Modelo matemático
En Análisis a gran escala del sesgo de género y el machismo en las letras de las canciones, Lorenzo Betti, Carlo Abrate y Andreas Kaltenbrunner estudiaron el tema mediante un modelo matemático financiados por distintas fundaciones de las ciudades de Turín, Roma, Tánger y Cataluña.
Emplearon técnicas de procesamiento del lenguaje natural para analizar 377.808 letras de canciones en inglés tomadas de Two Million Song Database (Base de datos de dos millones de canciones). Se centraron en las expresiones machistas a lo largo de cinco décadas (1960-2010) y midieron los sesgos de género. Usando un clasificador, identificaron letras machistas a una escala mayor que estudios previos que habían usado pequeñas muestras de canciones populares anotadas manualmente.
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Algunas de las múltiples conclusiones que arrojó el estudio son las siguientes:
—Los solistas están más representados por hombres que por mujeres, con más del doble del número de canciones.
—En particular, los rankings Billboard y Billboard top 10 muestran un fuerte aumento de canciones de artistas femeninas, entre 1980 y 1990, donde la fracción aumenta alrededor del 10%, y alcanza el 40% y el 50% respectivamente. Luego, durante la década del 2000 esta fracción volvió a disminuir a valores de mediados de los 80.
—El clasificador identifica 89.462 (23,7%) letras que contienen pasajes machistas. Los artistas y grupos tienen diferentes fracciones de letras discriminatorias: el 30% de las canciones de solistas masculinos son machistas, en comparación con el 16% al 20% de las canciones de los otros grupos de artistas.
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—Los artistas solistas masculinos tienen la mayor proporción de letras machistas en los tres subconjuntos (todas las canciones, las canciones en las listas de Billboard y las canciones en el Top 10). Curiosamente, esta proporción es mucho menor para los grupos compuestos solo por miembros masculinos.
—En un estudio limitado al año 2009, se demostró que las 10 listas de canciones principales tenían más probabilidades de contener contenido sexual en comparación con las canciones del mismo álbum del mismo artista que no ingresaron al top 10.
Volviendo a casa
Tal vez uno de los casos emblemáticos del machismo en la música popular vernácula lo protagonizó Cacho Castaña en los años setenta y ochenta con Si te agarro con otro te mato. La canción, una oda a la misoginia, comenzaba con esa frase y continuaba: “Te doy una paliza y después me escapo”. El tema fue lanzado en 1975 en el álbum que lleva como título el nombre del cantante y autor. Por esos años sonó profusamente en la radio y el sello Polydor se cansó de vender copias. La polémica recién estalló cuando, ya enfermo, el autor de Garganta con arena defendió su letra y los grupos feministas más extremos le saltaron a la yugular enfurecidos.
“Yo no estoy de acuerdo con la censura –dice Andrea Álvarez. Por qué le voy a pedir a Cacho Castaña que cambie, si él representa la voz de alguien. Por qué en cambio no escribo mis canciones que sean la voz de otras personas. Me parece absolutamente falso y careta bajar canciones que escribiste porque vos lo pensaste en un momento. ¿Cómo le van a pedir a los Rolling Stones que no canten Brown Sugar?, ¡déjate de joder!”, vocifera. De hecho la banda eliminó de su repertorio la canción, cuestionada por hacer referencia a la tortura y esclavización sexual de las mujeres afroamericanas. Otro desatino.
La autocensura aparece cada vez más frecuentemente y a veces son los mismos autores los que se arrepienten de sus creaciones. Es el caso de la banda mendocina Karamelo Santo, que en 2017 solicitó, a través de las redes sociales, que retiraran sus canciones machistas de la plataforma Spotify por considerar que ya no los representaban.
Algunos temas han sido quizás injustamente cuestionados, como Amor salvaje, de El Chaqueño Palavecino, que describe un amor fugaz, o Perra de Los Palmeras, que habla de un amor no correspondido (“Perra, perra, tú me abandonaste como a un perro”). ¿Son o no son? Es discutible.
Nadie en este mundo puede decir que Luis Alberto Spinetta haya sido un machista. Sin embargo Me gusta ese tajo y Nena boba no fueron sus más elegantes expresiones para referirse a una mujer. Mejor recordar a El Flaco con himnos al amor que siente un hombre por una mujer como Muchacha ojos de papel, Ana no duerme o Maribel se durmió.
En 1984 Charly García presentó Piano Bar en el Luna Park. Sus actitudes no eran del todo comprendidas en aquellas épocas. El hecho de que se pintara los ojos y las uñas era muy criticado. Hay un reportaje famoso en la revista Libre. En la tapa, Charly doblaba la apuesta y aparecía de costado, con los pantalones bajos, sentado en un inodoro. Durante la entrevista dijo que había tenido relaciones homosexuales, pero no físicas, y que su mujer le quitó el machismo pintándole los labios y vistiéndolo de mujer: fue un escándalo. El periodista Facundo Soto, fanático de García compiló todas las entrevistas gráficas, radiales y televisivas del músico y las resumió en un libro titulado Charly Queer. La homofobia es un hermano casi gemelo del machismo. Pero eso es harina de otro costal.
Andrea Alvarez no se siente bastardeada por ninguna canción. “Cuando algo no me interesa no lo escucho. No soy un buen ejemplo para eso. Si un tipo dice sos una perra no me está hablando a mí y no me interesa. Yo me siento bastardeada por la industria de la música, que es el enemigo mayor. Los tipos que manejan la industria son abusadores seriales, infelices que se hacen los inclusivos y no son inclusivos un carajo”, razona con vehemencia.
