Sylvia Iparraguirre: “Lo único que tiene un escritor son sus palabras, no hay que desvirtuarlas”

La escritora argentina, pareja y albacea de Abelardo Castillo, reflexiona sobre los cuidados de la obra de un autor, tema central en la agenda periodística cultural luego de la muerte de María Kodama

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Sylvia Iparraguirre en su escritorio (foto de archivo)
Sylvia Iparraguirre en su escritorio (foto de archivo)

La tarea de mantener viva una obra literaria una vez que su autor ha muerto y garantizar que ese legado quede a salvo de malversaciones, requiere de habilidad para lidiar con derechos, traducciones y papeles inéditos: la reciente muerte de María Kodama deja a la vista el compromiso de quienes deben preservar una trayectoria ajena, como el caso también de la escritora Sylvia Iparraguirre, quien además de su obra propia como escritora y ensayista, dedica su atención a la herencia literaria de su marido, el escritor Abelardo Castillo (1935-2017).

Hace diez días murió la más célebre de las albaceas argentinas, María Kodama, encargada desde 1986 de custodiar la obra de Jorge Luis Borges. En la Argentina, otras mujeres se encargan de preservar la valiosa producción de grandes escritores como es el caso de Sylvia Iparraguirre, que fue nombrada legalmente administradora o albacea de la obra de su esposo, Abelardo Castillo, y ha puesto todo su esfuerzo y capacidad en ello en paralelo a un corpus literario propio que no ha dejado de crecer.

Castillo e Iparraguirre -confiesa la novelista- evitaban hablar de la muerte de él o de su ausencia, ya que esto entristecía mucho al escritor porque no le gustaba pensar en dejarla sola. La escritora, nacida en Junín, y autora de varias obras, entre ellas las novelas El parque (1996), La tierra del fuego (1998) y Antes que desaparezca (2021), tuvo que tomar decisiones muy serias sobre cómo cuidar y administrar la obra de su compañero cuando este finalmente murió en 2017.

Para ello, pidió a Nicole Witt, responsable de una agencia literaria en Frankfurt con la que trabaja desde hace 23 años, que se hiciera cargo de la parte contractual de la obra de Castillo junto con ella, ya que no se sentía cómoda ni capaz con los temas burocráticos y los contratos, además de la difusión de la obra del autor de La sed, que es vasta e incluye cuentos, novelas, ensayos y teatro.

Abelardo Castillo y Sylvia Iparraguirre
Abelardo Castillo y Sylvia Iparraguirre

Cuando el narrador falleció, su sello editorial -Planeta Seix Barral- propuso reeditar toda su obra. Su editor de toda la vida, Alberto Díaz, habló con Iparraguirre al respecto y decidieron contratar al escritor Juan Forn (1959-2021), muy cercano a ellos, como editor externo para que los ayudara a unificar sus cinco libros de cuentos. Resolvieron poner en las portadas cuadros del artista Rómulo Maccio, cuyo arte les encantaba: una de esas tapas recibió una mención especial durante la pandemia. Por último, Iparraguirre y Forn decidieron que las cuatro novelas del autor se publicaran con portadas de pinturas de Carlos Alonso, quien fuera su amigo en los años 60. También seleccionaron a escritores y escritoras para prólogos y contratapas.

A Iparraguirre le emociona hablar de todo esto, de Castillo y Forn, los dos que ya no están. Ha invertido e invierte mucho tiempo y esfuerzo en asegurarse de que la obra de su esposo se difunda y se aprecie de la manera que él hubiera querido. A veces ha sido difícil tomar decisiones importantes sobre la difusión de esa obra, comenta Iparraguirre. Por ejemplo, actualmente están traduciendo los cuentos completos de Castillo al italiano y necesita asegurarse de que la editorial que lo publicará le dará el lugar y la promoción que merece, ya que se lanzará en tres tomos.

