“Sun & Sea”, ópera en loop sobre el cambio climático

La obra premiada en la Bienal de Venecia se presenta en Colón Fábrica, con un curioso presupuesto: observar un día de playa cualquiera. “Hay un entorno liviano, pero se comienza a sentir la catástrofe”, anticipa una de las autoras

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La obra lituana "Sun &
La obra lituana "Sun & Sea" se presenta en Buenos Aires por cuatro únicas funciones (Foto: Neon Realism © Courtesy of the artists)

“La gente ha estado planeando todo el año sus diez días de vacaciones. Ahora, sentados todo transpirados en la sala de espera del aeropuerto, la arena dorada y caliente solo existe en el folleto”.

La particularidad de las playas en general es que condensan dos realidades aparentemente contradictorias: por una parte, el contacto con la naturaleza es directo. Pero a la vez, es uno de los focos más explotados por el turismo capitalista como destino vacacional.

En medio de la ola de calor llegan a Buenos Aires desde Lituania Rugilė Barzdžiukaitė (dirección y diseño de escenografía), Vaiva Grainytė (libreto) y Lina Lapelytė (composición y dirección musical) para presentar la instalación-ópera-performance que ganó un León de Oro en la Bienal de Venecia 2019. Sun & Sea se estrena este jueves y tendrá funciones el viernes 17, sábado 18 y domingo 19, en 4 funciones por día.

Las creadoras, de arriba abajo:
Las creadoras, de arriba abajo: Lina Lapelytė, Rugilė Barzdžiukaitė y Vaiva Grainytė (Foto: Andrej Vasilenko © Courtesy_ The Artists)

La instalación se realiza en loop, sobre toneladas de arena, y reproduce el escenario de un típico día de playa… Solo que, además, los performers son cantantes, y mientras cada uno sigue desarrollando sus actividades, sus voces, a veces individuales y a veces en coro, acompañan y arman una escena que no es tan vacacional ni despreocupada como a un turista le gustaría. Mientras, los espectadores pueden recorrer la instalación y verla desde diferentes puntos. Esta obra inaugura la temporada Colón Contemporáneo, y sucederá en Colón Fábrica, en Av. Pedro de Mendoza 2163, a metros de Caminito, barrio de La Boca.

¿Cómo hablan los artistas del cambio climático, del humanismo arrasador, de la globalización ridícula, del consumo, sin convertir su obra en una consigna política? Mientras toman sol, lánguidos, entre lecturas livianas, protector solar, comida y actividades típicas de playa, la música y especialmente las voces, cobran volumen. Siempre bajo soles artificiales (la performance se despliega en lugares techados), los performers lituanos alternan entre temas banales y pequeños comentarios, casi al pasar, sobre los problemas actuales de un Occidente globalizado: “Serotonina de Ecuador”, canta el filósofo con ironía, refiriéndose a las bananas que exporta Ecuador a todo el planeta todo el año. Además, la instalación cuenta con actores locales que hacen de turistas silenciosos.

“¡El mar nunca tuvo tanto color!”. ¿Y dónde está ese color? En las botellas brillantes y las bolsas de plástico. Pero lo que saca a la obra de ser una consigna política es su lado más frívolo: mientras una de las hermanas se pregunta por un mundo sin plantas, los otros toman sol, se ponen protector, y los niños juegan en la arena como lo haría cualquiera en la playa. Es entre sueños, reflexiones internas y comentarios típicos de las vacaciones que emergen de manera sutil e imperceptible los problemas que resultan de un mundo exhausto, que no para de trabajar y de contaminar, y que termina tirado sobre la arena rodeando de gente, creyendo que así va a descansar. Es a través de lo que se ve y lo que se escucha que Sun & Sea refleja una trama surreal tan extraña como atractiva.

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"Sun & Sea" es una obra que monta una playa en una puesta surrealista (Foto: Evgenia Levin. Courtesy of the artists)

A diferencia de la mayoría de las performances, donde el público está al mismo nivel del suelo que los actores, en este caso los espectadores están por encima. Desde la perspectiva del sol o, también, desde la perspectiva de Dios. Un dios que ve, juzga y actúa en consecuencia. Parte de lo interesante de la obra es que pone al público en un lugar de superioridad, dándole la distancia y el poder necesarios para no sumergirse demasiado en ese estado letárgico.

