Arte, provocación e indignación: por qué una performance teatral generó polémica cultural

Un video de la obra “Sirenas en jardines electrónicos” en el Museo Fernández Blanco, trascendió desde las redes sociales y concluyó con la renuncia de una funcionaria. Pasado el calor del momento, es tiempo de reflexión: ¿Qué debe considerarse (o no) “hecho artístico”?

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Video del espectáculo “Sirenas en jardines electrónicos” en el Museo Fernández Blanco

“Tomando conocimiento y reconociendo la gravedad de lo sucedido, Victoria Otero, Gerente de Museos de la ciudad, ha decidido dar un paso al costado en sus funciones”, concluye el comunicado del Ministerio de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires difundido este jueves, cinco días después de la performance que desencadenó una polémica cultural. La puesta en escena se titulaba Sirenas en jardines electrónicos y fue realizada por el grupo Ópera Periférica en los jardines del Museo de Arte Hispanoamericano Isaac Fernández Blanco, ubicado en el barrio de Retiro. En el video viralizado, de apenas unos segundos, vemos a dos personas bailando en ropa interior y a un muchacho cantando: “¿Qué importa la pobreza cuando tenés la pija bien dura? ¿Qué importa la pobreza cuando tenés la cola hambrienta? ¿Qué importa cuando salís enloquecida a buscar por las calles, por los rincones, ese poco de amor furioso que te aturde y te hace olvidar un rato de la pobreza?”.

Cynthia Hotton, ex diputada, hoy presidenta del Consejo Social de la Ciudad, escribió en sus redes: “Repudiamos lo sucedido en el Museo Fernández Blanco. Creemos que el contenido explícito no es apto ni apropiado, ni promueve la cultura para todo el público”. Otra voz fue la de Agustín Etchebarne, economista y autor del libro La clave es la libertad, quien calificó la apuesta como un “show grosero y de mala calidad”. La Asociación Amigos del Museo Fernández Blanco compartió un comunicado donde asegura que la puesta “no coincide con los valores y criterios de la Asociación”, y endilga la responsabilidad a la Dirección General de Patrimonio, Museos y Casco Histórico. Por su parte, el ministerio aseguró que la obra “fue seleccionada en la convocatoria abierta federal realizada en 2022 por Museos BA y la curaduría se hizo de acuerdo a la documentación presentada por carpeta que incluía texto descriptivo, fotos, biografía y antecedentes artísticos de quienes participan”. El problema, se lee, es que “en ningún lugar de toda la documentación se tenía indicios de las escenas que se desarrollaron el sábado”.

Tuit de repudio de Cynthia Hotton, ex diputada, hoy presidenta del Consejo Social de la Ciudad
Tuit de repudio de Cynthia Hotton, ex diputada, hoy presidenta del Consejo Social de la Ciudad

La tensión con el contexto

Ópera Periférica tiene una gran trayectoria realizando este tipo de intervenciones. Desconozco cuál fue la propuesta original que le brindaron a la directora pero lo que estoy viendo en imágenes es exactamente lo que ellos han hecho en diferentes lugares”, dice Natacha Voliakovsky, una artista argentina con más de diez años de trayectoria realizando obras y performances en países como Finlandia, Ucrania, Turquía y Estados Unidos. Es, además, directora de Argentina Performance Art, la primera plataforma argentina de investigación teórica sobre esta disciplina. “Acá la polémica no tiene que ver con la obra, si no con el contexto. Cualquier tipo de obra de arte se lee puesta en un contexto. El contexto ejerce un tipo de efecto en la obra y la obra en el contexto. Yo no me voy a meter en un trabajo de compañeros, de cómo hacen lo que hacen o por qué lo hacen, pero esta es la propuesta de Ópera Periférica desde hace muchísimo tiempo”.

La Asociación Amigos del Museo se desligó. El comunicado completo dice: “Ante la insistente demanda de información de parte de nuestros Socios, Amigos y vecinos; creemos oportuno aclarar que la Asociación de Amigos del Museo de Arte Hispanoamericano Isaac Fernández Blanco no ha tenido participación alguna en la organización de la actividad denominada ‘Barroco Furioso’ y que la misma ha sido parte de una convocatoria de la Dirección General de Patrimonio, Museos y Casco Histórico del Ministerio de Cultura porteño denominada #sontusmuseos. Los espectáculos seleccionados fueron programados por la Dirección General de Patrimonio, Museos y Casco Histórico en los distintos museos de la ciudad, desconociendo nuestra entidad los criterios de selección de las propuestas, sus contenidos, oportunidad y lugar programación para los mismos. Asimismo, queremos hacer saber que lo allí expresado no coincide con los valores y criterios de esta Asociación”.

