El escritor Fabián Casas, tal vez uno de los más importantes poetas contemporáneos, finalizó su poema “Hace algún tiempo” con el siguiente verso: “Parece una ley: todo lo que se pudre forma una familia”. Parecería ser una boutade, sin embargo, existen ejemplos -que probablemente todos conozcamos- que le dan al verso de Casas toda una connotación realista.
Miren, si no lo creen, estas dos series lo demuestran. Es cierto: son ficciones, claro, pero toda ficción se asoma, a su manera, a la realidad. Por un lado, se estrenó el domingo pasado (este domingo 2 se emite el segundo episodio) la cuarta temporada (season finale, ojo) de la excepcional Succession, que muestra el drama de los Roy, una familia hiper megamillonaria, dueña de un emporio televisivo informativo, cadenas de juegos de entretenimiento en distintos puntos de los Estados Unidos y hasta una cuestionada empresa de cruceros. A lo largo de las tres primeras temporadas se pudo constatar, a saber: la supremacía de un patriarca que gobierna su imperio con manu militari, el espléndido a sus ochenta años Logan Roy (Brian Cox); y debajo, quien se proyecta como heredero principal de Logan, Kendall Roy (Jeremy Strong), dueño de una pronunciada atracción por ciertas drogas y afectado por una muerte lejana (pero cercana: sí, si no están viendo, pueden empezar y ver todas las maravillosas temporadas) y por los abusos denunciados en los cruceros en altamar, que pesan sobre los hombros de toda la familia y la empresa).
El menú de hijos se completa con Siobahn Roy, la mujer que desearía mostrar a su padre sus virtudes y capacidades, pero que es apartada por Logan de mal modo, cada vez que puede (Siobahn o “Shiv” está casada con un hombre de relativo patetismo, Tom Wambsgans, cuyo rol crece cada vez más en la trama); el menor Roman Roy que parece ser simplemente un chico díscolo, racista y megamillonario pero que pronto toma un rol central en los negocios familiares, y Connor Roy, el hermano mayor, alejado del mundo hasta que se entusiasma en una millonaria campaña para candidatearse por los republicanos a la presidencia de Estados Unidos. Ah, claro, ¡no nos podemos olvidar de Greg (Nicholas Brown)!, el joven primo pobre que es formalmente aceptado por la familia, pero como si fuera un bufón venido de allá lejos.
Te puede interesar: Lecciones de un maestro: Tarantino revela los secretos del cine que más lo impactaron
Bueno, toda esta familia está rota, rotísima, quebrada. Y quizás solo se redima cuando los tres hermanos menores se junten, y dejen odios y rencores a un lado para hacerse chistes entre ellos como si fueran los niños que alguna vez fueron.
El final de la tercera temporada mostraba la ruptura total entre los intereses y métodos del patriarca y sus tres hijos, que se cristalizaba a través de una traición shakesperiana (toda la serie transcurre en un ambiente que bien podría haber descrito el bardo de Stratford Upon Avon). La cuarta temporada encuentra a los tres hermanos (dejemos de lado al mayor, nacido de otro matrimonio y sumido en su campaña presidencial, donde no logra superar el 1% de intención de voto) unidos para enfrentar al viejo Logan, tal vez tan solo por el placer de ganarle al jefe del clan. Freud explicaba que el mito del “Héroe” surgía cuando un miembro de la horda primitiva se enfrentaba y mataba al padre. Sustituyamos “horda primitiva” por “contemporánea familia Roy” y todo cierra. Todo esto para decir que este domingo a las 22 no se pierdan el segundo episodio de la temporada final en HBO o HBO Max.
Por otro lado, también los buenos de HBO Max y la BBC emitieron ya cuatro episodios (a razón de un nuevo capítulo cada lunes) de una obra muy personal, dramática, oscura, hilarante y melancólica llamada Rain Dogs. El espacio donde transcurre es, principalmente, el de la vieja Londres obrera, acuciada hoy por el desempleo, los desalojos y una velocidad de la vida signada por lo que sucede día a día. En un monoblock de este Londres viven Costello (Daisy May Cooper), la madre soltera de Iris (Fleur Tashjian), una niña de diez años, a quien mantiene a base de exhibir sus voluptuosidades en unas cabinas que los espectadores mantienen funcionando a base de monedas. Pero en épocas de crisis capitalista, eso no alcanza.
Sobreviene el desalojo aunque un antiguo amigo de Costello, Selby (Jack Farthing), da a conocer que ha vuelto a la ciudad. Esto quiere decir que salió de prisión, donde permaneció un año por golpear a un hombre. Si el sueño de Costello es terminar de escribir su novela, la de Selby es armar una familia con Iris (a quien ama) y su antigua amiga, que no lo puede ni quiere ver. Pero las circunstancias monetarias cambiarán esa decisión. Selby es un dandy gay, bastante punk, heredero de una gran fortuna, una especie de Oscar Wilde en el siglo XXI, a quien su madre detesta (y escatima recursos) no por gay, claro, sino que por haber abandonado las normas de su clase social y haber elegido una bohemia violenta.
La serie es conmovedora, tanto en su faceta de comedia como cuando aflora el drama por la destrucción y autodestrucción de lo que se ama y eso cae como una capa oscura sobre el espectador. Nadie espera finales felices -que quizás surjan- pero aquellos que la sigan podrán admirar a una familia –construida entre Costello, Selby y Iris– en lo que termina todo lo que se pudre, para volver a Casas. Y es una manera hermosa de introducirse en ese proceso.
* Ambas series pueden verse en la señal de cable HBO y la plataforma HBO Max. Succession, temporada final, estrena sus capitulos los domingos a las 22. Rain Dogs, en su primera temporada, se emite los lunes a las 23 hs.
Seguir leyendo