La Inteligencia artificial llega al periodismo y genera un interrogante: ¿fin del oficio o partenaire ideal?

La irrupción del chatbot GPT en sus distintas versiones, encendió las alarmas en el mundo de los medios de comunicación. Algunos lo ven con entusiasmo, otros son escépticos. El futuro es incierto: esta historia continuará

Inteligencia artificial y periodismo: ¿crisis del oficio o partenaire ideal?

Fue en la Conferencia de Dartmouth, en Estados Unidos, año 1956, que John McCarthy —por entonces profesor asistente de matemáticas en el Dartmouth College— usó por primera vez el término Inteligencia Artificial. En ese momento el campo de investigación era amplio, confuso, apasionante. Se hablaba de las “máquinas pensantes”, de cibernética, de la teoría de los autómatas y del procesamiento complejo de la información. El año anterior a la conferencia había salido al mercado un control remoto llamado Flasmatic que causó un gran impacto: una evidencia más de las posibilidades de la tecnología para facilitar la relación de las personas con su entorno. El mundo era otro, si, pero ¿cuánto tiempo pasó desde los primeros que se sentaron en el sillón, estiraron el brazo y cambiaron de canal a tres metros del televisor y los que hoy, frente a una computadora o un celular, utilizan un chatbot para agilizar su rutina laboral?

ChatGPT es un chatbot desarrollado en 2022 por OpenAI que hace apenas unos días lanzó su última versión: GPT-4. Kevin Roose escribió en The New York Times que, así como “es un poderoso motor para la creatividad”, también “hay razones para temerle a GPT-4. Aquí va una: todavía no sabemos todo lo que puede hacer”. En el mundo de la comunicación cayó con esa misma ambivalencia. Algunos la ven con ojos entusiastas, otros abren el paraguas. Quizás la verdad —si es que existe tal cosa como la verdad— no esté en ninguno de esos dos extremos. Muchos periodistas la utilizan para agilizar su trabajo, para facilitar su rutina, sobre todo en tiempos en que la era del click parece exigir contenidos más estandarizados, más digeribles, más consumibles. El cruce entre inteligencia artificial y periodismo ya es un hecho innegable. ¿Estamos frente al asesino del oficio o a su partenaire ideal? ¿Qué futuro se vislumbra desde acá?

Un mundo más práctico

Desde España, Jorge Carrión es uno de los escritores que más ha indagado en el tema. No sólo en libros ensayísticos o en sus columnas periodísticas, también desde la ficción. En su último libro, Los campos electromagnéticos, programó un sistema GPT-2 de inteligencia artificial para que dialogue con otro, GPT-3, con el fin de generar dos textos literarios. Ahora, en diálogo con Infobae Cultura, reflexiona: “Yo diría que las redes neuronales de lenguaje natural van a sumir rápidamente la redacción de muchos de nuestros textos cotidianos, como los emails o los informes. También la redacción, en periodismo, de los textos que tengan que ver con resultados, como campeonatos de fútbol o premios de cine, series o música. En esos casos el periodista actuará como corrector, editor y verificador. También en reportajes que no sean de actualidad y en ciertos análisis, como los económicos o científicos, pronto van a ser muy buenos”.

La salida chatbot GPT-4 encendió las alarmas en el mundo de la comunicación

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Facilidades —¿no es acaso lo que todos buscamos?— para poder abocarnos a la importante. ¿Cuánto cambió el periodismo con la llegada de internet? Desireé Jaimovich, periodista especializada en tecnología —fue editora de la sección Tecnología en Infobae durante varios años—, probó varias veces ChatGPT: “Funciona excelente: redacta bien, es coherente e incluso se le puede pedir el tipo de texto que querés (guión, texto informativo, periodístico, etc.) y hasta el tono. Sirve para cuando hay que resignificar cables o gacetillas. Es un excelente ‘refritador’. Lo veo como un aliado cuando hay que salir de apuro o realizar esas tareas mecánicas pero no veo que vaya a reemplazar el trabajo periodístico más lindo y significativo y por esto me refiero a investigar, salir a la calle, buscar nuevas historias o ángulos novedosos. En todo caso lo veo como un aliado que nos libera de la tediosa tarea que muchas veces tenemos que hacer”.

Para Maxi Fanelli, periodista también especializado en la materia y fundador de la revista OverCluster, ChatGPT es “una herramienta bastante útil si hacés algunos comunicados de productos o de temas que no necesitás tanto aprendizaje y que tirándole los datos clave te puede solucionar y armarte una linda gacetilla. Creo que funciona más para prensa que para periodismo, porque te hace más un comunicado de prensa que una nota periodística. Va a ayudar mucho a las agencias de prensa o algunos periodistas, por lo menos a tirarte un puntapié”. Y agrega: “Te liberás de ese tiempo que antes tenías que sentar redactando todo en la nota base, en el comunicado base, y ahora vas a tener tiempo para buscar más información o para hacer más producción de campo. Es como la herramienta para desgrabar audios: después tenés que editar bien todo, pero en principio te re sirve”.

