Llueve,/ detrás de los cristales, llueve y llueve/ sobre los chopos medio deshojados,/ sobre los pardos tejados,/ sobre los campos, llueve./ Pintaron de gris el cielo/ y el suelo se fue abrigando con hojas,/ se fue vistiendo de otoño. (Antonio Machado, “Balada de otoño”)
No son pocos los poetas que se han sentido inspirados a escribir por el influjo de los cambios que trae consigo el equinoccio de otoño. Cambios en el clima, que deja atrás el aturdimiento del calor estival y que poco a poco se vuelve más fresco, incluso lluvioso, invitando a permanecer guarecido, introspectivo y hasta un tanto melancólico.
Cambios también en los colores que muestra la naturaleza. “Pintaron de gris el cielo”, notó Machado. A su vez, el poeta italiano Vincenzo Cardarelli habla del “pálido otoño sepulcral” en sus versos (Como varía el color/ de las estaciones,/ también lo hacen los estados de ánimo y los pensamientos de los hombres./ Todo en el mundo es tiempo cambiante./ Y he aquí que ya está pálido,/ otoño sepulcral,/ cuando aún ayer reinaba/ El exuberante verano casi eterno).
Pues bien, con la paleta en la mano, numerosos han sido los artistas que plasmaron sobre el lienzo su percepción de la calma otoñal. Es común encontrar en sus pinturas los símbolos principales de esa estación, como la caída de las hojas de los árboles, la concentración en la naturaleza de los colores marrones y rojizos, las lluvias copiosas o el fruto típico de la temporada.
1. Félix Valloton. El lago en los bosques de Boulogne (1921)
El Bois de Boulogne es un extenso parque sobre el límite occidental del XVI distrito de París que ocupa 846 hectáreas. Ha sido un coto de caza habitual de los reyes de Francia desde la época de Dagoberto I y fue cedido al Estado en 1848. Los robles cubren más del 50% de la superficie del bosque y conviven con cedros, plátanos y ginkgos. Dentro del parque se encuentra el Lago Inferior, retratado por Valloton (Suiza, 1865-Francia 1925) en otoño, rodeado por las hojas caídas de todas especies arbóreas.
2. John Everett Millais. Hojas de otoño (1856)
Esta obra del maestro prerrafaelita capta los rasgos de cuatro jóvenes que, al final de un día de otoño, se esfuerzan por recoger hojas secas y apilarlas para encender un fuego. El cuadro también aporta información de la vida del artista, ya que las chicas con atuendo burgués, a la izquierda, son Alice y Sophy Gray, las hermanas menores de la esposa del artista, Effie Gray.
3. Vincent van Gogh. Viñedos rojos en Arlés (1888)
En este cuadro el pintor muestra una escena de la vendimia, típica del otoño. La luz y la preferencia por los colores vivos por la que es conocido Van Gogh surgió precisamente cuando se trasladó al sur de Francia, y alcanzó su plenitud durante su estancia en Arlés en 1888. Este óleo, una de las poquísimas obras que el pintor vendió en vida, hoy se encuentra en el Museo Pushkin, en Moscú.
4. Claude Monet. Efecto de otoño en Argenteuil (1873)
El pintor residió junto a su esposa en Argenteuil, un suburbio parisino, entre 1871 y 1878. Allí pintó innumerables telas al aire libre. En este óleo de 1873, hoy en el Courtauld Institute Galleries de Londres, predominan los tonos dorados cálidos para evocar el color otoñal de las hojas. Además, las pinceladas rosadas y amarillentas se van contrapunteando en la vegetación con aplicaciones de verde. Esta pintura fue una de las primeras en las que Monet empleó en su paleta de color todo el espectro del arco iris, algo que después se convirtió en un rasgo distintivo del Impresionismo.
5. Vasili Kandinsky. Otoño en Baviera (1908). Otoño en Murnau (1908)
El pintor ruso dedicó varias de sus obras al otoño. Aquí, dos paisajes bávaros. Murnau es un pueblo de la Alta Baviera, al sur de Múnich. El lugar era visitado con frecuencia por Kandinsky y su pareja Gabriele Münter, hasta que en 1909 decidieron comprar ahí una casa para instalarse.
