Pocas personas en este mundo han vivido todas las experiencias que vivió el artista Jonathan Shaw a sus 69 años. Hijo de un astro del jazz como Artie Shaw y la estrella de Hollywood Doris Dowling. Lejos de tener una vida de lujos, sufrió el abandono de su padre y los problemas de alcoholismo de su madre. A los 14 años, dejó su hogar y deambuló por las calles hasta que quedó obnubilado por las playas y la vida brasileña, luego de ver una película, y decidió que ese sería su destino.
Con lo poco que tenía emprendió su viaje hasta Veracruz, México, donde se unió a un grupo de marineros que los ayudarían a llegar a América. Sin saberlo, ahí descubriría por primera vez su pasión por los tatuajes. Desde ahí no paró: llegó a Brasil, se enamoró, viajó a Nuevo York a profesionalizarse en el mundo del tatuaje, abrió su propio local de manera clandestina, y llegó a ser la leyenda que todos recuerdan.
Scab Vendor: Confesiones de un tatuador, un film de Lucas Barros y Mariana Thome se mete en las entrañas de este tatuador de celebridades que revolucionó el mundo de los tatuajes en los años 80 en Nueva York. En pleno apogeo de su carrera dejó todo y se dedicó a la escritura, convirtiéndose en el próximo Bukowski, abordando el sin fin de momentos que protagonizó, desde su complicada primera infancia hasta actualidad dividida entre Brasil y los Estados Unidos, convertido en un prolífero escritor.
Este aventurero icónico del mundo subterráneo es un auténtico icono de la cultura pop. Jonathan Shaw es el primer tatuador en aparecer en el programa The Tonight Show con David Letterman. Su imagen ha aparecido en la portada de la respetable revista New Yorker, representada por el artista ganador del premio Pulitzer, Art Spiegelman. Hasta se dio el lujo de interpretar a un matón tatuado junto a Clint Eastwood en la película Tightrope. A lo largo de esa larga y surrealista carrera, se convirtió en uno de los artistas populares y su lista de clientes incluye policías, criminales, tatuadores, supermodelos, celebridades como Iggy Pop.
Además, su otra pasión es la escritura que pudo desarrollar primero en la revista que editó a principios de los años 90 “International Tattoo Art” y décadas más tarde con sus libros Narcisa: Nuestra Señora de las Cenizas, una novela de culto, que lanzó con el sello editorial de HarperCollins de su viejo amigo Johnny Depp, o libros más autobiográficos como Scab Vendor, que sirvió de inspiración para el documental.
Infobae Cultura entrevistó a Jonathan Shaw para conversar sobre cómo fue retratar su vida en esta pieza audiovisual.
—¿Cómo te llegó la propuesta de los directores?
—Al director, Lucas Barros, lo conocí porque él me contactó luego de una entrevista que le realicé a Iggy Pop para una revista cuando vino de visita a Brasil. Me mandó un mail diciéndome que me quería conocer. Muchos años después, en un viaje que hice en moto por Brasil donde llegué hasta la Argentina para visitar a mi hijo que vive ahí, nos vimos y se concretó la idea de hacer el documental. Me dijo: “vos tenés una vida increíble, he leído mucho sobre tu carrera y quiero retratarla”. Al principio, pensé que iba a quedar en la nada, pero a los meses, volvió a escribirme que quería empezar a filmar. Cómo no tenía visa para entrar en los Estados Unidos, vino una colega de él con sus compañeros de facultad. Justo estaba en plena presentación de mi primer libro Narcisa y entonces empezaron a seguirme de acá para allá y les ofrecí mis archivos, las fotos de mi familia.
—¿Qué sentimientos te despierta repasar tu vida?
—Hacer el documental fue un proceso. Sin embargo, no es algo novedoso ya que escribí varios libros autobiográficos que inspiraron la película. Al ver todo lo que he pasado me quedo maravillado porque veo mi vida como si fuera la de otra persona, me siento más espectador que protagonista. No estoy muy apegado a mi historia. Por muchos años, me sentía víctima de esa vida por mis adicciones a las drogas, la familia complicada que me tocó y todas las dificultades que tuve que pasar, después que empecé a despertar espiritualmente, me distancié de esa historia y la pude ver como un tercero.
—¿Cómo ves que cambió la industria del tatuaje desde que vos arrancaste?
