se bailan” de esta agrupación integrada por doce mujeres, que abordan ritmos bailables como la cumbia, la plena, la guaracha. Una orquesta de señoritas, formada por solistas que tienen su recorrido en la escena uruguaya, y que armaron esta agrupación para contar su historia, desde el feminismo, la rebeldía y letras sociales, que en todo momento mantienen su acento bailable y popular.
Temas de su autoría y clásicos de Gilda, junto con himnos como “La cucaracha”, en la nueva versión que popularizó Lila Downs, conforman el carácter musical y estético de esta banda. En vivo, el poderío de la formación se sostiene en las cuatro cantantes que se van alternando en los arreglos vocales y solistas, y en una instrumentación que mantiene el agitado pulso de la cumbia.
Jorge Nasser
Durante la década del noventa, Nasser lideró Niquel una de las agrupaciones más importantes del rock uruguayo y grabó más de una docena de discos, pero con su carrera solista dio un giro hacia la milonga y al sonido de Alfredo Zitarrosa. En esa confluencia con una estética de raíz, sin abandonar su estirpe rockera, Nasser encontró un nuevo sonido que inauguró con el disco Milongas del querer, donde se reinventó musicalmente.
Retomó el sonido de las guitarras del cuarteto Zitarrosa, actualmente integra su formación uno de los hijos de Toto Mendez, célebre guitarrista de don Alfredo. Entre la milonga, la chamarra, la zamba, las influencias de Dino Ciarlo (autor de “Milonga de pelo largo”), Jaime Roos -con quien grabó el disco 7 y 3-, El Sabalero José Carbajal, Neil Young y Bob Dylan, encontró su propio mapa musical.
Eli Almic
En 2018, la canción “Brujas”, un himno generacional del feminismo en Uruguay, la convirtió inmediatamente en una de las nuevas voces del hip hop de Montevideo y en una figura ascendente del rap en América Latina. La cantante, compositora, actriz y MC, destila con su potente voz de inflexión soulera, historias urbanas y postales sobre la vida de una rapera en un mundo patriarcal, pero también sobre el consumismo, los viajes y las dudas existenciales.
Con sus rimas filosas y una mirada muy personal sobre el mundo que la rodea, Almic sigue creciendo en cada uno de sus materiales discográficos –Rara vez (2013), Reflejo (2018) y Días así (2020)– dentro de la escena. Su voz, también, empieza a formar parte de festivales internacionales, como el Primavera Sound de Barcelona.
Milongas extremas
Entre el sonido de la milonga zitarrosiana y el éxtasis del rocanrol, este grupo de guitarras es una rara avis dentro de la escena musical uruguaya. Empezó en 2008 como una banda de amigos haciendo un tributo espontáneo al legendario grupo de rock español Extremaduro, pero con el sonido de guitarras criollas ubicándose en ese territorio de Alfredo Zitarrosa y Amalia de la Vega. El capricho inicial de cuatro músicos –Francisco Stareczek, Pablo Paio Piñeyro, Matías Rodríguez y Santiago Martínez Pintos– militantes del rock montevideano en bandas como Cuatro pesos de propina y Los Roques, se convirtió en un proyecto más sólido cuando grabaron el disco debut Milongas extremas (2012).
En ese material la banda exhibió todo su potencial. Después llegaron las canciones propias teñidas por el cifrado folclórico de la milonga en el álbum Temprano (2018) y El mismo cielo (2020), donde se mezclan todas sus influencias: Eduardo Mateo, Fernando Cabrera, Jaime Roos y Jimi Hendrix. Entre el bordoneo de las milongas y una poética feroz el grupo encontró un estilo diferencial en la escena.
Maine Hermo
Trovadora contemporánea, ofrece un tono melancólico sobre el paisaje de la ciudad. Formada por referentes como Rossana Taddei, la artista ganó en 2010 el primer premio del concurso de la Movida Joven de la Intendencia de Montevideo. De allí en mas su trayectoria se fue forjando en diferentes certámenes de cancionistas, donde obtuvo primeros premios, o menciones especiales por sus canciones.
Su primer disco Extravíos, hace tiempo (2015), editado por sello El perro andaluz, fue su carta de presentación con un repertorio de temas singulares que abordan un universo original pintado al óleo, donde canta, toca las guitarras y el laúd. La atmósfera renacentista de juglar medieval se combina con el espíritu lúdico de esa voz y el pulso bucólico de esas melodías, que tienen el carácter y la letanía de la milonga.
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