Se trata de un lugar muy tranquilo donde el artista conseguía la calma y al mismo tiempo recuperaba su tenacidad tras las críticas feroces que su pintura estaba recibiendo por excesivamente revolucionaria.
6. Utagawa Hiroshige. El puente Ōhashi en Atake bajo una lluvia repentina (1857)
He aquí un buen ejemplo de la violencia de la lluvia otoñal, un grabado de Utagawa Hiroshige (1797-1858) en el que la lluvia, dibujada con líneas oblicuas y afiladas, desciende de las nubes negras realizadas mediante bokashi, una técnica japonesa de impresión sobre bloques de madera, que permite variar el brillo y la oscuridad de un solo color, o de varios colores, aplicando a mano una gradación de tinta a un bloque de impresión de madera humedecido.
7. Santiago Rusiñol. Tarde en los jardines de Aranjuez (s/f). Jardín con cipreses (s/f)
Santiago Rusiñol (1861-1931) fue uno de los máximos representantes del modernismo catalán. Gran parte de su obra está dedicada a los jardines de España. Estos cuadros corresponden a la extensa serie desarrollada en los Jardines de Aranjuez, lugar que visitó repetidamente en épocas diferentes. Como hacían los impresionistas, Rusiñol solía regresar a los mismos lugares en distintos momentos del día o estaciones del año, para captar los efectos cambiantes de la luz.
Por entonces el Real Sitio era un enclave privado del rey Alfonso XIII, quien nombró a Rusiñol jardinero honorario mayor de la casa real, para que pudiera acceder libremente.
Las pinturas de sus jardines transmiten la melancolía de la última luz de la tarde, con sus silencios. “Todas las obras de Rusiñol –aun las de los mediodías– son obras de crepúsculo; todos sus paisajes –aun los de las primaveras triunfantes– son paisajes de otoño”, escribió Margarita Nelken, crítica de arte y escritora española.
8. Henri Le Sidaner. Canal en Delft (1905)
El pintor nacido en Isla Mauricio y educado en Francia se mantuvo fiel al género del paisaje, a pesar del peso que tenía por esos días el afán narrativo de los simbolistas. Henri Le Sidaner (1862-1939) prefería luces tenues, de amanecer y ocaso, que trataba con formas evanescentes y pincelada rota.
El pintor se retiró durante una década en la zona costera de Normandía, muy cerca de Bélgica y Países Bajos. Es en la Holanda Meridional donde se encuentra el municipio de Delft, cuyo centro está surcado por canales, retratado en 1905 por Le Sidaner en su esplendor otoñal.
9. Fernando Fader. Otoño (1924)
Fader nació en Burdeos, Francia, en 1882 y murió en la ciudad argentina de Córdoba en 1935. A sus dos años se instaló con su familia en Mendoza, donde pasó su primera infancia. Más tarde, viajó a Europa y se formó en la Escuela de Artes y Oficios de Múnich. A su regreso a la Argentina se centró en la pintura de paisaje y, en 1907, formó el grupo Nexus, junto con Pío Collivadino y Carlos Ripamonte, entre otros.
Fue un pintor fundamental de las costumbres gauchescas y escenarios campestres. “Los pintores de la ciudad creen que pintar un paisaje es venir a estos lugares, plantar un caballete y ponerse a pintar. La naturaleza no se entrega de inmediato. Y el paisaje no sólo se ve, sino que también se conoce. Antes de pintar esta tierra, la he arado y más de una vez he interrumpido mi labor de pintor para tomar el arado y removerla”, reveló Fernando Fader.
10. Gustave Courbet. El bosque en otoño (1841)
El realismo de esta obra maestra de Courbet (1819-1877) invita a viajar con la imaginación y dar un tranquilo paseo otoñal por el bosque. Probablemente, la elección del tema estuvo determinada por la gran pasión que tenía el artista por las largas caminatas.
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