Discépolo, retrato teatral de un alma sensible y genial

Se cumplen 122 años del popular autor, actor y director argentino. En “Discepolín, fanático arlequín”, que se presenta los sábados en el Centro Cultural de la Cooperación, se ingresa en uno de los aspectos más desconocidos de su carrera

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“Discepolín, fanático arlequín” se presenta
“Discepolín, fanático arlequín” se presenta los sábados en el Centro Cultural de la Cooperación

El lunes 27 de marzo Enrique Santos Discépolo cumpliría 122 años y resulta un placer encarnar su vida y obra arriba del escenario luego de varios años de trabajo e investigación, tarea que se intensificó durante la pandemia. Fue en esa etapa donde pude dedicarle muchas horas diarias y así lograr un cierre al espectáculo. Es un personaje importantísimo para la cultura de nuestro país, muy recordado por sus tangos, pero poco reconocido en toda su magnitud como artista integral.

“Cambalache”, “Uno”, “Yira Yira” forman parte de nuestra idiosincrasia y sus versos recorren el mundo entero. Es interesante destacar que él fue una personalidad de muchas facetas, principalmente de profesión: actor, autor y director de teatro, para luego incursionar en el séptimo arte, que lo apasionaba; como guionista, actor y director de cine, y hasta un pionero en la organización por la defensa de los derechos de los artistas.

La idea de trabajar sobre la figura de Enrique Santos Discépolo surgió hace varios años, sabiendo muy poco a cerca del personaje, habiendo visto alguna película y habiendo leído algunos fragmentos de Mordisquito, y no mucho más. Aún así sentí una rápida identificación física con mi forma de interpretación y encontrando en él formas y lenguajes típicas del cómico rioplatense que podemos ver hoy en las películas argentinas de los años 30 y 40, como así también en Los cinco grandes del buen humor, incluso en el cine americano de la época en el humor de los hermanos Marx, entre otros. Intentando siempre desde el humor y la comedia contar las desgracias humanas, los dolores de los pueblos; algo que el denomina Grotesco, género del cual será hacedor junto a su hermano Armando.

Discepolín, fanático arlequín

Fue a partir del material de “Mordisquito” - el interlocutor imaginario de ideología conservadora con el que Discépolo se cruzaba en el programa de radio Pienso y digo lo que pienso para defender las conquistas del primer gobierno peronista-, material radial emitido en 1951 y luego de haber visto El Hincha, uno de los pocos registros de sus películas, que con la firme decisión de trabajar en su figura comenzamos a investigar y acceder a nuevos materiales, entre ellos, la lectura de Discépolo. Una biografía argentina de Sergio Pujol y algunos textos de Armando Discépolo, así fui construyendo el personaje. Luego de este recorrido, es que le pudimos dar forma a un espectáculo que no es biográfico ni historiográfico.

Discepolín era impulsivo, efusivo, “eléctrico”, tenía la voz finita, me identifiqué con el movimiento de sus brazos, con la forma de actuar y por ahí arranqué. Nutridos de toda esta información sentíamos que nos faltaba una traducción poética, en esa búsqueda surgió la idea de trabajar con media máscara de la comedia del arte, la máscara del arlequín, pero con el perfil característico de Discepolín, fue allí que nos encontramos a trabajar con el maravilloso mascarero Alfredo Iriarte, recientemente nombrado Personalidad Destacada de la Cultura. Junto a él y Gabriela Guastavino, creadora de la peluca, es que fuimos trabajando en diferentes moldes y perfiles hasta llegar al definitivo.

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De pronto todo comenzaba a encajar, descubriendo un tiempo después que su amiga Eva Duarte lo llamaba “Arlequín”. Con Evita tuvo una relación de amistad. Hay una anécdota muy conocida acerca del día en el que a Evita no la dejaban entrar a Radio Belgrano. En aquel momento, ella todavía era alguien de perfil muy bajo, y Discépolo ya era una estrella de esa radio. Cuando vio que no la dejaban pasar, se acercó y dijo que ella estaba con él, y muchos años después Evita lo llamó para recordarle esa situación y desde ahí se hicieron muy amigos.

Discepolín fue ante todo un ser sensible que vivió las injusticias sociales de principio de siglo con los gobiernos conservadores, desde ese lugar sincero defendió con fe y con el corazón las ideas del Peronismo, que venían a otorgar derechos y defender por primera vez a los más humildes. Esto le valió que mucha gente del arte, sus amigos, su hermano, sus maestros y parte del público se enojaran con su postura. Discepolín se fue apagando y murió de tristeza un año después. Perón llegó a decir que ganó la segunda elección gracias al voto femenino y a “Mordisquito”.

Enrique Santos Discepolo
Enrique Santos Discepolo

Era una personalidad fundamental de la noche porteña. Viajaba a España, y cuando volvía escribía los diarios de ese viaje para la revista Radiolandia, y lo que escribía era hermoso y además gracioso. Contaba cosas terribles pero con humor. Era como un Woody Allen argentino, un autor súper moderno.

Me gusta remarcar que el tango, en verdad, fue una casualidad en su vida, porque ni siquiera era músico. Él escribía las letras, las tarareaba, y llamaba a un amigo músico para que transcribiera su música. Sin saber música su talento lo llevó a dirigir la Orquesta de Radio Belgrano. Su profesión era la actuación, y eso es lo que más me interesó, su faceta más desconocida.

Es triste pensar que por la llamada “grieta política”, siempre vigente en nuestra historia, no podamos contar en la actualidad con sus obras completas: textos, guiones de cine, guiones de radio, obras de teatro, bitácoras de viajes, canciones, etc.

Daniel Casablanca (Gustavo Iapeghino)
Daniel Casablanca (Gustavo Iapeghino)

Su sensibilidad social, poder viajar y entender la problemática de los músicos y autores de su tiempo lo llevaron a Discépolo a ser uno de los fundadores de la Sociedad Argentina de Autores y Compositores de Música (SADAIC) para que sus amigos y él cobraran los tangos que pasaban en Europa.

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Sus tangos eran grotescos, trágicamente graciosos, una síntesis de su ideología teatral, escribía tangos apasionadamente, como un actor, representando personajes, parafraseándolo sería “Decir tanto en tan cortito tiempo, que difícil pero que lindo!”.

Al momento de organizar el material para el espectáculo ubicamos al personaje en lo que sería su última noche, el artista afiebrado anhelando su nueva obra, frente a la hoja en blanco, la búsqueda de la inspiración, situaciones de juego clownesco que identifican al espectador.

En esta segunda temporada de la obra, reafirmo que, estamos exactamente como en “Cambalache” y el discurso político es el mismo de hoy. Discépolo fue un adelantado a su época.

Enrique Santos Discépolo, un artista indispensable, superlativo de nuestra cultura nacional, él como pocos nos ha entendido, nos ha mostrado en un espejo, como somos. Es hermoso sentir en cada representación que estamos transmitiendo a las nuevas generaciones antropología cultural argentina. Tengo esa certeza cada vez que un joven se acerca, me abraza terminada la función y me dice “Me voy a ir a investigar sobre Discépolo”, ahí siento que la tarea está cumplida.

*Daniel Casablanca. Actor, director, autor y docente teatral. “Discepolín, fanático arlequín” - Sábados 20h, Centro Cultural de la Cooperación (CCC) - Av. Corrientes 1543

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