Alejandro Goldschwartz: barroco y pop, de la mano

El pintor expone sus trabajos más recientes en la Galería Palermo H. En esta entrevista, reflexiona sobre su búsqueda estética y la relación con el arte en nuestra época

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La muestra de Alejandro Goldschwartz se puede visitar hasta el 2 de abril
La muestra de Alejandro Goldschwartz se puede visitar hasta el 2 de abril

–Si tuvieras que describir la exposición, ¿qué dirías como factor común? ¿Cómo la describirías en líneas generales?

–Es una muestra variada, el trabajo de los últimos cinco años. Pero si hay algo en común en todos los cuadros es algún referente a la violencia simbólica y no tan simbólica en la relación con la figura femenina proveniente de casi 15 siglos del peso de la religión institucional. Cuestiono y parodio la idea de un dios antropomórfico creador del universo. Me parece que es como creer que a los bebés los trae la cigüeña de París. Esa idea de verdad absoluta es lo que termina generando un pensamiento totalitario, cuya primera víctima es la mujer. No tenés más que ver el Génesis, en donde todos los descendientes de Adán y Eva nacen en pecado y la culpable por supuesto es Eva.

Frente a eso propongo una reevaluación del mito del nacimiento de Venus, y del pensamiento griego en general, una revisión crítica del vínculo masculino-femenino y cómo influye en esto una cultura religiosa de la que ni remotamente nos hemos liberado. Pero esto da para extenderse más de lo que podemos aquí.

–Los cuadros no pasan desapercibidos. ¿Son barrocos? ¿son pop? ¿Son surrealistas?

–Bueno. Lo que quiero es ser síntesis de la pintura figurativa. Combinar la composición y cierta temática barroca con imágenes modernas, de la cultura Pop. Es una forma de establecer una especie de continuidad con lo histórico.

El artista junto al público, el día de la inauguración de la muestra
El artista junto al público, el día de la inauguración de la muestra

–Hay una línea religiosa. ¿Es paródica o admirativa?

–Las dos cosas. Admirativa de las composiciones, paródica con la religión establecida, especialmente con la iglesia católica, con las vírgenes del statu quo. También hay una serie con la expulsión del paraíso. Pero además hay una mirada cosmológica. Porque lo que quiero es cuestionar el monoteísmo y generar y proponer una nueva mitología, o mejor dicho, una manera nueva de pensar lo mítico. Me interesa tratar de imaginar cómo concebían la vida los griegos presocráticos.

–¿No hay demasiadas mujeres en tu obra?

–¿Demasiadas comparado con qué? ¿Cuánto es demasiado? Yo pinto a Afrodita, a la belleza y al amor. Me interesa el mito del nacimiento de Venus y propongo un nacimiento nuevo. Hay varios cuadros míos que son no sólo nuevas versiones del nacimiento de Venus, sino reformulaciones del mito.

En uno de mis cuadros, Afrodita no nace de los genitales de Urano sino que es convocada por Hermes y Dionisio, que simbolizan el pensamiento consciente y racional y el desenfreno de lo pulsional, juntos ambos con las Carites, que son las tres gracias. Eso no sólo es una búsqueda meramente estética: propone una reformulación del amor y de la mirada sobre la mujer.

–Pero también otros títulos remiten al psicoanálisis.

–Sí, soy totalmente freudiano. Lo que pinto no son mujeres objeto porque son mujeres simbólicas. Lo que pinto son representaciones del deseo masculino, o quizás, de mi propio deseo, para no generalizar.

Por otro lado, mis cuadros son epifanías, son visiones, insights que luego son elaborados y están hechos a semejanza del inconsciente freudiano, es decir, están multideterminados, porque hay una gran variedad de influencia en mi pensamiento y construidos mediante la condensación y el desplazamiento. Condensación de elementos de diferentes épocas de la pintura y de elementos que aparentemente no están relacionados pero en el cuadro sí lo están, y desplazamiento porque cada ícono o cada cita o cada personaje remite a otro o un concepto determinado. Por ejemplo, si pinto a Inocencio X, estoy pintando un cuadro perfecto de Velázquez, a quien cito con absoluta admiración y sin nada de ironía, pero ese personaje es una representación de la Iglesia Católica, de la decadencia de la Iglesia, de cierta corrupción. Personalmente, no me interesa mucho explicar los cuadros porque entonces es como que te den la comida masticada.

El artista describe su trabajo creativo como la condensación y el desplazamiento de elementos de diferentes épocas de la pintura
El artista describe su trabajo creativo como la condensación y el desplazamiento de elementos de diferentes épocas de la pintura

–O sea que vos apuntás a que cada concurrente a tu expo saque sus propias conclusiones, que tenga pensamiento propio o, al menos, no demasiada influencia sobre él con tu arte...

–No exactamente. Lo que pretendo es que el espectador, luego del primer impacto de la imagen visual, que es el estético, cuando intente descifrar lo que supone que quiero decir, sienta que el cuadro es como una ecuación que pide ser resuelta por el entendimiento, pero eso no termina de pasar. Lo que pretendo es que se sienta que siempre hay una zona insdescifrable, porque eso es lo que te lleva más allá de la búsqueda de significado. Yo creo que esa es la función del arte, hacerte ir más allá de la necesidad de que todo” tenga una explicación”. Yo diría que “los árboles” de la lógica no te dejan ver “el bosque” de la obra.