Fachada del Museo Fernández Blanco sobre la calle Suipacha (Imagen: Street View Google)
Fachada del Museo Fernández Blanco sobre la calle Suipacha (Imagen: Street View Google)

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Infobae Cultura se comunicó con distintos gestores culturales, curadores y artistas pero la mayoría prefirió no responder a la consulta. Voliakovsky, una de las pocas que aceptó, opinó que el contexto es clave para entender, no sólo la puesta, sino la repercusión: “El museo responde a la gente: son instituciones en discusión constante. El Fernández Blanco, como tantos otros, está intentando aggionarse. Si no te actualizás, quedás afuera de lo que es el circuito y quedás afuera de los fondos nacionales. Si no te aggiornás, no tenés estadística de gente que venga a tu museo. Un museo que no recibe gente, no tiene fondos. Es todo un sistema, una cadena. Los museos tienen que responder a la demanda social y pública, pero una cosa es la demanda social y pública real de quienes de verdad consumen y van a los museos y después esta la gente de afuera que son quienes sostienen la estructura de cómo deberían verse las cosas”.

Huellas de la indignación

Manuel Quaranta, que es narrador, licenciado en Filosofía, profesor y curador, explica que “en los medios de comunicación tradicionales sólo se habla de arte en tres situaciones concretas: robo de piezas famosas, subasta millonaria o cuando una obra genera conflicto moral; esto último en dos sentidos, porque presenta contenido inapropiado (fundamentalmente sexual) o la financia el Estado”. Y continúa en un breve intercambio con Infobae Cultura: “Si visualizamos las tres situaciones, existe un punto de coincidencia: el dinero. Sólo se habla de arte si está en juego (se pierde, se gana) el dinero, el de coleccionistas millonarios o el de ‘la gente que paga sus impuestos’. Siempre el dinero como centro de la cuestión. Jamás surge un interés estético en los medios, sí un interés banalmente material, que es el único en condiciones, suponen, de generar polémica, y por lo tanto audiencia”.

Comunicado completo del Museo Isaac Fernández Blanco
Comunicado completo del Museo Isaac Fernández Blanco

“No voy a emitir juicio sobre la performance (fundamentalmente, porque no la vi). En cambio, celebro escuchar en conductores y conductoras de TV conceptos propios del arte contemporáneo, como la figura del curador, aunque de modo negativo, en referencia a la irresponsabilidad de quien permitió la performance. Quizás, la mención responda a la masividad que ha adquirido el término en los últimos años, sin embargo, no dejo de sorprenderme y hasta festejar la novedad. El episodio, no es difícil darse cuenta, sirve para inflamar la indignación, siempre proclive a la ofensa de sus buenas costumbres. El comunicado del Museo pidiendo disculpas fue en esa dirección: empleó términos como ‘ofender’ y ‘herir’, que son los caballitos de batalla preferidos de quienes promueven, por diversos motivos, ‘la cultura de la queja’. Me pregunto, ¿qué clase de goce será el goce del indignado?”, agrega.

“Me llama la atención que en los últimos años se sucedieron una serie de episodios de este tipo, en los que se cuestionan, para decirlo llanamente, no sólo los ‘contenidos’ sino también ‘las formas’ de las que está hecha la obra”. Belén Coluccio habla desde la teoría y la práctica: es performer, curadora e historiadora del arte. “Aparece la idea de ‘calidad’, de arte ‘bueno’, ‘malo’ o de que algo ‘no es arte’. Y por un lado, desde una sector más informado, se responde que la idea de calidad es una idea que atrasa y que esconde criterios de discriminación social hegemónicos, machistas por ejemplo. Lo cual es cierto. Pero a la vez, es llamativo que grupos con opiniones que tienden a ser más conservadoras reclamen una y otra vez ingresar en el terreno del arte. Aunque lo hagan demandando censura, estos grupos están discutiendo sobre arte. Y esa es la conversación que me interesa tener”, continúa en un intercambio vía mail con Infobae Cultura.