—Antes no era una industria. Hice tatuajes por décadas y fui uno de los pioneros en los años 70. Era otra cosa, hoy es una moda, todos los artistas y famosos tienen. Cuando arranqué, era algo marginal y no había esta aceptación que vemos ahora. Era algo de los criminales. Fui ingresando a ese mundo primero como marinero, siendo muy bohemio. Entré más por el estilo de vida que por el arte, después me enamoré del arte. En cuanto a lo tecnológico, es algo increíble que nunca hubiera imaginado 20 años atrás, que la cosa se iba a desarrollar de una manera increíble. No sólo cambiaron las máquinas, sino la forma de hacer arte. Hay muchos chicos, súper jóvenes, que están haciendo trabajos increíbles, con una técnica magnífica, cosas que mi generación jamás hubiera imaginado. Hoy, muchos que me buscan porque soy una especie de leyenda, pero la mayoría no sabe ni quién soy y eso es algo muy extraño, es como si tuvieras una banda de rock y no sepas quién es Elvis Presley, Los Ramones o Los Rolling Stone. Tenés que saber quién te antecedió. No les importa la historia.
—¿Cuándo arranca tu pasión por la escritura?
—Desde chico siempre quise escribir, además leía mucho. En los años 90, tuve la oportunidad de juntar esas dos pasiones y fui editor de la primera revista de tatuajes. Allí, empecé a hacer entrevistas con los pioneros, visitaba personas de otras culturas que también hacían tatuajes, contábamos la historia del tatuaje de una manera accesible al público, era muy interesante el trabajo que hacíamos. Además, tenía mi propio local de tatuajes que era mi marca personal y todos querían tatuarse ahí por la experiencia que sentían. Pero me alejé de ese mundo hace 23 años, cuando toqué fondo con mis problemas de alcohol y drogas y me dediqué a una cura espiritual para parar de destruirme. Me dije: “tengo que cambiar todo si no me voy a morir”. Desde esa fecha, paré de tatuar, dejé Nueva York, vendí mi local a otros tatuadores y volví a vivir en Brasil. Allí, empecé a escribir compulsivamente, me dediqué por mucho tiempo sólo a eso y edité varios libros.
—¿En qué proyectos estás trabajando?
—Creo que la película puede abrir muchos caminos. Ahora estoy armando un proyecto para una serie dónde hará lo mismo que hacía con la revista, pero con otro formato, recorrer el mundo conociendo a otros tatuadores, otras culturas, algo como lo que hacía el chef Anthony Bourdain en su programa “Las Partes desconocidas”, pero en vez de comida de tatuajes. Me gustaría buscar lugares y personajes que están en los bordes del mundo del tatuaje. Además, empecé a dibujar por placer, lo encuentro muy relajante y de vez en cuando realizó algún tatuaje a la gente que me permite hacer cosas que yo quiero realizar. Por otra parte, hace 20 años, escribí un guión basado en mi libro autobiográfico que inspiró este documental, pero está pensado como una ficción, pensado con drama y aventura. Cuando lo terminé, se lo mostré a Jhonny Deep que es como un hermanito para mí, nos conocemos desde muy chicos. En su momento le propuse ser el protagonista y quedó maravillado. Después, su carrera despegó y nunca se concretó, pero él realmente quería hacerlo. Él es familia, mi hijo lo llama tío. Ese también es un proyecto que algún día me gustaría retomar.
—¿Cómo te llevás con la paternidad?
—Estuvimos alejados. Ahora, gracias a Dios con los años fuimos reconstruyendo esa relación. Nos queremos mucho y sanamos mucho mis errores del pasado. No quería repetir la historia que tuve con mi papá, que fue de mucho destrato conmigo. Nunca se preocupó por lo que me pasaba, a pesar de ser un genio en la música, como padre fue pésimo. Como hijo abandonado, estaba haciendo lo mismo y abandonando a mi hijo. Con el tiempo, percibí que eso no estaba bien y debía sanar esa herida y entonces cuando paré con las drogas y todo eso hace 23 años, me vine para la Argentina justamente para tratar de crear un tipo de vínculo con mi hijo. De a poco, nos fuimos acercando. Él es artista también, pero tuvo otro tipo de crianza. Su madre lo cuidó con mucho cariño. A pesar de que somos muy diferentes, nos entendemos muy bien y eso es importante. No me siento un padre ejemplar, solo busco la manera de mantener una relación. Por muchos años, él me reprochó no ser cómo los padres de sus amigos, pero le hice entender que no podíamos volver el tiempo atrás y cambiar el pasado, que mejor era construir algo hacia el futuro, teniendo como base la amistad, el respeto y el cariño.
*”Scab Vendor” se podrá ver el viernes 21 de abriel a las 21:05 horas en el Cultural San Martín Sala 2 (Sarmiento 1551), el sábado 22 de abril a las 14:15 horas en El Cultural San Martín Sala 2 y el lunes 24 de abriel a las 14:30 horas en el Cine Lorca Sala 2.
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