Paladium fue un emblema de la Ciudad de Buenos Aires y de su cultura. No fue solamente un boliche o un lugar donde se realizaban fiestas. Estaba ubicado sobre la calle Reconquista al 945 en el bajo porteño donde en los años 80 se concentraba gran parte de la movida artística. Tenía la particularidad que siempre pasaba algo nuevo.
Por sus espacios desfilaron diferentes tipos de personajes. Todos querían estar ahí para, desde actores cómo Ricardo Darín o Alberto Olmedo, deportistas como Guillermo Vilas y Claudio Caniggia, músicos, como Charly García o Fito Páez, personas de las artes plásticas como Marta Minujín o Renata Schusheim. Hasta un día contaron con la presencia del reconocido diseñador francés Jean Paul Gaultier. En un mismo espacio podían comulgar diferentes clases sociales y fue un refugio para quienes tuvieron la oportunidad de visitarlo.
“Paladium, lo mejor del Tercer Mundo”, anunciaba un aviso que publicita el espacio en diferentes medios de comunicación. Abrió sus puertas a finales de los años 70 en un lugar enorme donde estaban las usinas de electricidad para los tranvías y tenía una capacidad para dos mil personas. Su dueño y creador fue Juan Lepes que venía del Instituto Di Tella y a su vez es el padre Narda Lepes. La reconocida chef es muy recordada por los artistas que pasaron que se presentaban ya que se la podía ver paseando por los pasillos cuando no llegaba a ser una adolescente.
En su escenario y sus espacios estuvo gran parte del mundo de la cultura de ese momento. Allí tocaron bandas como Virus, Soda Stereo y acontecieron los dos inolvidables shows de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota donde presentaron Oktubre, su segundo disco de estudio, en 1986. Tenía las características de una discoteca pero contaba con ciertas otras particularidades. Mientras pasaban música, la actual curadora y directora de teatro, Vivi Tellas, programaba cortos y videoclips de directores de cine que ahora son grandes referentes del audiovisual argentino.
“Creo que había un ambiente con libertad pura y a la vez se sabía que iba a ser un lugar seguro para desplegar esa libertad, o sea, esas dos cosas que pueden sonar contradictorias. El lugar permitía que pudieras hacer lo que quisieras siempre y cuando no fuera en perjuicio de los demás”, resaltó Willy Lemos, una de las figuras que se presentaba cada noche en el lugar.
En una de las esquina se las podía ver a Alejandra Flechner y a María José Gabina, dos de las Gambas al ajillo, luchando con barro semidesnudas, o a Pía Uribelarrea colgaba del aire vestida de Marilyn Monroe, o los Bottom Tap, el recordado grupo artístico de Aníbal Pachano y la bailarina Ana Sans. También, entrada la noche, se escuchaban a los Caviar, el grupo de Jean Francois Casanovas, haciendo sus playbacks. El plato fuerte era la performance de Willy Lemos que cada noche hacía de anfitriona, convirtiéndose en una de las primeras drag queen del país. Allí dieron sus primeros pasos Dicky James, el creador de La Organización negra, De la Guarda y Fuerza Bruta, quien demostraba sus destreza colgándose de las distintas columnas y a su vez hacía de Palito Ortega en la guerra de boleros donde Lemos interpretaba a Violeta Rivas. En otros rincones podías encontrar maquilladores para lookear a los asistentes y hasta astrólogas que también tiraban las cartas.
“Juan Lepes fue quien me hizo la propuesta para crear mi espectáculo allí. Al principio, no terminaba de entender el trabajo porque en esa época, a mediados de los años 80, no era común que un actor hombre compusiera mujeres en una discoteca. Cada viernes y sábado iba creando a una mujer diferente. Además, me dio la oportunidad de convocar a mis amistades a hacer shows: entre ellos las Gambas al ajillo o Dicky James. Fue una satisfacción muy grande y la gente esperaba el momento en que se prendía una luz y bajaba. Fue muy importante afectivamente para mí, el trabajo me salvó la vida. No había nada improvisado, llevaba su trabajo. En la semana nos reuníamos a la tarde para ver y gestionar qué íbamos a hacer”, contó Willy Lemos a Infobae Cultura sobre su experiencia de formar parte de ese espacio.
Si bien había otros espacios como el Parakultural, Café Einstein y Cemento eran otra cosa. Paladium era un faro de la noche porteña, donde se mezclaba vanguardia y mainstream. Se vivía con una intensidad marcada por la incipiente democracia que permitía libertades que se derivaron en una actividad artística con lenguajes disruptivos, algo que muchos llamaron una movida de “destape”.
“Es muy difícil explicar qué pasaba ahí porque era un lugar que hoy no existe, que no volvió a haber uno igual como referencia. Era un lugar donde pasaba todo el tiempo algo. Además de la discoteca, había maquilladores, había DJs que pasaban los vinilos y podías encontrarte a una gran cantidad de artistas y gente del espectáculo. Todos querían estar. Eso le daba un estilo inigualable porque no era un boliche gay, tampoco era under, o hippie era una mezcla muy difícil de entender pero la pasamos bárbaro. Una de las cualidades que tenía era que había gente de todas las edades. Fue único y maravilloso”, rememoró Lemos.
“Fue un lugar que dejó una marca. Era un lugar que condensaba la época de la primavera alfonsinista donde había mucha libertad. Encima los dueños no eran empresarios de la noche, sino amigos que buscaban divertirse. Lo hacían para pasarla bien y no porque era un negocio. El negocio sin embargo funcionó porque la gente volvía y le encantaba el lugar. Todas las noches eran diferentes, no sabías con que te ibas a encontrar. Creo que Paladium recuperaba todo el espíritu del Instituto Di Tella y lo lleva al mundo nocturno, con cosas muy vanguardistas”, comenta a este medio Francisco Novick, director de cine que está realizando un documental sobre Paladium.