Entre los sombreros, máscaras, trajes y bustos gigantes de la fábrica del Teatro Colón, Infobae Cultura dialogó con Rugilė Barzdžiukaitė (dirección y diseño de escenografía) y Vaiva Grainytė (libreto), dos de las tres creadoras de Sun & Sea.

—¿Cuál es el concepto de la obra?

—RB: Es una performance ópera, en la que el mayor asunto es el cambio climático, pero no es una crítica directa. Es un mosaico de diferentes historias, y si se ven solo fragmentos, uno no adivinaría ni siquiera que es acerca del cambio climático.

—VG: Sun & Sea muestra una típica situación de vacaciones, está lleno de gente con toallas coloridas. Uno cuenta sus sueños, otro se queja de los perros. Son diferentes historias que a su vez se unen, de alguna manera, en otras narrativas más globales, cósmicas. Además, todo está visto desde arriba, lo cual es bastante raro para una ópera. El problema del cambio climático se introduce de una manera muy sutil, con ironía y melancolía.

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"Sun & Sea" es una ópera que es vista desde arriba, desde la mirada del sol, o de Dios (Foto: Andrej Vasilenko © Courtesy_ The Artists)

—¿Cómo hicieron para que el cambio climático no se impusiera sobre toda la obra y solo apareciera subrepticiamente? ¿Fue una preocupación?

—RB: Sí, desde el principio dejamos claro entre nosotras que la obra no debería ser didáctica y marcamos los elementos que queríamos evitar.

—VG: Fue un gran desafío ver cómo íbamos a hablar de eso directamente. Sabíamos que si lo hacíamos directamente íbamos a repetir la información que leemos todos los días, las fotos de los incendios y las alarmas por la polución. Cuando trabajamos en la dramaturgia, no usamos la palabra “plástico”, por ejemplo, como para evitar esa dirección. Se ve la polución expuesta de otra manera, fuimos muy cuidadosas en la búsqueda del lenguaje. Y además, la música es como una canción pop liviana. Entonces, en Sun & Sea se arma una paradoja: hay un entorno liviano, pero se comienza a sentir la catástrofe.

—El cambio climático, el antropocentrismo y la globalización son temas de la obra. ¿Con qué causas se sienten identificadas?

—RB: Yo creo que cuanto menos consumo, mejor. Pero lo que sostenemos en la teoría y en el trabajo a veces es contradictorio, y nos cuesta llevarlo a cabo en la vida real. Por ejemplo, volamos hasta acá para mostrar esta obra a costa de una huella de carbón enorme.

—VG: Podríamos evitar volar en avión y no mostrar la obra, y solamente vivir en los bosques y ser activistas, pero también estamos a favor de trabajar y combinar nuestros trabajos, que vienen de diferentes campos. Para nosotras, era importante hacer un producto con alta calidad estética, pero el mensaje también es importante y también cómo es transmitido.

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El cambio climático es uno de los temas que se esconden detrás de la preocupación de la obra, pero sin ser mencionado explícitamente para no caer en lo didáctico (Foto: Andrej Vasilenko © Courtesy_ The Artists)

—¿Cuál es el motivo por el que Sun & Sea es en loop?

—RB: Debería ser leído como un largo día de playa. Y así los performers, a medida que pasa el tiempo, están más cansados, los niños comen más azúcar y se excitan, alguna vez pasó que un performer se quedó dormido antes de empezar su solo… Y se despierta para comenzar su solo. Es el flujo natural del día.

—Entonces, la obra se repite.

—RB: Sí, se repite el libreto. Pero las acciones son siempre diferentes.

—¿Va a haber un perro, como en las otras ediciones?

—RB: Esperamos que sí, porque hay una parte del guion que lo necesita.

—¿Se sienten cómodas con la manera en que el trabajo femenino es recibido en el mundo del arte performático?

—RB: Tenemos una manera muy horizontal de trabajar, no jerárquica y no como solía ser. La imagen del hombre director por encima de los demás colaboradores, o en la ópera, donde hay diferentes jerarquías, la rompemos completamente, porque todas nuestras voces son iguales. No tenemos una manera patriarcal de trabajar. Además, la estructura de la obra es muy horizontal, pero no hay un solista o un protagonista, sino que todas las voces son parejas.