Flyer del evento “Sirenas en jardines electrónicos” de Ópera Periférica en el Museo Fernández Blanco (Crédito: Instagram Ópera Periférica)
Flyer del evento “Sirenas en jardines electrónicos” de Ópera Periférica en el Museo Fernández Blanco (Crédito: Instagram Ópera Periférica)

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“Porque la censura, que en algunos casos alcanza la violencia física y verbal, también es una alerta de la cerrazón del arte contemporáneo sobre sí mismo. Lo que se exige, en parte, tiene que ver con volver a ubicar el arte dentro de valores más clásicos y con amplia base de reconocimiento: la belleza, el genio, lo natural. Lo que subyace a estos episodios es la exclusión que el arte contemporáneo, como mercancía del capitalismo, hace sistemáticamente de las personas, cualquiera sea su ideología”, continúa Coluccio, y Voliakovsky agrega: “No tengo una estadística real pero me arriesgo a que la mayoría de la gente que comentó esta polémica no acude asiduamente al museo. Quienes vamos, en general, somos gente disidente o que estudia o vinculada al arte, y no nos sorprendemos. Puede que algo no te guste, como cuando vas al cine y la película no te gusta, y te vas o pensás ‘no la hubiera hecho así’, algo muy personal, pero no hay indignación”.

Molestias en el sentido común

¿Contra qué dispara esta performance? O, mejor dicho, ¿qué es eso que tanto molesta, que tanto indigna? Para Natacha Voliakovsky, uno de los puntos a tener en cuenta es que “hay corporalidades presentes, hay otra sexualidades, hay otro tipo de mirada que no es la hegemónica”. ¿Y cuál es la mirada hegemónica? “En general, la mirada del hombre hetero, cis, cristiano, blanco sobre un cuerpo sexualizado femenino de una mujer cis. Cualquier mirada que no sea esa rompe con la hegemonía. Creo que la molestia surge de quien está mirando y no tanto por la propuesta del colectivo de artistas. ¿Qué es realmente lo que molesta: que haya unos glúteos expuestos o que esos glúteos no sean hegemónicos? Porque en la tele, en Instagram, en TikTok, vemos chicas hermosas mostrando el cuerpo y no nos molesta porque a todos nos parecen hermosas. Cuando el producto es consumible nos encanta. Esto tiene que ver con el conflicto personal del que mira, no tanto la obra”.

Jardines del Museo Fernández Blanco, ubicado en el barrio porteño de Retiro (Foto: buenosaires.gob.ar)
Jardines del Museo Fernández Blanco, ubicado en el barrio porteño de Retiro (Foto: buenosaires.gob.ar)

La pregunta detrás de esta polémica cultural parece ser qué sí y qué no. Definirlo con el termómetro de las redes, para Coluccio, “banaliza el rol de los profesionales de museos” y se pregunta “qué margen de trabajo queda para una profesional cuya gestión es atacada y cuestionada desde lugares que muchas veces ni siquiera son los del visitante”. “Se esgrime un supuesto ‘sentido común’ por encima de un criterio que, por un lado, está formado en un ámbito específico y, por otro, también busca ser sensible a una diversidad comunidades y reivindicaciones que ingresaron recientemente al museo”. En ese sentido, Voliakovsky asegura que en el trabajo de colectivos como Ópera Periférica hay “un reclamo por las identidades: va de la mano con el movimiento transfeminista, los derechos a la identidad y el nuevo DNI inclusivo. Está en relación con la agenda política del país. Seguramente la gente que se opone es la misma que se opone al aborto, a las identidades no binarias”.

Pese a todo, hubo una renuncia, lo que convirtió este episodio en una crisis para la cultura estatal porteña. En Instagram, los artistas replican la repercusión de la performance en los medios y, de alguna manera, explican que su objetivo siempre fue la disrupción. Mientras tanto, en Twitter, miles de usuarios continúan repudiando que se utilice el Museo Fernández Blanco para una obra de estas características, que consideran, como dijeron varios, una “falta de respeto”, una “ridiculez”, una “aberración”. Es por eso que, en el comunicado, el Ministerio de Cultura de la Ciudad aseguró que “se reorganizarán procesos y se redefinirán responsabilidades en cuanto a las programaciones”. “Reiteramos un sincero pedido de disculpas”, cierra el texto difundido ayer. Pese a todo, la posibilidad de un debate en torno a qué se expone, cómo y dónde, pero también quiénes, por qué y para qué, está abierto. Hay que apostar a que la discusión se de en los términos más honestos posibles.

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