Mariano Tenconi Blanco, realidad, ficción y corrección política en el teatro contemporáneo

El dramaturgo y director, uno de los artistas más relevantes de la escena porteña, tiene en cartel tres obras que despiertan de todo menos indiferencia. “Juego al borde de la literatura y de la narrativa, pero no deja de ser teatro”, afirma

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Mariano Tenconi Blanco (Foto: Sebastián Freire)
Mariano Tenconi Blanco (Foto: Sebastián Freire)

Mariano Tenconi Blanco, con su compañía Teatro Futuro, estrenó en marzo Las ciencias naturales en el Teatro San Martín, segunda entrega de “La saga europea”. En paralelo, tiene también en cartel Las cautivas, en el Metropolitan Sura, y La vida extraordinaria, en el Teatro Picadero. Es uno de los dramaturgos más relevantes del teatro argentino contemporáneo y como tal, su obra cobra relevancia en cada función.

En Las ciencias naturales, un naturalista alemán (Agustín Rittano) viaja a Argentina junto a su secretario (Ariel Pérez de María) con la expectativa de encontrar el origen del ser humano. En paralelo a conocer caciques, tribus, caudillos y monjas (Juan Isola, Marcos Ferrante, Andrea Nussembaum, Gabriela Ditisheim), un diablo rockstar (también interpretado por Isola) irá llevándolo por el mal camino.

La escena se completa con un equipo artístico-técnico soñado: música en escena de Ian Shifres, escenografía de Rodrigo González Garillo, vestuario de Magda Banach, luces de Matías Sendón y coreografía de Jazmín Titiunik.

En diálogo con Infobae Cultura, Tenconi Blanco habló acerca de sus procesos de escritura, la forma de trabajo junto a la Compañía, el exitismo y la corrección política.

"Las ciencias naturales", el reciente estreno de 'La saga europea' de Mariano Tenconi Blanco que puede verse en el Teatro San Martín
"Las ciencias naturales", el reciente estreno de 'La saga europea' de Mariano Tenconi Blanco que puede verse en el Teatro San Martín

–Tenés tres obras en cartel: Las cautivas, La vida extraordinaria y Las ciencias naturales. ¿Cómo se conecta la última con las dos primeras?

–En las tres la ficción es lo central. Entre Las cautivas y Las ciencias naturales es más directo el enlace, porque forman parte de “La saga europea”. No son obras que narren la misma historia, por supuesto, pero sí que comparten el universo de investigación. En ambos casos hay cierta mirada respecto de la tradición literaria argentina, de su relación con la literatura extranjera y cierto afán de repensar algunos mitos literarios desde el teatro. En ese punto, el parentesco entre Las cautivas y Las ciencias naturales podría ser que en la primera aparecen la cultura francesa y el mito de la cautiva, y en la segunda la relación con la cultura alemana y el mito fáustico. Con La vida extraordinaria podría pensarse en la idea de la amistad, su lado luminoso en La vida extraordinaria y una versión más oscura en Las ciencias naturales. En esta última aparece la desigualdad, que son cosas que el amor y la amistad habilitan, aunque habría que ver si es fácil llevarlo adelante. Creo que ahí hay un punto de contacto.

"La vida extraordinaria", con Valeria Lois y Lorena Vega, va por su tercera temporada en el Teatro Picadero (Mauricio Cáceres)
"La vida extraordinaria", con Valeria Lois y Lorena Vega, va por su tercera temporada en el Teatro Picadero (Mauricio Cáceres)

–¿Cómo surgió “La saga europea”? ¿Cómo sigue?

–Empecé a escribir una obra que todavía no terminé, sobre un inglés que viene a Argentina a poner un teatro justo antes de que se desaten las invasiones inglesas. Había ahí un universo que me interesaba: cuando tuve esta idea, se me ocurrió otra, sobre un viajero tipo Darwin, y una tercera sobre una tribu que toma a una mujer blanca, europea, como cautiva. La cuarta obra podría ser en relación a la Divina Comedia y sus distintas traducciones, desde la de Bartolomé Mitre escrita desde la Guerra del Paraguay. Nos daban ganas de armar un conjunto de obras transversales, y en reunión con el Teatro San Martín, surgió la idea de estrenarlas en las distintas salas del complejo. Empezamos con Las cautivas en el Teatro de la Ribera y con Las ciencias naturales estrenó en el San Martín.

