Un portazo, un escape, ¿un exilio? La radio pública estadounidense NPR —por sus siglas en inglés: National Public Radio— hizo lo que nadie se animaba: abandonó Twitter. Pero, ¿por qué? Como le pasó a diferentes medios y también a varios periodistas —incluso a dirigentes políticos, lo que tiene más lógica—, de un día para el otro fue etiquetado: en su perfil y en cada tuit se lee “medio financiado por el gobierno”. Días después de este etiquetado, precisamente ayer, la emisora publicó un comunicado donde anunciaba su retiro de Twitter “debido a que esa plataforma está tomando acciones que vulneran nuestra credibilidad al implicar falsamente que no somos editorialmente independientes”.
No es la primera vez que ocurre: medios rusos y chinos ya fueron etiquetados. En un principio NPR era un “medio de comunicación estatal”, pero luego la etiqueta cambió a “medio financiado por el gobierno”. “No vamos a ofrecer nuestro periodismo en plataformas que han demostrado un interés por socavar nuestra credibilidad y la comprensión del público de nuestra independencia editorial”, dice el comunicado.
Desde que el magnate Elon Musk compró la red social en octubre del año pasado por 44 mil millones de dólares las cosas han cambiado. Uno de esos cambios se llama Twitter Blue, que es un servicio por el que los usuarios pagan entre ocho y once dólares mensuales y obtienen la verificación de la cuenta, la disminución de anuncios publicitarios y funciones especiales como editar tuits. Otro es la restitución de cuentas que habían sido suspendidas por haber violado las reglas de la plataforma, como Donald Trump, Kanye West o Andrew Tate.
También hay que mencionar los despidos masivos en la compañía dejando una planta reducida a menos de la mitad. Lo último, hace apenas unos días: Twitter se fusionó con la recién fundada X Corp. Ahora, con el portazo que dio NPR —y las burlas que el propio Musk hizo desde su cuenta, como llamar a los directivos de este medio “hipócritas”— parece materializarse una nueva era en la breve pero intensa historia de esta red social. Los investigadores Natalia Aruguete, Martín Becerra y Natalí Schejtman reflexionaron en diálogo con Infobae Cultura.
La línea editorial de Twitter
“Es bueno que quede claro que Twitter tiene línea editorial”. El que habla es Martín Becerra: docente universitario, investigador y autor de libros como De la concentración a la convergencia. “Esto quedó muy explícito con el cambio de propiedad y de gestión, porque el estilo extravagante, pendenciero, transgresor y por momentos circense que tiene Elon Musk es lo que lo hace más visible. Es una línea editorial que lo distancia de Meta o de Google. Hace quince o veinte días abrió parte de la programación algorítmica, la lógica de jerarquización que tiene la plataforma, esto de que tenés más posibilidades de que tu contenido sea más visible si te favean que si te dan retuit o si te contestan, lo cual además contradice el ideal de que Twitter era una suerte de nueva esfera deliberativa. Esta programación algorítmica prioriza el ‘me gusta’, es decir seguidismo más bien pasivo por sobre la intervención activa. Así como es importante que las audiencias sepamos o tengamos elementos para reconstruir la línea editorial de un medio tradicional, también es importante que no seamos ingenuos con las redes sociales”.
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“Con estas etiquetas Twitter reafirma su poder editorial”, sentencia Natalí Schejtman, periodista, investigadora y autora del libro Pantalla partida. “Es interesante que las etiquetas a medios estatales chinos o rusos fueron leídas como un intento ascético de Twitter de aclarar algunas cosas en la gestión Dorsey. Tanto eso como las etiquetas de ahora son muestras del poder editorial. La muestra actual me interesa porque retoma algo del espíritu de oponerse a todo lo que tenga olor a Estado y olor a lo no empresarial. NPR dice que esto es un intento de poner en duda su credibilidad y es cierto”.
“De todos modos, hay temporadas altas de eso que podríamos titular plataformas vs medios. La particularidad de este momento en que Twitter se mete con medios públicos es que se cruza con dos mitos fundantes de Silicon Valley. Uno es el emprendedurismo tecnológico como algo alejado de los Estados, incluso opuesto. El otro es el de las plataformas como plazas públicas, algo que se decía mucho en el momento más esperanzado de internet. En los últimos años hay otra narrativa que podríamos: la amenaza de los algoritmos a nuestra democracia”.
Natalia Aruguete, investigadora y autora de El poder de la agenda y Fake news, trolls y otros encantos, ve un comportamiento “errático” en el devenir de Twitter: “Por un lado, a Donald Trump, que le aporta una tasa de clics que es monumental y que es muy rendidora incluso en términos comerciales. le bloquean la cuenta y pierde también muchos usuarios republicanos. Con eso también se pierde un comercio personalizado de productos de los cuales Twitter tiene ingresos. Pero por otro lado, el año pasado Twitter etiquetó a distintos periodistas, fue en relación con las coberturas sobre el conflicto entre Rusia y Ucrania. No sé si sean necesariamente incompatibles, pero ambas cosas muestran actitudes editoriales”.
