BD: De Palermo à Montparnasse, exhibición que repasa en la Biblioteca Nacional la relación de la historieta y el humor gráfico entre Argentina y Francia, parte de los primeros relatos gráficos publicados en el Río de la Plata con la aparición de los diarios de sátira en el siglo XIX para llegar a nuestros días, de la mano de grandes historietistas con fuerte gravitación en las escenas argentina y francesa: desde las voces femeninas de íconos como la ecuatoriana Powerpaola y la chilena Alejandra Lunik, ambas residentes porteñas, y la local Sole Otero, pasando por reconocidos nombres de este lado del Atlántico, como Enrique Alcatena y Napoleón, hasta los legendarios Breccia y Mandrafina.
Ese “BD” que se lee en el título de la exposición no es otra cosa que las iniciales de “bande dessinée” el equivalente en francés a nuestro castellanizado cómic o, más literalmente, dibujo animado. Pasa que BD: De Palermo à Montparnasse, surge de una propuesta pospuesta por la pandemia: en 2020 se festejaba en Francia el año de la historieta y la crisis sanitaria de la Covid hizo imposible una celebración conjunta, pero ahora, por intervención de esos sucesos y un poco también del azar, la muestra termina materializándose en coincidencia con el 10 aniversario del Centro de Historieta y Humor Gráfico de la Biblioteca Nacional, coorganizada con la Alianza Francesa y curada por José María Gutiérrez, y Lucía Schachter.
“Nos centramos en describir el movimiento de ida y vuelta entre Francia y Argentina: los franceses trajeron la historieta y nosotros les llevamos historietas e historietistas” y eso permitió reflotar obras fundantes de las narrativas gráficas en esta la región y de autores que prorrumpieron en el gran mercado de la historieta en Francia, desde los primeros migrantes hasta exponentes actuales, “procurando que cada uno fuera percibido como un caso ejemplar y particular de ese fenómeno de flujo de creaciones”, resume Gutiérrez.
Se trata de “revelar” la “riqueza enorme” de estas producciones populares “de nivel internacional superlativo”, así como de “reparar cierto abandono de este patrimonio por parte del Estado, no hay aún una política que haga visible esta riqueza y potencial en el mundo -señala el curador-: los autores que publican en el exterior lo hacen por sus propios medios; la Argentina no está presente con stands en las ferias, festivales y convenciones más importantes del mundo” y aunque “todo el mundo admira a los grandes hitos argentinos que lograron trascender fronteras por su cuenta”, aunque quede “tanta obra y tanto artista genial soterrado”.
La colección de la Biblioteca Nacional tiene “más de 20 mil originales de arte, epistolarios, fotografías, elementos de producción editorial y miles de éditos”, destaca Gutiérrez, un acervo que “permite reconstruir el devenir de la historieta y el humor gráfico argentinos en cualquier recorte”. A su entender, “el de Argentina y Francia es uno de los más interesantes”, habida cuenta de que “la comunidad francesa era la más numerosa en los primeros 70 años del siglo XIX” y eso hizo que “se recibiera un lenguaje, el de la caricatura y de la historieta” que comenzó a reelaborarse y a fines de ese siglo encarnó una “devolución” con “características singulares, propias y únicas en el panorama mundial” y “de una calidad excelsa”.
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Pero cuáles son los puntos de encuentro y las distancias entre la historia argentina y la francesa, dónde convergen y se bifurcan sus historias. “La historieta argentina aporta a la historieta francesa y mundial su singular escuela del blanco y negro”, indica el curador, así como “su particular actitud crítica, una posición cuestionadora que la atraviesa desde la sátira política del siglo XIX a las primeras series argentinas como la del Negro Raúl o Pancho Talero y el primer Patoruzú hasta a Mafalda y la obra de los guionistas Trillo y Agrimbau, entre muchísimos otros”.
“Cada vez que se nombran autores se hace sólo referencia, como la punta de un iceberg que es inmenso” subraya Gutiérrez. Copi, ejemplifica, dramaturgo e historietista nacido en Buenos Aires en 1939 y fallecido en París en 1987 adonde se radicó en 1962, fue, “un verdadero removedor cultural para los franceses”.
El curador toma prestada la cita de Marilú Marini, reconocida actriz argentina nacida en Mar del Plata en 1940 y radicada en Francia desde 1970, también amiga personal de Copi, entrevistada especialmente para esta muestra. Los ejemplos son vastos, Gutiérrez nombra a Breccia y a Muñoz, entre quienes “ampliaron las posibilidades experimentales en materia de narración gráfica”, como “tantos otros argentinos que desde entonces produjeron pequeñas revoluciones”.
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La obras expuestas llegan al presente, cuando “las historietas locales comenzaron a buscar aires más propicios al desarrollo de sus potencias expresivas en tanto el mercado editorial francés los reconocía como autores”, indica un texto de divulgación de esta muestra. Pero ¿en qué consisten esos ‘aires más propicios’, qué variables presenta el mercado editorial o cuáles son las particularidades económicas y culturales que hacen que esos autores locales, argentinos, logren un ‘reconocimiento como autores’ en Francia distinto al de Argentina?
“Una característica de la historieta en Francia es el alto reconocimiento”, producto de una “cultura sólida” y “enorme”, indica el curador: “En todo hogar hay una biblioteca de historieta, en los festivales el centro es la lectura, no la venta de merchandising o videojuegos”. De Copi en adelante, agrega, “los creadores argentinos” empezaron a notar que eran “considerados autores, creadores dueños de voces particulares y únicas, finalmente artistas, que es lo que son”. Especialmente en los 70, subraya, “cuando empezó a circular mucha producción de argentinos que exportaban” y de autores que emigraron escapando de “la dictadura, las persecuciones a formas de vida por fuera de las convenciones y de la falta de perspectivas de trabajo bien pago”.
Respecto a qué imaginarios fluctúan en torno a la historieta en uno y otro país, Gutiérrez primero advierte que “las obras y documentos exhibidos” están acompañadas por “textos y síntesis” que habilitan “la puesta en contexto y la justa valorización de aquello que se exhibe”. Dice luego: el campo editorial francés “permite” desde “la publicación en grandes editoriales de consumo masivo” hasta “obras experimentales en editoriales autogestivas o independientes”. Es “en este último espacio” donde “nuestros autores se mueven con libertad”, eludiendo “cierto condicionamiento de tener que crear obras ‘argentinas’, así, entre comillas, de cierto exotismo para el lector europeo, que espera de nosotros relatos de crisis económicas, dictaduras atroces y pocos temas más”.
*BD: De Palermo à Montparnasse, en la Biblioteca Nacional Mariano Moreno, Agüero 2502. Hasta el 31 de mayo, de martes a domingos de 14 a 19. Entrada gratuita
Fuente: Télam
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