“Fue una sorpresa para mí en la mañana del 8 de octubre sentir el tipo de pánico que he estado describiendo. La luz era demasiado brillante. La escala era demasiado grande”. Con esas palabras, Louise Glück recibía el Premio Nobel de Literatura. Fue en diciembre del 2020, año pleno de la pandemia. Por eso la Academia Sueca le pidió que escriba un texto que luego fue publicado en la web. Desde entonces, es la última poeta en recibir este prestigioso galardón.
Glück cumple 80 años. Nació en Nueva York en 1943 y creció en Long Island. Se graduó en la George W. Hewlett High School, asistió al Sarah Lawrence College y a la Universidad de Columbia. La poesía siempre fue su terreno, su campo de juego. Publicó varios libros. Quizás el más importante sea El iris salvaje, por el que recibió el Premio Pulitzer y el Premio William Carlos Williams. Otros libros son Ararat, Praderas, Las siete edades, Averno, Vita Nova y Una vida de pueblo.
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“Glück, con todo, es singular. Sus poemas eligen un equilibrio extraño entre la confesión y lo intelectual”, escribió la argentina María Negroni en su libro Una especie de fe. Unas líneas después dice que “se destaca por su mirada distante, una dicción oblicua por donde se filtra la compasión y una mitología ecléctica que invita a solucionar alegorías”, y que “El iris salvaje es uno de los libros más bellos escritos en Estados Unidos a fines del siglo XX”.
Durante estos 80 años ha cosechado varios galardones, como el National Book Critics Circle Award por Triumph of Achilles y el Premio de la Academia Americana de Poetas por Firstborn, así como numerosas becas Guggenheim. El año pasado dio un gran salto: publicó su primera novela, Marigold and Rose, que en realidad es una nouvelle: un texto de 64 páginas donde desarrolla una fábula mientras se mete en los pensamientos de dos bebés mellizas.
Para Mariano Peyrou, uno de sus traductores, en la obra de Glück prevalece el carácter intimista. “Todo el material que usa lo busca en sí misma”, explicó quien tradujo su poemario Vita Nova al español. “Es una buena poeta para empezar a leer poesía”, aseguró. Sin dudas. Hay un poema titulado “La mariposa” que podría volverse unversal: “Mira, una mariposa. ¿Pediste un deseo? / Uno no pide deseos a las mariposas. / Tú hazlo. ¿Pediste uno? / Sí. / Pues no cuenta”.
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En aquel texto de aceptación del Nobel dijo también: “Aquellos de nosotros que escribimos libros presumiblemente deseamos llegar a muchos. Pero algunos poetas no ven la posibilidad de llegar a muchos en términos espaciales, como en el auditorio lleno. Ellos ven llegar a muchos temporalmente, secuencialmente, muchos a lo largo del tiempo, en el futuro, pero de alguna manera profunda estos lectores siempre llegan por separado, uno por uno”.
Su preocupación estaba en que la masividad soslaye al acto poético en sí mismo. Ella aseguró preferir que sus versos no se diluyan en una masa anónima, sino que continúen su deseo de interpelar a cada lector, de uno en uno. Glück siempre buscó un alcance profundo en el tiempo. Y aún lo busca. En sus libros, esa ambición se puede ver. Apenas bastan unas líneas esculpidas por sus propias manos: “piedra o no, / la luna sigue estando más que viva”.
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