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Y continúa: “Más que nada lo siento como una batalla perdida. Las chicas llenan estadios y detrás hay gente que las usa. Mujeres y varones artistas, que se hacen las jefas y jefes de la nueva generación. Eso me hace peor que Cacho Castaña diciendo si te agarro con otro te mato. Ya estoy tan podrida del falso empoderamiento y el falso feminismo, que me dan ganas de hacerme una remera de Cacho Castaña, ponérmela y salir a la calle”, se ríe.
Reggaetón, rap y otras yerbas
Hablando de perras, en 2021 el videoclip de la canción Perra, del reggaetonero J Balvin junto a la cantante Tokischa, fue bajado de YouTube por su contenido sexista. Ese video mostraba a dos mujeres atadas con cadenas, orejas y nariz de perro, arrastradas por el piso. La vicepresidenta de Colombia, Marta Lucía Ramírez, y la consejera presidencial para la Equidad de la Mujer de ese país, Gheidy Gallo Santos, rechazaron el contenido de la letra. En una carta pública consideraron la pieza un “atentado contra la mujer” y “un ejercicio de violencia machista”. Además, criticaron que esas mujeres fuesen personas afrodescendientes.
La violencia contra la mujer está presente en prácticamente todos los géneros musicales. Pero el reggaetón es uno de los ritmos más apuntados –y también más escuchados– por tener una narrativa en la que las mujeres aparecen como objetos y propiedades de los varones, mientras ellos alardean de su dinero, fama y poder.
En el rap, en tanto, el término “woman” (mujer) prácticamente no se usa. Fue reemplazado hace muchos años por “bitch” (puta). Los ejemplos son tantos que mencionar unos y dejar afuera a otros sería otra enorme injusticia.
¿Será que los afrodescendientes descargan su bronca por la discriminación de la que fueron históricamente víctimas estigmatizando a la mujer? Tema para un libro. Pobre la mujer negra; doble víctima de la segregación.
Sin embargo, existe la mosca blanca en el género. El puertorriqueño Bad Bunny, el nombre artístico con el que se presenta Benito Antonio Martínez Ocasio. “Ese que llegó a donde llegó por desafiar al machismo con un estilo genderfluid”, como describió la revista Forbes.
El boricua ocupa la posición número diez entre los artistas mejor pagados del mundo. De acuerdo a Forbes, 2022 significó para el intérprete de Me porto bonito un ingreso de 88 millones de dólares. Es el único latino que aparece entre los primeros 100. Sus ganancias no solo provinieron de sus dos giras, El último tour del mundo y The World’s Hottest Tour , sino también de los patrocinios de importantes empresas, como Corona, Cheetos y Adidas, que adhieren a su postura antimachista como una estrategia de marketing. Algo podría estar cambiando.
La cumbia villera
La cumbia llegó a la Argentina desde Colombia en la década de 1960 y su ingreso al país no fue a través de las clases populares sino de la clase media. Recién en la década de 1990 comenzó la penetración del ritmo en los sectores bajos debido a la aparición de tecnologías que permitieron a los bolsillos más flacos acceder a los vehículos para producir y grabar música.
Surgió entonces la cumbia villera y con ella una caterva de expresiones misóginas y machistas de muy mal gusto. Pablo Semán analiza el fenómeno en un ensayo publicado por NUSO (Nueva Sociedad), titulado Cumbia villera: avatares y controversias de lo popular realmente existente.
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“Uno de los aspectos que más han llamado la atención en la cumbia villera ha sido lo que puede presentarse como la vulgaridad y el machismo agresivo de sus letras. Las canciones abundan en referencias a prácticas sexuales que suscitan sistemáticamente las siguientes interpretaciones:
—Tales prácticas expresan una imposición y una cosificación de la mujer o, en la interpretación más atenuada, una actividad femenina que solo se desarrolla en función del deseo masculino;
—Los sujetos que hacen estas referencias parecen dar vía libre a todo tipo de impulsos”, escribió Seman en 2012.
El pasado 5 de febrero se celebró la 65 entrega de los Grammys, y las mujeres dominaron la premiación por excelencia de la industria musical: se impusieron en más de la mitad de las 33 categorías totales. Dentro de las grandes ganadoras, estuvo Beyoncé, que se llevó las categorías Mejor grabación dance/electrónica; Mejor álbum de música dance/electrónica; Mejor interpretación de R&B tradicional y Mejor canción R&B.
Por otro lado, Adele ganó en Mejor interpretación solista pop; Taylor Swift se llevó el premio a Mejor video musical por su canción All Too Well: The Short Film, mientras que Rosalía obtuvo el premio a Mejor álbum latino rock o alternativo. Todas estatuillas importantes.
¿Algo cambió? Andrea Álvarez no compra ese caramelo: “Las mujeres se muestran en los premios de la industria totalmente incómodas, por decisión propia, aún en el día de hoy. Y se hace un bardo si Madonna se hace la cirugía, o no. No lo hace la gente, sino que lo genera la misma industria para promocionar productos. Podemos mencionar también el ejemplo de las bandas de K-pop de nenas, que son grandes y las producen aniñadas y sexuadas. Hay una industria totalmente ingrata. ¿Qué necesidad había de disparar a Rihanna, embarazada, al espacio en el Superbowl? ¿Con ella sola no bastaba? No, había que hacer algo especial. Si hubiera estado Prince tocaba y cantaba nada más. Y a nadie se le hubiese ocurrido proponer semejante despropósito”.
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