“Las incoherencias que pueda tener Elon Musk desenmascaran definitivamente que las plataformas no son meros conductores de información, sino que tienen sus propias estrategias editoriales, sus propios gatekeeping: así como en el periodismo hay editores que deciden qué noticia sí y qué noticia no, las plataformas también poseen funciones editoriales respecto de qué contenidos habilitan y cuales cercenan”.
¿Elon Musk es responsable exclusivo?
“Twitter es la más influyente y la más pequeña de las grandes plataformas digitales”, dice Becerra y explica que “tiene una especificidad importante: su configuración está orientada al breaking news, al intercambio de opinión de carácter político, económico, etcétera, que hace que la élite intelectual, periodística y mediática de los países, sobre todo occidentales, tengan una gran presencia. En ese sentido, hay un ingrediente que a mí me parece clave: Twitter edita contenido -esta es una discusión muy importante en los países del norte- y, justamente, porque edita contenido, sería lógico que tuviera responsabilidad por esa edición”, dice y recuerda el juicio que Cristina Fernández le ganó a Google (donde denunciaba su papel en el hecho de que en el buscador apareciera una leyenda que la definía como “ladrona de la Nación Argentina”).
“En el fondo lo que estamos discutiendo es si las compañías digitales editan contenido o no, porque lo que hace Twitter con la radio pública de Estados Unidos es editar su perfil. Luego, la siguiente discusión será preguntarnos qué responsabilidades les cabe”.
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Lo público y lo privado pueden pensarse como opuestos, pero ¿público y estatal es lo mismo? Lo que argumenta la NPR es que la financiación estatal que recibe es ínfima, con lo cual su independencia parece ser clara. Para Natalí Schejtman, lo que hace Elon Musk es “aprovechar el momento de cuestionamiento al establishment y poner un manto de sospecha sobre la credibilidad de los medios públicos”. “De hecho, hoy lo entrevistó la BBC y él cuando tuitea dice: ‘Bueno, la BBC no me pudo demostrar que creció el discurso de odio pero además le enrostré su doble vara’. Y la BBC, que viene de varios escándalos en los que puede verse una alta injerencia gubernamental, está en un momento, como muchos medios públicos, donde son cuestionados. Aunque los medios públicos tengan todas las herramientas para defender su independencia y separarse del gobierno, nacen justamente porque hay una relación inicial, originaria, cercana a esos gobiernos. Lo que pasa es que en muchos casos, y NPR es un ejemplo, hay muchos mecanismos y mucha historia en la cual legitimaron su independencia”.
Twitter nueva era
“Lo que lo que solemos ver cuando analizamos eventos políticos en distintos países es que los medios de comunicación no son necesariamente los que mayor nivel de difusión y propagación de mensajes alcanzan. Muchas veces hay influencers que ganan en la capacidad de propagar determinado tipo de narrativas”, asegura Natalia Aruguete. En ese sentido, Becerra explica que “la NPR es muy prestigiosa en el círculo universitario y el segmento más progresista de la población estadounidense, pero no es un medio masivo. Su decisión de irse de Twitter es un error grave”.
¿Por qué? “Primero, porque estás interrumpiendo un vínculo que laboriosamente construiste, no solo con tu propia audiencia, también con el resto del ecosistema. Resignar ese espacio es un contrasentido si buscás presencia pública. Lo digo para un concejal, para una radio pública o un diario privado. Segundo, hay cierta ingenuidad: ahora que me etiquetaron a mí, ahora que se metieron conmigo me molesta, ¡pero se vienen metiendo con todo el planeta! ¿Qué pensabas, que Twitter era la democracia deliberativa de Habermas, y ahora te diste cuenta que no?”
Hay algo nuevo en todo este panorama. Para Becerra se puede leer desde el cambio generacional: “En términos sistémicos, la generación previa que fueron los innovadores, los creadores, los motorizadores que estaban imbuidos de otras ideas y que construyeron un gerenciamiento, tiene su relevo en Elon Musk, que es como un elefante en un bazar, porque el tipo siente que no tiene que rendirle cuentas a nadie, entonces va con la chequera, porque tiene el respaldo de jeques árabes, compra una red social y la administra como si fuera un kiosco. Esto implica un cambio de lógica de funcionamiento”.
“Por ahora es sólo Twitter pero ¿quién te dice que mañana Mark Zuckerberg no se harte y venda acciones de Facebook y aterricen otros capitales con otras lógicas y esos nuevos capitales le impriman a estas redes otro tipo de velocidad en la discrecionalidad? No es que excuso a la vieja generación de sus arbitrariedades, simplemente me parece que la velocidad, esta cosa intempestiva, transgresora, circense con la que se mueve la dirección de Twitter hoy no es no es algo común en el resto de las redes sociales. Por ahora”.
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