Tras la muerte de Castillo, Iparraguirre encaró con el editor Alberto Díaz la reedición de toda la obra del autor y actualmente permanece atenta a la traducción de los cuentos al italiano
Tras la muerte de Castillo, Iparraguirre encaró con el editor Alberto Díaz la reedición de toda la obra del autor y actualmente permanece atenta a la traducción de los cuentos al italiano

-Hace unos días murió María Kodama, la administradora de la obra de Borges ¿Sentiste algún punto de contacto con esta mujer?

-Me impactó mucho la muerte de Kodama. Al principio, en la “comunidad literaria” no se la quería porque se decía que se había apropiado de Borges y de su obra. Pero más tarde pensamos con Abelardo, ¿qué hubiera pasado con la obra de Borges si no hubiera tenido a alguien dedicado al cuidado de ella de manera total? Alguien que estuviera al pie del cañón, ejerciendo, según su leal saber y entender, el cuidado de elegir traductores y editoriales. ¿Qué hubiera pasado con una obra de semejante magnitud, que está constantemente reeditándose y que necesita, por esa misma magnitud, una entrega completa?

Una vez fuimos a su casa, Abelardo grababa algo para el aniversario de Emecé, Kodama nos recibió con mucha amabilidad y tuvimos la suerte de que nos dejara ver el cuarto de Borges, su biblioteca personal, ver sus libros, sus subrayados. No quiero ofender a nadie, pero ella supo defender esa obra. Hoy Borges, es universal; ya era Borges cuando ella lo conoció. Pero hoy es una obra universal. Uno de nuestros mayores emblemas, si no el mayor, y quien estuvo en este proceso al lado de Borges fue ella.

En mi caso estoy sumamente atenta, a veces, hasta quisquillosa, porque lo único que tiene un escritor, lo único que deja, son sus palabras y si estas son desvirtuadas, se lo traiciona a él y a su obra. Por eso me concentro con mucho cuidado en cada detalle, lo hago constantemente y con enorme placer. Porque cuando entro en su obra advierto, una vez más, su dimensión.

-En relación a la obra de Abelardo ¿Ahora en qué estás trabajando?

-Estoy terminando de pasar las dos obras de teatro más emblemáticas de Abelardo, El otro Judas e Israfel, al voseo. Estaban escritas de tú porque una es un tema bíblico y los personajes son los apóstoles, y en Israfel el protagonista es (Edgar Allan) Poe, escritor del siglo XIX. Por eso Abelardo, que las escribió alrededor de los 24 años, decidió escribirlas usando el tú. Pero, en el posfacio de Israfel, menciona que la peripecia de Poe, el artista a contrapelo del sistema, no es privativa de Estados Unidos y que podría ocurrir en cualquier lugar, incluso en Argentina. Por lo tanto, no descartaba la posibilidad de pasar Israfel al voseo en el futuro. Me sentí autorizada.

Iparraguirre y Castillo fueron recibidos por María Kodama en su casa y accedieron al cuarto de Borges. "¿Qué hubiera pasado con esa obra si no hubiera tenido a alguien dedicado al cuidado de ella de manera total?", se pregunta la escritora
Iparraguirre y Castillo fueron recibidos por María Kodama en su casa y accedieron al cuarto de Borges. "¿Qué hubiera pasado con esa obra si no hubiera tenido a alguien dedicado al cuidado de ella de manera total?", se pregunta la escritora

-¿No te generan dudas hacer estos cambios?

-Por supuesto, muchas. Siempre busco una señal de Abelardo que me confirme lo que estoy haciendo, y aparecen, siempre a nivel de las palabras. No es espiritismo, religión o mistificación, sino que simplemente busco alguna corroboración en su propia obra, en sus Diarios. Además, tengo formación lingüística y el voseo es parte constitutiva de nuestra habla argentina, pensamos, hablamos y escribimos de vos. En la época en que Abelardo las escribió era norma el paradigma español. He hablado con Mauricio Kartun, a quien conozco y respeto desde hace mucho tiempo, para pedirle la contratapa o el prólogo. El libro se va a llamar Teatro reunido y saldrá este año.

-Parece que la obra de Castillo se actualiza permanentemente y no descansa ¿es así?

