La historia profesional de Paloma Contreras tiene muchos matices, no solamente por los papeles que elige para interpretar sino que ahora también, en su rol de directora, puede sumergirse con otra responsabilidad en un mundo que conoce desde que nació. Ser la hija de Leonor Manso y Patricio Contreras le permitió conocer el oficio desde muy pequeña y sobretodo desarrollar un amor y un magnetismo por el teatro que la llevó estudiar dramaturgia, para crear y escribir sus propias historias.
Ahora repone Wellness, la primera obra que escribió y dirigió, en El Portón de Sánchez, la mítica sala del teatro independiente porteño. Es una comedia oscura y vertiginosa que despliega los avatares de cuatro mujeres a la deriva en un centro de estética, donde reflexionan sobre la cultura del amor propio y la idea de que uno con sus intenciones puede controlar todo. Está protagonizada por Victoria Baldomir, Candelaria Molfese, Malena Villa y Pilar Viñes.
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Wellness mezcla la comedia con el thriller. Durante un diluvio que azota a Buenos Aires, una recepcionista desaparece misteriosamente. El centro de estética donde trabajaba estará en el ojo de la tormenta, tornándose finalmente en el escenario de una muerte. Las cuatro mujeres ahí encerradas, intentan desenmascararse y enfrentan un mundo que naufraga, tan vacío como exigente, y en donde apenas parece haber lugar para el amor.
Paloma Contreras conversó con Infobae Cultura sobre este nuevo desafío y sus próximos proyectos.
—¿Cómo te preparás para la reposición de Wellness? ¿Hubo cambios de la versión estrenada en 2022?
—Ahora estamos ultimando todo lo que implica cambiar de sala, ya que cuando estrenamos el año pasado fue en otro teatro. Estamos por desembarcar en El Portón de Sánchez, que es una hermosa. El espacio tiene dimensiones distintas, entonces tuvimos que adaptarla. Fue como hacer un viaje a un mismo lugar pero en otro en otro vehículo. En relación al elenco, se mantienen las cuatro actrices que estrenaron. En cuanto al texto, modifiqué ciertas posiciones y reforcé algo que me parece interesante del material. Si bien se plantea como una comedia negra, circula por un costado siniestro y muy precarizado. Es decir, quería mostrar esa idea de decorado rosa ideal pero que en realidad, bajo las napas, está colapsando. Con Wellness quiero reflexionar sobre que no hay bienestar individual posible si no está acompañado del colectivo. Por más que uno se encierre en esta burbuja del amor propio y tengas tu mundo interior armónico, si el afuera contrasta no podés ser plenamente feliz.
— ¿Por qué creés que estos discursos de autosuperación funcionan tanto?
—Pienso que hay una revolución tecnológica en los últimos 60 años donde los conocimientos, las herramientas, la comunicación y la forma de conectarnos entre los humanos ha cambiado. Y eso tiene un montón de cosas positivas pero también negativas, como por ejemplo las redes sociales, que logran difundir y amplificar este tipo de discursos que apelan a esta idea mítica y antiquísima, que dan la promesa de poder tener alguna mínima sensación de control frente a tanto misterio, incertidumbre que hay en la vida. Estos discursos ayudan a que uno crea que si me cuido, si pienso cosas positivas y me propongo ser exitosa, voy a poder. Hay mucha exigencia en ellos y pensar que uno puede controlar todo es una mentira. Uno puede controlar la respiración, algún tipo de pensamientos pero no puede todo lo que le pasa. Creo que funcionan porque los seres humanos siempre buscamos algo que nos apacigua un poco la incertidumbre.
—¿Cómo elegiste narrar esta temática en tono de comedia?
—Es algo casi natural en mí, la música y el humor son para mí herramientas que necesito para vivir. Pero en particular, con Wellness quise salir un poco del lado sombrío o serio en que está inmersa la revolución feminista. Creo que que se han tomado con mucha solemnidad y sobre actuación determinadas problemáticas y eso vuelve a condenarnos a un lugar de víctimas y por otro lado, no nos deja emanciparnos y poder producir nuestros propios discursos críticos. La obra se ríe un poco de esos conceptos. Para mí, hay cualidades que tenemos todos los seres humanos como la ternura o la empatía pero eso no te la garantiza pertenecer a un determinado género El material reflexiona sobre la exigencia que existe sobre lo físico, lo reproductivo, la trascendencia profesional. Lo que me parece interesante y de alguna manera la obra señala es que si no hay ternura y amor, todo ese decorado se cae, no hay nada que en lo profundo que pueda sostenerlo.
—¿Qué buscabas en este cuarteto de actrices tan diverso?
