Depeche Mode, canciones de fe y devoción que desafiaron la muerte a lo largo de 30 años

La banda inglesa que masificó el tecno en los 80 y combatió demonios internos en los 90, a fuerza de rock electrónico, regresa con sus dos integrantes originales todavía vivos y un nuevo disco que anuncia la finitud de la existencia

Dave Gahan y Martin Gore en octubre de 2022, cuando anunciaron el regreso de Depeche Mode (Foto: REUTERS/Annegret Hilse)

Marzo es importante para Depeche Mode y sus fans. Este viernes sale a la venta su decimoquinto álbum (bautizado con el sugestivo nombre de Memento Mori, voz latina, “recuerda que morirás”), un trabajo cruzado por el dolor de la sorpresiva muerte de Andrew Fletcher, uno de sus fundadores, acontecida el 26 de mayo de 2022. La noticia del lanzamiento sorprendió y disipó las nubes instaladas sobre el horizonte de la banda que, amenazantes, anunciaban el desbande inminente.

Y también en marzo, pero el miércoles 22, se cumple el trigésimo aniversario del disco considerado por muchos como su obra maestra, el punto bisagra, el que partió en dos a la banda oriunda de Basildon. Songs of Faith and Devotion fue otro de los momentos en los que el dolor y la desesperación se hicieron presentes en Depeche Mode, un álbum que se corre del sonido modernista, un trabajo íntimo lacerado por las adicciones de algunos de sus miembros y por la guerra de egos que los dejó al borde de la separación. Durante la grabación de Songs of Faith and Devotion y los meses posteriores, Depeche Mode estuvo en terapia intensiva.

Martin Gore, Dave Gahan y Andrew Fletcher, la formación de Depeche Mode hasta hace poco tiempo atrás (REUTERS/Benoit Tessier/File Photo)

Un buen artista es quien traiciona a su público

A semejante frase de David Bowie podemos agregar que aquellos que recuerdan solo el pasado están condenados a repetirlo. Así lo entendió Depeche Mode, que a lo largo de su historia asumió el cambio como un signo de los tiempos. Influidos en sus inicios tanto por los alemanes Kraftwerk como el punk, desde su primer álbum Speak & Spell, Depeche Mode jamás perdió la elegancia y la sofisticación. Pasó de un synthpop bailable y alegre a un tecno oscuro (Black Celebration fue su pico dark); antes tuvo una faceta industrial que remite al brutalismo (Construction Time again y Some Great Reward parecen grabados dentro del acorazado Potemkin) y llegó al nuevo milenio nutriéndose de trip hop (el disco Ultra, de 1997, parece producido por Tricky, uno de los mejores exponentes de ese estilo). En palabras del crítico musical Simon Reynolds, el camino de Depeche Mode partió de algo inocuo e inofensivo y arribó a una sustancialidad imponente.

Depeche Mode - Walking In My Shoes

Fue a inicios de la década del noventa cuando la banda se quebró internamente. Music for the masses (1987), el doble en vivo 101, y sobre todo Violator (1990), son discos que comprimen en su sonido todo lo hecho en años anteriores. Con ambos trabajos, Depeche Mode dejó de ser una banda de espíritu underground y se subió al podio de los referentes ineludibles del panorama tecnopop y electrónico. Se distinguían por sobre Pet Shop Boys, The Human League y los mismísimos New Order. Entonces, teniendo en su carrera semejantes hitos, ¿por qué Songs of Faith and Devotion es considerado su magnum opus?

"Songs of faith and devotion", considerado por la crítica musical como la obra cumbre de Depeche Mode

Cabe destacar que la rúbrica de Martin Gore, David Gahan, Andrew Fletcher y Alan Wilder fue siempre ir de la mano de los sonidos de la época sin dejar de lado, jamás, su estilo moderno. Por esto quizás sea Songs of Faith and Devotion un disco tan renombrado, porque el espíritu de esos años discurría por caminos disímiles al estilo de la banda: a principios de la década del noventa, el grunge norteamericano rescataba las guitarras distorsionadas y la pesadez del blues blanco con velocidad punk. Interpelado por ese sonido, esto no pasó desapercibido para un Depeche Mode que encontró, de alguna manera misteriosa, que todo ese bagaje foráneo y totalmente ajeno se colara en su obra. La música es un ente vivo y como tal debe nutrirse del cambio para no caer en un abismo autocaníbal.

David Gahan durante la presentación de "Songs of Faith and Devotion"

Pero no sólo se trataba de música: el cantante David Gahan, recientemente mudado a Los Ángeles por el hastío de la convivencia con sus compañeros y las giras anteriores, había encontrado en bandas como Soundgarden, Jane’s Addiction y Nirvana una vía de escape a los samplers, los secuenciadores, las pistas múltiples y los sintetizadores. Tras su matrimonio roto, había cambiado las pastillas y la cocaína por la heroína, tan en boga por aquellos años. Del otro lado del océano, sucedía algo parecido: el compositor y multiinstrumentista Martin Gore pasaba sus días sumergido en litros de alcohol.

La clásica formación de Depeche Mode junto a Alan Wilder

La otra cara del subidón

Las sesiones de grabación de Songs of Faith and Devotion (primero en Madrid, después en Hamburgo) fueron insoportables, declaró en alguna entrevista Alan Wilder, el otro cerebro de Depeche Mode. A las apariciones esporádicas de un David Gahan en modo rockero y cada vez más errático, se le sumaba una lucha de poder con Martin Gore. Andrew Fletcher se mantenía al margen, y sólo intercedía cuando la situación así lo requería.

