No se puede contar la historia del Wu-Tang Clan sin remontarse al 11 de agosto de 1973, una fecha mítica, el big bang del hip-hop. Esa noche, en una fiesta en el Bronx, el DJ Kool Herc hizo lo que nadie antes que él había hecho: usó dos discos de James Brown para crear un track bailable a partir del breakbeat de “Give it up or turnit a loose”. Había nacido algo nuevo y todavía no se sabía muy bien qué era. Pero ese año, más precisamente, una semana después, un joven asiático llamado Bruce Lee protagonizaría una película llamada Enter the Dragon, junto al actor blanco John Saxon y al actor afroamericano Jim Kelly, buscando mostrar unidad racial en un país todavía fracturado por los disturbios masivos de apenas unos años atrás.
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Estos dos acontecimientos impactaron e influyeron unos años después en Robert Diggs, que en 1974 apenas tenía 4 años, y en su primo Russell Jones. Ambos empezaron a ir todo lo que podían al cine a ver películas de kung-fu y a las crecientes fiestas de hip-hop. Varios años después, Diggs se convirtió en RZA y tuvo como objetivo unir a sus amigos para crear un grupo que mezcle todo lo que le gustaba: el hip-hop, el kung-fu, y el ajedrez. Entonces, Jones se transformó en Ol’ Dirty Bastard, tan genial como inestable y con distintos problemas con la ley y las sustancias, terminaría sucumbiendo en 2004 a causa de una sobredosis. Al grupo lo completaron: GZA, Method Man, Raekwon, Ghostface Killah, Inspectah Deck, U-God, Masta Killa.
El nombre del grupo lo sacaron de una de las películas favoritas de RZA y Ol’ Dirty Bastard, Shaolin y Wu Tang, de 1983. Corría el año 1992 y Staten Island, Nueva York, veía nacer a Wu-Tang Clan. Un año después saldría su primer disco, Enter the Wu-Tang (36 Chambers), denominado así en homenaje a la película de Bruce Lee que cambió todo para RZA. Enter... se convirtió en un disco inmensamente influyente para quienes pronto serían reyes del género, gente como Mobb Deep, The Notorious B.I.G. o Nas.
Actualmente, el grupo lo integran RZA, GZA, Inspectah Deck, U God, Ghostface Killah, Method Man, Raekwon, Masta Killa y Cappadonna. El sonido del rap de Nueva York no sería lo mismo sin ellos, a la producción “gritty” –cruda, realista, sin concesiones ni adornos innecesarios– de RZA y las letras del resto, que en ningún momento se quedan atrás y que siempre redoblan la apuesta. Escuchar a Wu-Tang es adentrarse en un universo lleno de referencias que se conectan entre sí, que, a su vez, se abre hacia otros universos. No es casual que la agrupación haya influido a actuales estrellas del género como Kendrick Lamar, J. Cole, o Tyler, The Creator, quienes han asegurado sentirse maravillados por toda la iconografía creada por el colectivo.
La estructura de Wu-Tang Clan, por momentos, se parece más a la de una organización criminal que a la de un grupo de hip-hop, o, por lo menos, así lo sospechó el Federal Bureau of Investigation (FBI) de los Estados Unidos, que durante toda la década de los 90 investigó al grupo por supuestos vínculos con actividades al margen de la ley. La agencia federal llegó a tener un expediente de 94 páginas, en el marco de una investigación mayor contra estrellas del hip-hop, una muestra más del racismo endémico que afecta a la sociedad estadounidense. El FBI los catalogó como “pandilla” para luego descartarlo, pero no sin antes haber gastado una importante cantidad de recursos públicos para investigar a sus miembros.
Volvieron a ser investigados más tarde por el FBI a causa de su relación con un empresario farmacéutico llamado Martin Shkreli, quien se hizo conocido por aumentar el precio de un medicamento vital para el VIH en un 5.000%. En 2015 Shkreli compró por dos millones de dólares un álbum único y exclusivo del grupo, Once Upon a Time in Shaolin. El FBI investigó sí algunos miembros del grupo estaban involucrados en actividades ilegales en relación con la venta del álbum a Shkreli. Se rumoreaba que el millonario les había ofrecido dinero y otros incentivos a cambio de roles promocionales o de inversión en su negocio farmacéutico.
Sin embargo, en 2018, se anunció que la investigación había sido cerrada sin cargos para los miembros de Wu Tang. Lo cierto es que el legado artístico va mucho más allá. Cuando salieron, no había colectivos de hip-hop haciendo lo que hacían, y aunque después aparecieron algunos imitadores, nunca realmente alguien a la altura de la leyenda.
Lo que los hizo originales, entre otras cosas, es la creación de un imaginario extremadamente peculiar donde entra el ajedrez, las películas asiáticas de artes marciales, y, por supuesto, el peligro latente en las calles de Brooklyn. A su vez, incluso inventaron un vocabulario propio, o “Wu-isms”, es decir, términos y jergas inventadas por ellos que se han convertido en parte del vocabulario del hip-hop, como “Wu-Tang Killa Bees”, “Shaolin Style”, “Witty Unpredictable Talent And Natural Game”, “Chessboxin’”, o, más notablemente C.R.E.A.M. –siglas de “Cash Rules Everything Around Me” (El dinero lo domina todo alrededor de mí), que se convirtió en el primer mega hit del colectivo y es considerado uno de los temas más importantes del rap de los 90–.
C.R.E.A.M. estaba incluida en su primer disco, y abría con la frase de Ghostface y Raekwon que no sólo es parte de la historia del rap sino que también auguraba la química entre el dúo que tan bien explotarían en sus discos solistas posteriores: I grew up on the crime side/The New York Times side, un pícaro juego de palabras con el mundo del crimen y el diario New York Times.
Cada miembro de Wu-Tang, por separado, siempre fue capaz de sostenerse por sí mismo. Como prueba de ello está la infinidad de grabaciones solistas, muchos de ellos, clásicos por derecho propio de la historia del género. Discos como Liquid Swords de GZA o Only built 4 cuban linx de Raekwon y Ghostface Killah, ambos publicados en 1995 y producidos por RZA, son considerados obras maestras absolutas del rap, con atmósferas tan oscuras como cinematográficas, con letras crudas y violentas y una capacidad de sumergir al oyente en un mundo propio, donde los monjes shaolin juegan al ajedrez y se enfrentan con las pandillas de Brooklyn.
Only built 4 cuban linx, por ejemplo, está considerado como el disco precursor del “mafioso rap”, un subgénero que glorifica la criminalidad con un toque de exageración y fantasía y que incluyó sobremanera a otros íconos neoyorquinos como Jay-Z o Nas. A diferencia del gangsta rap, más callejero y “realista”, el rap mafioso celebra, justamente, al crimen organizado y la idea del criminal como hombre de negocios exitoso.
A finales de los años 80, mientras daba sus primeros pasos en el rap, RZA se había involucrado en el crimen callejero y estuvo a punto de ser condenado a ocho años de cárcel tras dispararle a alguien en una pierna durante una pelea. Pudo zafar de la sentencia y quedó decidido a darse una vida mejor para él, para su familia, y para sus amigos. Esto lo llevó a poner todas sus pasiones en un colectivo de artistas que cambiaría el hip-hop para siempre. Wu-Tang Clan sigue siendo, a día de hoy, una prueba del poder transformador y de unión del arte, algo de lo que el hip-hop sabe, y mucho.
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