–Si tuvieras que describirte dentro de una línea, una escuela, ¿cómo lo harías?, ¿cómo te definirías?

–Creo que cada pintor descubrió su vocación viendo algún cuadro que lo deslumbró. Yo siento una admiración enorme por pintores del barroco, pero también por las vanguardias del siglo XX. Y quiero pensar que mi trabajo está ligado a una tradición de pintura figurativa, que no se priva de reconocer sus influencias.

–Tu arte, podría decirse, busca cierta incomodidad en el que lo contempla, desea generar una necesidad de procesar esa información al mismo tiempo que existe una estética...

–Yo no hago un arte decorativo, lo que no quiere decir que no busque crear belleza, pero quiero que sea una belleza convulsa, como pedía André Breton. Yo quiero generar una belleza incómoda, a través de imágenes que entran bien a la mirada, porque las composiciones y la hechura del cuadro son bastante clásicas, pero los temas son un poco retorcidos y la lectura del cuadro nunca es lineal.

–Bueno, yo no pude evitar sentirme desafiado por los cuadros, como si se presentara una escena que hay que descifrar.

–La idea es que el arte verdadero es algo que bordea los límites de aquello para lo que no hay explicación o no hay palabras para definirlo. Cuando ves algunos cuadros que te generan una sensación entre placentera e incómoda, podemos pensar que se acerca al arte verdadero, que te genera una especie de ambivalencia entre placer e incomodidad, y te debe poner en una especie de cortocircuito emocional /intelectual. Y tenés que ser vos el que descifre la obra, no te la tiene que explicar el autor

–La definición de pop barroco me cierra pero ¿no son un poco mirando hacia el pasado?

–Es interesante la pregunta, y la respuesta es compleja. La respuesta es que sí, hay una mirada hacia el pasado que quiero rescatar. Primero, creo que ya se experimentó durante todo el siglo XX la rebelión contra la belleza académica, desde las primeras vanguardias, y a mi entender, la búsqueda en pintura, como modalidad de pintura, es decir el crear nuevos estilos, está agotada. Y si no está agotada, los resultados son superficiales. Pintores considerados actualmente, o exitosos en términos de popularidad, son francamente frívolos. O sea que para mí, el hacer pintura con una importate intención de crear belleza es una forma de rebeldía contra la enorme cantidad de arte mediocre que hay hoy en día.

–Sos muy duro con este concepto. ¿Qué arte rescatás de esa mediocridad y en todo caso, ¿por qué creés que se llegó a esta situación?

–Por otro lado, pienso que lo conceptual por lo conceptual mismo no sólo que está agotado como búsqueda sino que en general se generan obras aparentemente importantes cuya carga conceptual es francamente superficial, que son aparentemente llamativas pero que no dicen gran cosa, y que en general, están al servicio de una élite económicamente poderosa pero cultural e intelectualmente mediocre que es la que maneja los criterios estéticos de un mercado de arte que va paralelo a un mercado financiero, y que al lograr exorbitantes cotizaciones en un mercado inflado, termina imponiendo sus criterios estéticos. Como decía Marx, los valores estéticos dominantes son los de la clase dominante.

Alejandro Goldschwartz
Alejandro Goldschwartz

–Yo veo que tu obra tiene una aparente intención narrativa, que sin embargo resulta un tanto criptica.

–A mí me interesa crear un discurso espacial, estético, de lectura no lineal, es decir que no pueda traducirse a palabras fácilmente. Me interesa que el espectador sienta la dificultad de “explicar” el cuadro, porque eso lo va a llevar mas allá en su interrogación de la obra pues se va a sentir interpelado. La obra se presenta como un enigma a descifrar. Tiene algo que comunicar, pero hay que descifrarlo.

La idea es que la cadena significante, es decir, el intento de explicación de la obra, llegue a una especie de callejón sin salida, lo que va a propiciar que genere cierta incomodidad y el espectador pueda pasar a tener una experiencia de condensación visual que renuncie a “entender”, porque mi obra va dirigida a lo inconsciente, a movilizar las sensaciones que la composición y las imágenes conocidas generan en la emoción. Los cuadros pueden generar un cierta angustia o ser un camino a cierto éxtasis estético si atravesas la barrera del deseo de entender.

–O sea que, en cierta forma, pese a cierta complejidad de la obra, estás apuntando a todo tipo de público en la expo, si apelás a que el público, en el fondo, renuncie a “entender”...

–Por un lado, sinceramente, pinto para mí. El arte es una via de autoconocimiento. Como decía Picasso, el arte es una mentira para llegar a la verdad. Es un juego en el que se revelan elementos de la interioridad que no se expresan en palabras. Y en la medida en que se me revelan a mí mismo elementos desconocidos, siento que hay algo de universalidad en ellos y es recién ahí donde entra el espectador. No pinto para un público en particular. Pero hay una concepción del mundo y del ser expresada en mi pintura, y a veces estoy en ambos lados del mostrador, pues hay cuadros que sólo después de haberlos pintado, me di cuenta de lo que estaba diciendo. Y es en ese sentido que el arte es una vía de conocimiento, cuando sorprende hasta al propio artista.

*La muestra se puede visitar hasta el 2 de abril en la Galería Palermo H (Tucumán 712, CABA).

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