Cuando Paladium se transformó en un set de filmación
A mediados de 1987, Fito Páez lanzó Ciudad de pobres corazones, su álbum más catártico. En paralelo, se filmó la versión cinematográfica del álbum dirigida por Fernando Spiner. Fue una idea totalmente novedosa ya que nunca se había filmado una pieza de ficción musical dentro del rock argentino. El músico interpretaba sus temas y actuaba junto a numerosas figuras de la cultura. El lugar elegido para filmarlo fue Paladium.
“Conocí Paladium en el 86 cuando volví de Roma, donde estaba estudiando cine. Empecé a frecuentar porque ahí Vivi Tellas se encargaba de programar cortos y ella eligió muchos míos. Mientras sucedían las fiestas en unas pantallas que había en el techo pasaban las piezas audiovisuales sin sonido. Tenía varios que eran ideales para eso, porque la banda de sonido era la música que se estaba escuchando. Estaba muy bueno porque también había muchas performances, acciones teatrales y todo sucedía un poco al mismo tiempo mientras era como una especie de discoteca. Era un poco un resumen de lo que era la noche porteña de esos años 80″, contó Fernando Spiner, director del proyecto audiovisual.
La idea de la grabación en video de álbum ya estaba encaminada y mientras estaban buscando locaciones apareció este boliche del centro que todos conocían y nadie dudó que era ideal. “El núcleo grande de Ciudad de pobres corazones, de Fito Páez lo filmamos ahí. Fue una producción bastante ambiciosa ya que nunca se había hecho un vídeo de larga duración del disco de un músico y a la vez esto coincidía un poco con la vanguardia del vídeo”.
“Teníamos que encontrar un lugar que tuviera diferentes espacios para que pudiéramos aprovecharlos todos concentrándose en un solo espacio. Ahí surgió la posibilidad de ir a Paladium donde podíamos armar la producción, un cuarto de vestuario y de maquillaje. Además, teníamos el escenario y teníamos distintos ámbitos y niveles como para que tuviera una dimensión y un despliegue de lugares diferentes sin movernos ni un mismo lugar. A la vez era un lugar emblemático de la noche de Buenos Aires de esos años. Cargaba al trabajo que estábamos haciendo de una energía y de una mística acorde a lo que queríamos hacer. Con la gente de Paladium hubo una buena predisposición porque lo que estábamos haciendo era bastante de vanguardia como la lógica misma del lugar”, aclaró Spiner.
Además, el director encontró una cercanía muy profunda que unía a ambos proyectos: “Creo que el video de Fito refleja mucho lo que era Paladium ya que como pasaba allí cada noche, nuestra película tuvo performance de teatro, danza, música y se participaron personajes del underground de la noche porteña como Diana Sheimblum, Fabiana Cantilo, Luis Ziembrowski, hasta Luca Prodan tuvo una aparición”.
Esta noche durará para siempre
Francisco Novick, miembro del colectivo audiovisual Colectivo Rutemberg, está a cargo de la dirección del documental Una noche en Paladium. Sus motivaciones tienen su costado personal ya que es el hijo de José Luis Novick, uno de sus fundadores. Él busca recrear un espacio que fue símbolo de la cultura porteña en los ochenta.
“Creo que tengo esta idea de hacer el documental desde que tengo uso de razón. Mi papá fue uno de los fundadores pero en mi casa no se hablaba mucho del tema. Él no se dedicaba a eso, sino que dio la casualidad que él era amigo de un grupo de gente bohemia que querían abrir un boliche. Me di cuenta que era una historia muy interesante ya que era un lugar muy particular que se distinguía del resto. Había una historia familiar pero también de una generación. Lo particular de Paladium es que era un lugar gigante como un mini Luna Park, sin embargo albergó a toda la cultura under de los años 80. Lo defino como el lugar más grande del under o el más chico del mainstream. Estaba lleno de historias increíbles”, comentó Novick sobre las motivaciones de realizar este proyecto.
Como no hay mucho material audiovisual, el director del documental y su equipo se propusieron por una noche recrear la esencia de Paladium, en otro lugar ya que en el original ahora se construyó un reconocido hotel. “Me di cuenta que haciendo entrevistas no era suficiente y además casi no hay archivo audiovisual. Entonces, había que crearlo. Se me ocurrió hacer una fiesta, revivir Paladium por una noche y firmarlo. En donde vinieran las personas que habían ido y se mezclara con gente de otra generación que no tuvo la oportunidad y lo revivieramos juntos y eso iba fuera del material de mi película, o sea, un archivo falso de una fiesta que nunca existió. Se va a filmar a seis cámaras y vamos a usar VHS y Súper 8 para copiar los mismos formatos que se usaban en esa época”, contó el director sobre la realización de esta fiesta única.
Con respecto al lugar elegido para la filmación Novick remarcó: “Hacerlo en el Complejo Art Media fue una sugerencia de Juan Lepes ya que cuando lo conoció se dio cuenta que tenía un parecido a Paladium. Es muy loco porque tiene la misma estructura, es un gran galpón, con una especie de vip en el entrepiso y un escenario en el fondo. Parece una fábrica abandonada”.
*El evento se llevará a cabo el próximo sábado 18 de marzo a las 22 horas en el C Complejo Art Media (Avenida Corrientes 6271, CABA). Las entradas para Una noche en Paladium pueden adquirirse en Passline.
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