—A todas las fui conociendo y las cuatro son muy distintas y provienen de diferentes sectores y recorridos de la actuación. Eso hace que se potencian mucho entre ellas. Desde 2019, venía trabajando este material con Malena y Pilar, junto a otras dos actrices. Después, vino la pandemia e íbamos a estrenar en una sala que ya no existe más. Hubo muchas posposiciones, en el medio a todas nos salieron rodajes y tuvimos que parar los ensayos. Finalmente, antes de estrenar en marzo del año pasado, conocí a Cande Molfese en una serie que filmamos en Uruguay y a Victoria ya la conocía de haber trabajado con ella en el Cervantes. El encuentro con y entre ellas para mí es una de las cosas que más alegría me da y creo que es de las cosas que más disfruta el público, de cómo ellas se habilitan el juego, la locura y el humor.
—¿Tu experiencia de actriz y viniendo de una familia de artistas?
—Corro con una ventaja ya que veo teatro desde muy chica. Es un arte visual muy impactante. Hay obras que tal vez no recuerdo quién la interpretaba o sobre qué iba, pero son imágenes que me quedaron grabadas. Vengo con un ojo entrenado y acostumbrado a ver teatro. Me ayuda y me sirve en mi rol de actriz. Toda actriz está entregada a su vocación y es en algún punto su propio director o directora. Porque tenés una idea del material o de cómo interpretar a tu personaje. Recuerdo mi encuentro con el papel de Ofelia: desestimé todas las habladurías sobre ella y me dediqué a ver qué era lo que me generaba a mí. Y tal vez esos sentimientos no se correspondían a la lectura clásica de ese personaje, que es más bien abocada y sometida a los hombres.
En ese sentido, tenía muchas ganas de afrontar la dirección y también fue un poco un sueño ver la fantasía hecha realidad. Que nunca es exactamente lo que imaginabas, porque lo rico que tiene el teatro es que en el encuentro con los actores va cambiando esa idea original. Disfruto mucho ver la obra desde la cabina, ver lo que le pasa a la gente, cómo se divierten, cómo funcionan las cosas que puse dentro del texto y siempre anoto cosas para seguir trabajando. El teatro tiene un componente adictivo. Termina la obra y todas nos ponemos a hablar de cómo salió o qué cosas habría que cambiar. Una vez que lo probas siempre quieres volver.
—¿Cómo observás la actualidad del teatro independiente?
—El teatro independiente en Buenos Aires es un fenómeno casi único a nivel de profesionalismo, organización, producción. No es algo amateur. Los mismos actores que trabajan en otro tipo de teatro o en cine o en televisión, hacen teatro independiente. De ahí muchas veces emergen las expresiones más personales y originales. En ese sentido, creo es un momento de auge absoluto. Además, después de la pandemia hubo algo hermoso en la cantidad de espectadores que se acercaron al teatro, me sorprendió muchísimo. Creo que se debe a la cuestión ritual y arcaica que tiene el teatro. La necesidad de ir a ver gente en vivo tirarse a la piscina. Sin embargo, no se puede escapar a una realidad más global. Hay un contexto económico muy complejo y no todos se pueden dar el lujo de ir a ver una obra y después ir a tomar algo.
—¿Cuáles son tus próximos proyectos?
—A nivel dirección, tengo algunos proyectos que me quedaron del curso de dramaturgia que realicé en la Escuela Metropolitana de Arte Dramático y además, tengo la alegría y gratificación de estar dirigiendo un monólogo en el que actúa Sofía Gala Castiglione que de desprende del libro Teoría King Kong, de Virginie Despentes. Nos vamos a finales de marzo a presentarlo a Montevideo, Uruguay. Había leído sus libros un montón y ahora reconectarme con ese material fue una linda experiencia. Después como actriz, para mitad de año voy a estar en el Teatro Cervantes en una obra de Mariana de la Mata que es una autora argentina que vivió en España. Es una obra muy hermosa que se llama Aurora trabaja y la va a dirigir mi mamá Leonor Manso. Estamos súper entusiasmadas con este proyecto. Ahora, estoy en un lugar distinto y el intercambio con ella es hermoso. Capaz en mis comienzos quería despegarme de mis padres y hacer mi propio camino, conectarme con gente de mi generación. Los admiro profundamente como artistas, porque los veo vivir como artistas, cómo estan siempre permeables al cambio, buscando. Siento mucha empatía.
* Wellness, escrita y dirigida por Paloma Contreras estrena el sábado 11 y tendrá funciones todos los sábados de marzo y abril a las 20 hs. en El Portón de Sánchez (Sánchez de Bustamante 1034, CABA)
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