GPT-4 nació la semana pasada y desde entonces ha generado tanto impacto que el miércoles 1000 líderes tecnológicos, entre ellos Elon Musk, pidieron en una carta una pausa en el desarrollo de la IA. En el mundo de la escritura y la edición también está cambiando las reglas del juego: ya hay en Amazon decenas de libros en diversos idiomas que analizan la nueva tecnología, dan consejos para ganar dinero con ella o la utilizan para la creación de cuentos infantiles o novelas dialogadas. El nuevo fenómeno editorial nació a finales de 2022 con el ChatGPT3. Y, según parece, no va a parar de crecer.
Si el criptomundo está en crisis y el metaverso ha perdido muchísimo impulso (Disney acaba de cerrar su división metaversa, sólo seis meses después de la celebración virtual de su centenario), la inteligencia artificial generativa, en cambio, acelera con brío hacia un futuro ambiguo.
Como GPT4 ya es capaz de escribir con estilo literario, resumir libros extensos o describir imágenes, y está siendo integrado en sistemas de búsqueda como Bing o a programas de escritura y diseño de contenidos como Word o Power Point, supone un estimulante ejercicio de diseño de futuros imaginar qué va a ocurrir en el mundo de la escritura y la edición durante los próximos meses o años, cuando su evolución, los modelos de lenguaje natural GPT-5 o GPT-6, ya formen parte de nuestras vidas cotidianas. La propia OpenAI ha profetizado que las profesiones vinculadas con la redacción, junto con las matemáticas, están en riesgo. Analicemos escenarios posibles, adaptaciones, mutaciones.
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Utilizo las siglas GPT como nombre genérico para referirme a los programas o redes neuronales de generación de lenguaje a través de aprendizaje profundo que no paran de multiplicarse. Y resumo en diez probables claves los cambios que se avecinan. Cinco en esta ocasión y otros tantos, la próxima semana.
1. Integración del GPT a la escritura literaria
Si en este cambio de siglo hemos incorporado a los procesos de redacción y escritura literaria las búsquedas en Google, la corrección automática, el corta y pega o incluso la opción de autocompletar, es más que probable que las redes neuronales ingresen pronto en nuestras rutinas profesionales y artísticas.
En estos momentos es necesario abrir la api de escritura generativa para acceder a ellas. Pero en cuestión de meses la opción formará parte del menú de Word y de otras herramientas de edición de texto. Esa realidad abrirá un abanico de opciones de co-escritura más o menos creativa.
El escritor podrá generar párrafos, argumentos, ejemplos, escenas o personajes a través de su asistente y después adaptarlos a su propio estilo y a las necesidades de la lógica discursiva o de la trama. Puede ser una solución al clásico bloqueo de escritor. Y una tentación bastante poderosa. Algunos autores se entusiasmarán y exprimirán las posibilidades. Otros preferirán escribir sin conexión a internet. O a mano.
También va a transformarse lo que entendemos por lluvia de ideas, momento eureka, gestación de un proyecto. Los algoritmos pueden concebir infinitas semillas, historias posibles, horizontes de desarrollo, que pueden ser el disparador estimulante para una imaginación (más que) humana.
2. Más edición que pura creación
Quienes deleguen en la generación automática de lenguaje gran parte de su texto, pasarán de ser meramente escritores a ser también diseñadores y editores. La tecnología requiere entrenamiento para extraer de ella los mejores resultados; y éstos precisan de una operación posterior de corrección, verificación, bricolaje, recreación.
La literatura siempre ha sido remix, postproducción, pero ahora esa naturaleza se volvería extrema. Más que creador de prosa original, el escritor será un arquitecto y un DJ que dibuja planos, calcula estructuras y produce una nueva música a partir de melodías y ritmos parcialmente ajenos.
Los autores con ambición meramente comercial, tanto de letras de canciones como de novelas negras, van a encontrar un gran aliado en el GPT para calcular las fórmulas posibles del éxito o para generar en cadena páginas de diálogos o de descripciones y poder así publicar con la regularidad que exige el mercado.
También los investigadores académicos, que deben ser productivos por contrato universitario, van a encontrar un aliado formidable en los modelos de lenguaje natural. Los resultados ya no difieren demasiado cuando el autor es humano a principios de 2023. Los igualan la paráfrasis, la cita y la redacción técnica.
3. El traductor como asistente de la IA
Los avances en la traducción son todavía más impresionantes que en la escritura generativa. Aunque la literatura más exigente, en prosa y en verso, todavía vaya a ser inigualable, en versión original o no, sin duda está dejando de tener sentido teclear palabra por palabra la versión en otra lengua de textos planos, sin estratos ni metáforas ni polisemias, como en el caso de los papers, los artículos técnicos, los manuales, los volúmenes de superventas comerciales, de autoayuda o de aforismos influencers.
