Imprenteros, la obra teatral de Lorena Vega y hermanos que el año pasado se convirtió en libro, adquiere hasta el 30 de abril el formato de muestra artística en la Casa Nacional del Bicentenario para evocar el interior de una imprenta pequeña y artesanal desde distintos soportes y recorrer tanto la cadencia del oficio como los vínculos familiares que se inscriben alrededor del trabajo.
Lorena Vega es una actriz, docente y dramaturga que en 2018 estrenó Imprenteros, una convocante obra de teatro en la que el relato autobiográfico de la imprenta de su padre y la relación con sus hermanos (Sergio y Federico) amplía una historia más general sobre la importancia de la imprenta y cómo cambian los oficios.
La pieza teatral experimenta ya su quinta temporada y sigue sumando funciones los viernes en el Teatro Picadero (Pasaje Enrique Santos Discépolo 1857) hasta agosto. Imprenteros rotó por distintas salas, desde la calle Corrientes, hasta eventos y festivales e incluso llegó a España. El año pasado, la obra se ramificó en un libro publicado por Ediciones DocumentA/Escénicas, una editorial cordobesa dedicada a la literatura y al teatro con Gabriela Halac como editora.
Este proyecto se desdobla por estos días en una muestra en la sala del tercer piso de la Casa Nacional del Bicentenario como parte de un proceso que, según la actriz, “fue orgánico, como todo lo que sucede alrededor de la obra”.
“Una de las pocas cosas que tenía claro era que, al ser autobiográfico y documental, me interesaba escuchar lo que se iba manifestando y ahí hacer una selección de lo que aparecía en relación a distintos puntos: su aspecto poético, a qué podía tener de revelador para mí y qué podía ser de interés para un público que no me conocía y qué podía ir narrando una pequeña historia que tuviese distintos tonos expresivos, que van desde las situaciones más ásperas y ácidas hasta las más desopilantes y divertidas”, cuenta Vega sobre la génesis de la obra.
Para la dramaturga, es muy importante el “trabajo de grupo”. Es por eso que los distintos elementos de la muestra fueron colocados por los integrantes que también participan de la puesta en escena de “Imprenteros”. La puerta de entrada de la sala, ploteada con fragmentos del libro impreso, fue realizada por Julieta Arca, quien se encarga del vestuario en la obra.
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Un extremo de la sala exhibe fotos en blanco y negro originales, a cargo de César Capasso, del taller gráfico de Alfredo Ernesto Vega (el padre de Lorena y sus hermanos) realizadas en el año 2006. Durante el armado de la muestra, el fotógrafo se encargó de la señalización de códigos QR que reponen información para quien visite la muestra.
Según Lorena Vega, Capasso es el “cómplice artístico en la recuperación del territorio de infancia”. Las fotos son planos generales del taller, de las imprentas y también planos detalle de los engranajes de las máquinas. Se capturan los rodillos de tinta y la pintura e invitan al público a detenerse sobre los elementos que hablan de un momento del oficio imprentero.
En una de las paredes de la sala, se proyectan imágenes de la obra y en el suelo se ubican unos palets que fueron recolectados de la calle y otros de la imprenta. También hay dos vitrinas de madera, realizadas por Santiago Rey e iluminadas por Ricardo Sica (también iluminador en la obra), que resguardan fotos antiguas de la familia, recuerdos de la fiesta de quince de Vega, la primera comunión y una dedicatoria tachada en la que se alcanza a leer: “A Alfredo, un chico que puede ser más bueno. De su maestra de sexto grado”.
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La exposición Imprenteros alberga materiales que no están ni en el libro ni en la obra y que, de alguna manera, vienen a ponerle imagen a lo que en la narración teatral se cuenta pero no se muestra. “Lo que nos parece atractivo de la instalación es poder, de alguna manera, ir develando cosas, ir sumando”, explica la actriz.
“Por ejemplo, en la obra Sergio cuenta que él hizo solo una etiqueta sin la supervisión de su papá, que se hizo cargo de todos los procesos de impresión. Es una etiqueta de una fábrica del conurbano bonaerense que se llamaba ‘Paycol’, y él no la muestra. Simplemente dice que la tiene guardada en una caja. En la instalación, está la original que imprimió Sergio”, cuenta la también dramaturga.
Así, se destacan elementos del costurero de la madre de Vega, estampas, llaves, la paleta de colores Pantone, y demás curiosidades que coinciden con la perspectiva de Vega de que los objetos pueden contar historias. Lo que antes era un “rejunte de cosas”, para la actriz hoy se trata de un “archivo familiar”. Esta resignificación fue posible gracias a llevar la obra al papel; un proceso creativo que también hace eco en la muestra a partir de la exhibición de impresiones originales del libro.
“La escritura del libro cambió mi forma con respecto a lo que siento, me amplió el conocimiento sobre lo que significa seguir trabajando sobre la memoria, seguir observando cosas que parecen objetos inservibles, cosas descartadas, detalles tirados por ahí y, sin embargo, todo eso tiene una historia, todo eso puede ser narrado”, explica Vega.
Imprenteros tiene una vuelta de tuerca más con esta muestra. “Una de las resignificaciones es volver a darnos cuenta que todavía hay más que podemos descubrir de nuestra propia historia, que hay más aventuras por tener”, reflexiona la dramaturga y acota: “Cuando pensaba que con el libro ya se estaba cumpliendo un ciclo en relación a este trabajo y a este material, aparece esta oportunidad de convertir este archivo material y laboral en una exposición y nos revela muchas cosas”.
La posibilidad de ver materiales concretos en la exposición impulsa la aparición de otros relatos y asociaciones. “Aparece de nuevo una actividad que nos entusiasma, que nos entretiene, que nos da ganas de hacer, que genera encuentros con otras personas”, dice la también directora de la obra Precoz.
Imprenteros, que tuvo como disparador la muerte del padre y la pérdida de la imprenta familiar, se transformó en una máquina que sigue contando historias. “Es un espacio más de la creación donde se sigue desplegando este mundo de familias trabajadoras. De alguna manera, nosotros formamos esta nueva familia trabajadora, una familia elegida, una familia de amistad”, concluye Vega.
*Imprenteros, en Casa Nacional del Bicentenario (Riobamba 985, CABA). De miércoles a domingos, de 15:00 a 20 hs. Entrada gratuita.
Fuente: Télam S. E.
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