La presión por repetir el éxito de Violator, el trabajo anterior, se iba alzando como un ente kármico y fantasmático difícil de manejar. A veces trascender puede significar una caída posterior y como suele suceder con muchos artistas, repetir fórmulas para la condescendencia con el público es el camino más fácil. El prestigio arrollador de las canciones de aquel disco (”Personal Jesus”, en la que ya se prefiguraba un tecno rock a seguir, “Enjoy the Silence”, “Policy of Truth”, “World in my eyes”), había dejado la vara a alturas ciclópeas.

"Songs of Faith and Devotion" es el octavo álbum de la mítica banda británica

Estética y sonoramente el disco demuestra un equilibrio perfecto. Depeche Mode, y sobre todo Gore y Wilder, logran que la impronta mecánica y moderna que siempre caracterizó a la banda conviva con un sonido más sanguíneo y orgánico producido por las influencias del rock alternativo. Hay dos puntos a destacar a los largo de las diez canciones del álbum: por un lado, la abundancia de semitonos en las armonías, lo que le da un aire triste y desahuciado en varios pasajes; y por el otro, una mayor utilización de instrumentos tradicionales. La guitarra de la canción “I feel you” es la mejor muestra. Lo mismo sucede con las baterías de todo el disco, que fueron tocadas en vivo en el estudio para luego someterlas a filtros y procesos digitales.

Gahan, que se había mudado a Los Ángeles previo a la grabación de "Songs of faith and Devotion", encontró en el sonido grunge de Soundgarden, Jane’s Addiction y Nirvana una vía de escape a los samplers y los sintetizadores. (EFE/Hugo Marie/Archivo)

Hay una tristeza subliminal que acecha a lo largo de todo el disco. La atmósfera claustrofóbica es palpable desde la primera escucha. También se percibe el hastío y el estado de lasitud que atravesaban sus miembros. El factor humano está muy presente, algo bastante peculiar para una banda como Depeche Mode. Habrá que esperar hasta Delta Machine, de 2013, para que esto aparezca de nuevo. Songs of Faith and Devotion fue un disco sumamente disruptivo para una banda que no se conformó con el camino que venía haciendo. Sin embargo, a pesar de la buena acogida que tuvo, después del Devotional tour y el Exotic tour que los trajo a la Argentina por primera vez en 1994, Alan Wilder dio un portazo, harto de todo y de todos. Como dato de color, la gira de promoción del disco es considerada por muchos como la más salvaje de la historia del rock.

Un tratado de fe, religión, dolor, Sodoma y Gomorra

Songs of Faith and Devotion es un disco para bailar sin ganas, es la biblia negra en la discografía de la banda. Comprime todo lo hecho anteriormente, lo digiere y lo vomita en forma de redención. Hay un momento preciso en el que los grupos de música se transforman en lo que son y en el que todo lo hecho con anterioridad es visto como un camino de preparación. El tiempo comprendido entre Violator y el lanzamiento de Songs of Faith and Devotion es ese momento en la historia de Depeche Mode.

Abre el disco “I feel you”, con un riff de guitarra que hace pensar en una continuación del éxito de 1990, “Personal Jesus”. Destaca “Condemnation”, un lamento acerca del amor, con un piano tocado por manos de hierro y un canto gospel, que además de recurso estético podría ser un recordatorio de la fe que se pierde. El tono sepia del video dirigido por el director y fotógrafo Anton Corbijn son parte necesaria de la imaginería casi medieval del disco, que también se aprecia en el clip de “Walking in my shoes”. Y es justamente en esta canción en la que la banda pide un poco de comprensión (cualquiera sea el objeto a exorcizar) y reclama ponerse en el lugar del otro como forma de entendimiento. Títulos como “Mercy in you, Judas” (las gaitas escocesas nos traen los espadazos de libertad de William Wallace en Corazón Valiente), “Higher love” y el lado B, “Death’s door”, son más que elocuentes acerca del proceso que atravesaban sus miembros. Solo será en “In your room” y “Rush” cuando Depeche Mode vuelva tímidamente a las pistas.

Depeche Mode en vivo

De existir un museo del rock, en la colección permanente dedicada a la década del 90, Songs of Faith and Devotion tendría un lugar destacado. Como uno de los pináculos que definieron el premilenio, conviviría con Nevermind (Nirvana), con Definitely Maybe (Oasis) y Mezzanine (Massive Attack), con Loveless (My Bloody Valentine), OK Computer (Radiohead) y tantas más obras destacadas.

Depeche Mode - Ghosts Again

Fantasmas nuevamente

Eran cuatro, después de la guerra quedaron tres y hoy son solamente dos miembros acompañados de músicos sesionistas. Ya sin Andrew Fletcher, Memento Mori tendrá doce canciones de las que se desprendió el primer corte, Ghosts Again, cuyo video nuevamente dirigido por Corbijn muestra a Martin Gore y David Gahan jugando un partido de ajedrez, imagen en blanco y negro que nos recuerda la disputa entre la vida y la muerte de El séptimo sello, de Ingmar Bergman.

En su sitio web oficial, Depeche Mode describe el disco como una expansión del sonido y las texturas que podrían ilustrar los diferentes estados de ánimo. Desde su apertura hasta el final del disco, dicen, es un camino por el que desfilan la paranoia, la alegría, la tristeza y la nostalgia. Ansiosos, el próximo 22 de marzo, en un nuevo acto de fe, podremos comprobarlo.

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