El toque humano

En 2019, un grupo de periodistas se reunió a pensar el asunto. La pregunta era: ¿cómo puede ayudarnos la inteligencia artificial a encontrar y contar mejores historias? Así nació la guía Inteligencia artificial para periodistas. Karen De la Hoz, que formó parte de su primera versión junto con Florencia Coelho y Mario Tascón, cuenta: “He estado utilizando ChatGPT para encontrar patrones, para hacer edición de textos, para revisar ensayos de postulaciones a becas, para que me sugiera bibliografía y en procesos de brainstorming. También lo he utilizado en tareas SEO y como editor de estilo”. Sobre eso escribió en Noches de Media. “Creo que una habilidad fundamental para interactuar con esta herramienta es aprender a escribir prompts, las instrucciones deben ser claras y precisas para conseguir lo que necesitamos. Por otro lado, el principal reto que encuentro es ético”, asegura.

“Creo que no es una herramienta que vaya a reemplazar al periodismo 100%, sino que va a ser como una ayuda o como un complemento. Hay cosas que antes te tenías que sentar, pensarlas y escribirlas y ahora te lo hace más rápido. Entonces lo podés usar como disparador para crear una nota o galletita, pero yo creo que el toque humano se lo tiene que dar uno”, asegura Fanelli. Insiste en que estamos frente a “una muy buena herramienta” pero que, como toda herramienta, por más buena que esta sea, tiene sus límites: “Yo creo que en el futuro la inteligencia artificial va a mejorar mucho más, no solo en la de texto, también en la de imagen, donde el cotenido que genera es muy oriiginal. Y se va a cruzar un montón con lo laboral de varios rubros, pero yo lo que veo es que va a ser una herramienta como hoy en día usamos Google o Wikipedia, una herramienta más, pero siempre uno, con su lado humano, le pone su impronta”.

Algunos la ven con ojos entusiastas, otros se mantienen escépticos. ¿Qué futuro se vislumbra desde acá?

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Subordinarse a la máquina

Si las nuevas inteligencias artificiales se basan, como dice el artista y escritor James Bridle, en la apropiación indiscriminada de la cultura existente, entonces ahí hay un límite. Nunca nadie, ni el mayor erudito, podrá almacenar en su cabeza tantas referencias como sí lo hace un programa. Si alguien quería darla, esa batalla, la de la acumulación del conocimiento, ya está perdida. En ese sentido, la inteligencia artificial se vuelve un partenaire. Sin embargo, al generar contenido tan sofisticado, algo en la tarea del periodista se modifica. ¿Y si ese algo ya ha sido modificado? Sobre la subordinación a la inteligencia artificial, Zlavoj Zizek escribió que “el problema no es que los chatbots sean estúpidos”, tampoco “que la gente tome a un chatbot por una persona real”. sino que “el verdadero peligro” es que “comunicarse con los chatbots haga que las personas reales hablen como chatbots”.

“Esto también implica un cambio laboral profundo”, dice Jaimovich. “Muchos periodistas están abocados a tareas que fácilmente puede hacer el ChatGPT u otras inteligencias artificiales de ese estilo. Con lo cual hoy más que nunca habrá que reconvertirse y volver a las raíces: investigar, entrevistar, buscar historias. Claro que es un desafío porque a veces no es fácil encontrar espacio para este tipo de tareas. Va a haber una etapa de transición en la cual los empleos se verán afectados: periodistas y redactores, pero también matemáticos y programadores. Hay oficios que serán automatizados y otros que no. También surgirán nuevos empleos. La gran pregunta es si serán los suficientes como para absorber a la gran masa de trabajadores que podrían quedarse sin trabajo. Yo creo que a futuro los gobiernos van a tener que replantearse una reforma provisional y laboral más grande. Cada vez le veo más sentido a la idea de un ingreso universal único”.

“Yo creo que todas las tecnologías usadas por alguien inteligente trae beneficios”, dice Mónica Maristain, periodista independiente y directora del sitio cultural maremotom.com, y agrega: “Al periodismo lo han juntado con tantas cosas, incluso con dinero, con corrupción, con personas que se enriquecen (los empresarios), así que a lo mejor, unido a la inteligencia artificial, tal vez aprenda a defenderse un poco más”. Para Jorge Carrión, “la vigencia del periodista humano estará en la crónica que reclame testimonio directo y sentidos. Y en todo aquello que precise de una mirada propia, editorial, como la opinión política, el perfil o la crítica cultural. De momento lo que más nos diferencia de ellas es que nosotros podemos escribir textos largos y con visión de conjunto. Nuestra capacidad de comparar y de abstraer”. Quizás, en el fondo, se trate de eso: de no automatizarnos nosotros.

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