Ushuaia, la ciudad más austral de Argentina; un empresario chino que, además, es coleccionista de arte y novelista; y un cuadro que podría ser de Rembrandt. Todos esos ingredientes se unen en una historia movida por la “pasión” de Liu Zhijiang frente a quienes no creen que una obra del Barroco aparezca en el fin del mundo.
Como en Un cuento chino (2011), aquel entrañable filme del argentino Sebastián Borensztein, este relato podría estar en el álbum de noticias inverosímiles o inauditas que Roberto (Ricardo Darín) reunía con mimo y paciencia para, un día, releerlas y concluir que en el mundo, a veces, pasan cosas extraordinarias.
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Liu está convencido de que el cuadro que compró en 2020 en Buenos Aires, de autoría italiana según la ficha de venta, “es de él” y no solo pidió un análisis de pigmentos y busca la autenticación de instituciones como el Museo del Prado de Madrid o el Rijksmuseum de Ámsterdam, sino que plasmó su hallazgo en una novela, El primer amor de Rembrandt en San Telmo, y pretende convertirla en película. Enfrente, quienes expresan sus dudas sobre una obra inédita de Rembrandt Harmenszoon van Rijn (1606-1669), maestro del Barroco europeo. Por ahora, ninguna conclusión es definitiva.
En el fin del mundo
Rodeada por montañas y a orillas del canal de Beagle, Ushuaia es conocida como “la ciudad del fin del mundo”, pero también la del “comienzo de todo”. En esa ciudad de Tierra del Fuego, desde 1991 opera la empresa pesquera Prodesur, cuyo propietario es el ingeniero chino Liu Zhijiang. Él se instaló allí más tarde, “hace 22 años”, después de vivir en las Islas Canarias.
Pese a que coleccionaba objetos de arte en China, en los últimos cuatro o cinco años empezó con “la cultura europea” y, entre sus más de 200 cuadros, confiesa que atesora “pintura francesa, bastante española, italiana y alemana”, clásica y moderna.
Entre ellos, el que centra su atención y el que espera -si se confirma su sospecha- se convierta, de aquí a unos 10 o 15 años, en obra maestra de un museo de arte que construirá en Ushuaia: Encuentro de Jacob y Raquel en el pozo de agua.
“Es de él”. Así de firme se muestra Liu cuando se le pregunta por la presunta autoría del cuadro que él data en 1622-23. Su pesquisa comenzó cuando, “a la luz de la luna”, observó que la pigmentación del cuadro era metálica -”hoy la pintura se hace con química”, aclara-, por lo que empezó a hablar con expertos, entre ellos, Mercedes de las Carreras, jefa de Gestión de Colecciones del Museo Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires (MNBA).
“Ella me recomendó ir a la Universidad 3 de Febrero”, institución que restauró y analizó la obra, explica el coleccionista, quien comparte el informe, que confirma restos de zinc, plomo y ocre, pigmentos que coinciden con los empleados en el siglo XVII.
¿Un rembrandt en Ushuaia?
La escena bíblica que muestra el momento en que Jacob y Raquel se conocen ha sido representada numerosas veces en la historia del arte. De ellas, Liu resalta la del español Bartolomé Esteban Murillo, hoy en la Galería Nacional de Irlanda, pero considera que la del italiano Luca Giordano, en El Prado, es muy similar a su ‘Rembrandt’.
“Giordano era reconocido por imitar, él imita a los maestros e imitó dos pinturas de esta (escena). Por lo que estudié, por lo que leí, esta pintura pudo tenerla él”, asevera Liu, quien concluye para reafirmar su teoría: “No va a imitar a uno menos famoso que él, ¿no?”.
Una opinión tamizada presenta Ángel Navarro, investigador, docente y comisario del MNBA, quien cree, “sin haber visto la pintura”, que la temática no coincidiría con el momento artístico de Rembrandt. “Recién está transformándose, tiene obras interesantes, como una del (16)29, ‘Judas arrepentido’, que no tiene nada que ver con esta que es más bucólica”, comenta este experto en pintura neerlandesa.
Además, expresa su extrañeza por que no se sepa de obras perdidas con estas características, en particular por la labor del grupo The Rembrandt Research Project, que revisa minuciosamente su catálogo; por lo que, dice, “se hace difícil pensar que de repente aparece una obra de Rembrandt en Ushuaia”. Apunta que es preciso “emprender un estudio más profundo”, pues el análisis de los pigmentos apenas representa un 3-4 % del proceso de autenticación, siendo necesario un posterior “estudio estilístico”. No obstante, concluye, “es un caso interesante en el fin del mundo”. Mientras, Liu resume que “una cosa, si es real, va a ser real; si es mentira, va a ser mentira” y que “solo el tiempo” arrojará luz para discernir si hay un Rembrandt en el fin del mundo.
Fuente: EFE
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