"Sun & Sea" recibió un
"Sun & Sea" recibió un León de Oro en Venecia, en la imagen, sus creadoras, Rugilė Barzdžiukaitė, Lina Lapelytė y Vaiva Grainytė (Foto: Rasa Antanaviciute)

—¿Cuáles son las condiciones que necesita el lugar en el que se realiza Sun & Sea?

—RB: El balcón es fundamental, e idealmente buscamos no tener que construir nada para la obra. Así, el factor sorpresa del público es más grande, porque no ven que esa estructura es parte de la obra. Aquí es diferente, porque tenemos un entorno surreal, e histórico de la ópera del Colón Fábrica. Eso es un compromiso para nosotras.

—¿Por qué el público ve la instalación desde arriba?

—RB: Fue una idea que estuvo desde el principio, la idea era que hubiese una visión cósmica. No es una vista de cerca, sino una vista más amplia que permite mirar a la humanidad en general. Es el ángulo desde el que usualmente miramos a especies más pequeñas. A los insectos los miramos desde arriba, y en este caso queríamos que se viera nuestra propia especie desde arriba. Y aquí es donde, si hubiera, está la jerarquía que existe en Sun & Sea.

—¿Esta condición afectó al libreto?

—VG: No especialmente. Pero sí sucedió que buscamos a los cantantes antes de que estuviera escrito el libreto. Cuando hicimos audiciones y conocimos a diferentes personas, yo recién estaba leyendo sobre ecología y extinción. Y el trabajo que se hizo con esa gente tan especial fue muy sincrónico con respecto a sus personajes, y eso inspiró el texto. Lina [Lapelytė] hizo un trabajo colaborativo con cada cantante. Cada canción, desde la música y desde el texto, está elegida para cada performer teniendo en cuenta su voz y su presencia. La melodía de la Señora Quejosa, por ejemplo, que cuenta sobre los diferentes hongos que encuentra en diferentes temporadas, también representa su personaje.

En la pieza "Sun &
En la pieza "Sun & Sea" se respetan los tiempos reales, por ello se hace en loop (Foto: Evgenia Levin. Courtesy of the artists)

—¿Qué les genera realizar esta performance en América del Sur?

—VG: La crisis climática se expresa más, así que estábamos muy intrigadas por saber cómo iba a ser recibida por la gente. Hay una línea del libreto –“No hay más agua en mi botella”– que puede ser una frase trivial, pero en los distintos países puede tener otras connotaciones.

—RB: Sí, y la situación de consumo de recursos naturales también está presente sutilmente en la obra. Cuando estuvimos en Chile, vimos cuán presente estaba el problema de la minería y cómo afecta al uso de agua. En Chile invitamos a una cantante mapuche, y ella cantó esa línea, “No hay más agua en mi botella”, en mapuche. Tratamos de incluir a alguna cantante mapuche en Buenos Aires, pero nos cuesta encontrar una, porque hay menos que en Chile.

—Pensé que los locales no cantaban.

—VG: Sí, en general no lo hacen, fue excepcional. En Estados Unidos tuvimos que contratar a alguien porque hubo uno de los cantantes originales que no obtuvo la visa. Rugilė encontró a alguien cantando en la calle y dio la coincidencia de que era una cantante profesional y podía sumarse. En Israel, también cantó un cantante de Palestina, que cantó en árabe la frase de “No hay agua en mi botella”.

—RB: Fue muy sutil pero muy importante, porque en Palestina tienen el acceso al agua bloqueado. Y el problema mapuche de América del Sur también tiene mucha relación con el bloqueo de recursos naturales para ellos.

—¿Qué lugares o actividades las llevan a pensar, a tener ideas?

—VG: A mí, pasar tiempo en la naturaleza me ayuda a descansar y recargar energía.

—RB: A mí, también, pero además, participar en la realidad. También hago documentales, y observar es el primer paso. Hoy, por ejemplo, tuve una mañana hermosa, porque descubrí Buenos Aires mientras la gente dormía. Estuve tres horas corriendo y paseando por la ciudad, y eso fue inspirador.

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