–En Las ciencias naturales aparece también una referencia a Hamlet. ¿Cómo te relacionás con el teatro clásico?

–De la mejor manera posible, digamos. Soy fanático de Shakespeare, lo leo y lo releo y no puedo creer que esa persona haya escrito eso. Por otro lado, me hace sentir infinitamente feliz leer esos textos y saber que forman parte de una tradición, que puedo dialogar con Shakespeare o con Goethe o con Sara Gallardo. Hay algo de la relación con los clásicos que para mí es fundante. Las ideas se me ocurren leyendo, de una manera tan intensa que a veces me olvido cuál idea es mía y cuál de lo que sea que estaba leyendo. Me gusta mucho trabajar con la tradición y generar nuevas operaciones sobre esos textos. Shakespeare es fundante, no solo en la manera en la que vemos y escribimos teatro sino en la manera en la que somos como seres humanos. Los griegos y Shakespeare nos atraviesan.

"Me gusta mucho trabajar con la tradición y generar nuevas operaciones sobre esos textos", afirma Mariano Tenconi Blanco
"Me gusta mucho trabajar con la tradición y generar nuevas operaciones sobre esos textos", afirma Mariano Tenconi Blanco

–¿Cómo y cuándo escribís?

–Todo el tiempo que puedo, de manera muy dispersa. Escribo en la computadora, con todo abierto: Twitter, Instagram, Spotify. Escribo en cuadernos, también, en algunas obras más y en otras menos. Me voy con los cuadernos a un bar. Tomo muchas notas cuando leo, anoto citas y de alguna forma después aparecen en los textos. Y viajando, también: Las cautivas la escribí en Ecuador, en un festival. Tenía un montón de cosas para hacer y que no hice, porque escribir es no hacer las otras cosas que podría estar haciendo. Mientras los otros profesores iban a una montaña con arroyos hermosos y nadaban y sacaban fotos, yo estaba encerrado escribiendo. Y corrijo un montón, también, aunque lo odio. Hasta el último día cambio cosas: agrego frases, clarifico otras, afino chistes. Los actores se prestan mucho a esas modificaciones.

–¿Y con la compañía, con Teatro Futuro, cómo hacés? ¿Llegás con el texto ya armado, les vas tirando ideas?

–Hablo mucho con Carolina Castro, la productora. La idea de la saga la pensamos con ella, yo estaba escribiendo la primera y fuimos pensando con ella con quién juntarnos, dónde se podían hacer. Pensamos mucho dónde, cuándo, con quién, a quién convocar para actuar, a quién para hacer el trabajo de diseño, cómo hacer la música en vivo. No solo para que materialmente existan, sino también porque nos gusta pensar a las obras teatros como operaciones culturales, nos interesa que se genere una movida que trascienda a la obra en sí. Nos importa mucho el teatro, queremos que tenga centralidad. Intentamos, por lo menos, crear eventos.

Queremos que la gente diga: “Lo que vos tenés que hacer en Buenos Aires es ir a ver esta obra”. Después, con Ian el diálogo es más sobre el material, una vez que está escrita la obra. Antes él componía bastante antes de empezar, pero ahora nos lanzamos cada vez más al ensayo. Sabemos que vamos a enganchar. Yo sé que el va a tocar algo que sirva. Lo que él toca al final de Las ciencias naturales lo modificábamos de ensayo a ensayo. Él es una bestia musical, tenemos un diálogo de una pareja de truco. No necesitamos ni hacernos las señas.

"En 'Las ciencias naturales' fuimos a fondo con la comedia, más allá de lo oscuro y la búsqueda por el origen del ser humano, o la masculinidad y la paternidad", dice Tenconi Blanco
"En 'Las ciencias naturales' fuimos a fondo con la comedia, más allá de lo oscuro y la búsqueda por el origen del ser humano, o la masculinidad y la paternidad", dice Tenconi Blanco

–¿Hay algún registro, algún género, que te resulte más cómodo?

–Creo que no. En el caso de Las ciencias naturales fuimos a fondo con la comedia, más allá de lo oscuro y la búsqueda por el origen del ser humano, o la masculinidad y la paternidad. Fue ir a fondo al exceso y al disparate. Lo que vengo investigando me funcionó, quizás desde el melodrama en La vida extraordinaria y en “La saga europea” trabajar con la literatura del siglo XIX, sea desde lo luminoso y el vínculo amoroso mítico en Las cautivas o desde lo feroz y lo oscuro en Las ciencias naturales.