-Sí, y es algo que me provoca mucha alegría. Tanto por lectores, que le son muy fieles, como por la gente de teatro. Y también la prensa, debo decir. Es muy solicitado para adaptar sus cuentos al teatro, como El marica o Also Sprach el señor Núñez o La madre de Ernesto, y he tenido que tener cuidado al dar sus obras porque nunca conocés a los grupos que las solicitan. Abelardo nunca le negó sus cuentos ni obras a nadie, así que yo hago lo mismo, pero tengo que tener cuidado.

-Trabajar con los papeles de un ser amado no debe ser fácil.

-Después de la muerte de Abelardo, hubo dos cosas que me resultaron muy difíciles de llevar adelante, emocional e intelectualmente. Una de ellas fue el tomo dos de sus Diarios, que tuve que revisar y completar. El Diario lleva, al final de cada año, una sección llamada “Otras páginas”, donde van textos que él decidía incluir. Parte de esos textos, las fotografías, y cantidad de detalles quedaron a mi cargo. Gaby Franco, que fue editora de Abelardo en su primer volumen, vino a casa durante un año y medio para ayudarme. A pesar de las dificultades, que fui sorteando, estoy convencida de que es un volumen extraordinario. También La fiesta secreta, que son los poemas que Abelardo decidió que quedaran y que estaban ordenados en su archivo bajo este título. Abelardo no quería publicar en vida ese libro. Según sus propias palabras, quedaría “voluntariamente póstumo”. También supervisé, dentro de lo posible, un hermoso centro cultural, en San Pedro, que lleva su nombre.

Los diarios de Abelardo Castillo. La publicación del segundo volumen le demandó un gran esfuerzo emocional e intelectual a Iparraguirre, tras la partida del escritor
Los diarios de Abelardo Castillo. La publicación del segundo volumen le demandó un gran esfuerzo emocional e intelectual a Iparraguirre, tras la partida del escritor

-¿Y cómo hacés con tu producción literaria?

-Actualmente, estoy trabajando en un libro que lanzará en octubre de este año Penguin Random House: Clases de literatura rusa clásica. Es una recopilación de dos seminarios que di en el museo Malba en el 2014 y 2015. Estoy revisando estas clases, ya que la desgrabación literal está llena de intervenciones de los alumnos y digresiones, también debo reponer textualmente las citas.

-¿Y esto mientras también te seguís ocupando de la obra de Abelardo?

-Tal cual. Presto mucha atención a lo que pasa acá y lo que pasa afuera. Con mi amiga y dueña de la Agencia, Nicole Witt, estamos trabajando en un contrato muy complejo para hacer una película en Europa basada en un cuento de Abelardo La mujer de otro, que es uno de sus cuentos que más me gustan. Lo pidieron unos productores de allá. No digo más, por ahora. Tengo la enorme suerte, además, de que mis sobrinos, Mariana y Damián, sean abogados y expertos en contratos tan complejos como los del cine, que me asesoran en todo.

-Debe ser muy cansador llevar las dos tareas

-A veces, me siento muy exigida. Colaboré con la adaptación del texto de Israfel, en la hermosa versión de Daniel Marcove que se está haciendo en el CCC. Durante más de un año, trabajé con la traductora al italiano, Elisa Montanelli; en ocasiones, he experimentado estrés debido a ciertos problemas, como cuando el editor italiano de los Cuentos completos desapareció durante la pandemia, con la traducción del primer tomo de los cuentos ya casi terminada. Ese primer tomo está compuesto por Las otras puertas y Cuentos crueles, y en italiano se titula “Racconti crudeli”. Fue todo un proceso interminable, de contestar correos electrónicos y tomar decisiones. Al final, reapareció el editor y resolvimos el problema, pero llegó un momento en que me cansé porque también trabajaba en el compromiso de mi propio libro. Sin embargo, estoy feliz de que las obras de Abelardo sigan siendo leídas tanto aquí como en el extranjero.

Fuente: Télam S. E.

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