En esos géneros probablemente se imponga la transformación del traductor en forense, corrector, supervisor de calidad. Es decir, en un experto cualificado que lee la traducción automática con ojo crítico, buscando las palabras o expresiones mal interpretadas, las incoherencias, los datos falsos. Y revisa el estilo final del libro. La mirada humana es superior en la visión del conjunto. Al menos, de momento. Por eso está asegurado el trabajo de quienes tienen en mente todo el proceso editorial, lo vigilan y aseguran su excelencia.
La pregunta es: ¿Cómo deberá firmarse esos trabajos? ¿Hay que revelar el uso del GPT o, como ocurre con el de los correctores en línea, es lícito no hacerlo? Todavía no existen criterios al respecto. Amazon, por ejemplo, no ha regulado la publicación de libros digitales escritos con IA. O por ella. Lo que está claro es que todo el sistema depende del prestigio de la autoría. De autores, traductores, diseñadoras, editoras. Queremos saber quién hizo las cosas que nos gustan o disgustan. ¿Cómo mutará tanto la autoría como, sobre todo, su recepción?
4. Departamento de I+D y otros departamentos editoriales nuevos
El hecho de que GPT y otras inteligencias artificiales generativas sean de código abierto ha hecho que rápidamente sean adaptadas a todo tipo de aplicaciones.
Be my Eyes, que conectaba a personas invidentes con otras con visión para que les prestaran ayuda con sus ojos, ahora utiliza GPT4 para reconocer objetos o imágenes y ayudar de forma automatizada; Duolingo lo usa para las prácticas de idiomas extranjeros; Abbrevia.me, te resume tu perfil de Twitter a través de los cientos o miles de mensajes que has publicado.
Son tantos los avances que se suceden y atropellan en producción de texto, imagen o audio que parece conveniente que en las empresas haya una o varias personas que estén al tanto de las novedades y piensen en su aplicación práctica. Se trataría de una nueva profesión: la de experto en IA generativa para decidir en tiempo real su implementación y para formar a los empleados en ella.
La creación de contenidos para página web y redes sociales ya se están transformando, de modo que el primer impacto está ocurriendo en el departamento de comunicación y marketing de las editoriales. El éxito del ChatGPT-3 se debió a su naturaleza conversacional, que conectó con nuestra ancestral necesidad de comunicarnos y se inscribió en el contexto de los bots de atención al cliente. El diálogo de las editoriales y los autores con sus lectores también va a variar a partir de ahora.
Pero el GPT tal vez se vaya a aplicar sobre todo a cuestiones prácticas del proceso de creación de un libro. La confección de informes de lectura automáticos permitirá seleccionar aquellos originales que realmente tienen posibilidades de ser publicados. La primera redacción de los paratextos de un libro, como la biografía del autor actualizada o el resumen de contracubierta, también va a ser generada por IA. Y no me extrañaría que los grandes grupos opten por un nuevo departamento de traducción algorítmica o que ésta se integre en el de redacción. Al menos para los libros cuya sutileza y complejidad no reclame la contratación de un traductor literario. Los contenidos derivados, de promoción o de expansión del universo narrativo, también podrían depender de esa nueva estructura.
5. Literatura personalizada
Hace tiempo que las tecnologías digitales –tanto de producción como de impresión o distribución– permiten personalizar libros infantiles, sobre todo con el nombre de sus protagonistas. Ahora GPT añade muchos más elementos personalizables, como demuestra la existencia de My Dream Tales, una iniciativa para crear y regalar cuentos al gusto de su futuro lector.
El texto entero, de hecho, puede ser único, pues en cuestión de minutos u horas se puede disponer de un relato coherente e interesante creado por inteligencia artificial generativa y pulido por un profesional con nombres, apellidos, currículum, derechos laborales, esas cosas que no debemos olvidar.
Durante el digital siglo XXI se han multiplicado las aplicaciones de autodiseño de libros y las empresas de servicios editoriales. Aunque cualquier usuario tenga acceso a la tecnología, no hay duda de que muchos recurrirán a la gestión profesional para hacer realidad sus proyectos de escritura, sus regalos, en diversos grados de intervención artificial o humana.
Esos textos formarán parte de un panorama mayor de escritura también personalizada. Si ahora las redes sociales o las plataformas seleccionan la información o la publicidad según las características de quien la recibe, es de prever que los modelos de lenguaje también tendrán la capacidad para variar el texto según el receptor. Y que la publicidad se insertará en los textos que recibamos, según nuestro perfil de consumidor. Imagino a las marcas pagando grandes cantidades de dinero para que sus productos aparezcan en las listas de regalos posibles, las recetas de cocina, los cuentos, los poemas, los contenidos generados. Del sesgo sexista o racista al sesgo publicitario.
[Continuará el próximo viernes]
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