–En las tres obras que venimos nombrando aparece el recurso de dos monólogos intercalados. ¿Qué te llama la atención de ese recurso?

–Presumo que tiene que ver con lo que tiene el teatro. Eso que no tiene necesariamente una novela, que es una historia contada desde distintos puntos de vista. Siempre juego al borde de la literatura y de la narrativa, pero sin que deje de ser teatro. Este recurso es una hibridación del teatro y la novela, de encontrar que haya más de un punto de vista en un registro más novelado. En Las ciencias naturales lo usé más manifiestamente, porque hay cosas que quiero que cuente Rudolph y otras que lo cuente Calixto. Podría tranquilamente haber sido solo uno. Tenía que contar la escena del descubrimiento, y me pareció que había que hacerlo con el doble diario. En Las cautivas me pasó algo parecido, quería que el milagro de cuando la india salva a la nenita, lo cuente la francesa, y viceversa.

Laura Paredes y Lorena Vega, las protagonistas de "Las cautivas"
Laura Paredes y Lorena Vega, las protagonistas de "Las cautivas"

–Juan Isola, como el Diablo, dice que “Ya no nos reímos de eso”, en referencia a lo falocéntrico. ¿Qué pensás de la corrección política en el humor?

–Me parece que está bien trabajar sobre lo que cada uno quiera, pero haciéndose cargo de las resonancias políticas que puede tener lo que uno produce. Me parece un equívoco cuando el lector o espectador confunde lo que dice una obra de ficción con lo que piensa el autor. En el teatro, lo que se dice es dicho por personajes. Si yo pongo un personaje que es un torturador, dirá lo que yo le atribuyo a un torturador. Después, me parece importante recuperar el lugar de la ficción. Siento que está desvalorizada, importa más la noticia, la realidad, los hechos, o que hay un culto al yo. En las redes sociales puedo mostrar qué desayuno y a la vez puedo hacer una obra de teatro sobre lo que desayuno.

Cada uno puede hacer como quiera, por supuesto, pero me parece un mal de época. Me parece interesante este lugar de la ficción de algo que no es real, porque hay actores disfrazados, pero a la vez tampoco es mentira, porque mientras dura, existe. Creo que es una forma para pensarnos en el mundo. A veces la corrección política está vinculada a no entender esa diferencia, a no entender que hay un juego que se llama ficción, y que tiene resonancias políticas y sociales pero es ficción. Es teatro, es una novela, se la lee de ese lugar. Sea para criticarla o no.

"Me parece un equívoco cuando el lector o espectador confunde lo que dice una obra de ficción con lo que piensa el autor. En el teatro, lo que se dice es dicho por personajes", dice el dramaturgo
"Me parece un equívoco cuando el lector o espectador confunde lo que dice una obra de ficción con lo que piensa el autor. En el teatro, lo que se dice es dicho por personajes", dice el dramaturgo

–Hay otra frase, de Rudolph, que me quedó dando vueltas: “No haber tenido éxito no es suficiente justificación para escribir poemas”. ¿Cómo pensás la relación éxito y arte?

–Son inquietudes que aparecen en la adolescencia. Tiendo a pensar que los que nos preguntábamos eso, era porque en algún punto no nos iba bien. Los raros, los feos, los tontos, los emo, los tímidos. A mí de adolescente no me interesaba la vida real, las chicas no querían salir conmigo, no me gustaba lo que hacían mis amigos. El viaje de egresados a Bariloche me pareció espantoso. En algún punto, las obras de arte fueron un refugio, no solo escribir y leer, sino también la música. Escuchar The Smiths, por ejemplo, fue muy especial para mí. Escuchar esas canciones te volvía lo más especial del mundo. Sigo teniendo la foto de Morrissey en mi habitación. La frase que recortás la dice un personaje que está en contra de la ficción, que obviamente no es mi postura. Si tuviera que hacer eco de esa frase, la ficción puede ser un lugar para los que no nos gusta la realidad. Calixto le responde con una frase que sí suscribo: “Quédese usted con la realidad, yo me quedo con la poesía”.

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